COLUMNA DE:
Juan Faustino Escobar

Juan Faustino Escobar

Economista, Gerente General de la consultora Planeamiento & Gestión S.A.C., con estudios de maestría concluidos en Gestión Pública. Formula proyectos, planes de negocios, estrategias y es capacitador en temas de gestión empresarial: planificación estratégica y mercadeo de servicios. Ha realizado servicios para agencias de cooperación internacional, grandes empresas e instituciones públicas por más de 20 años. En ese marco, tiene capacidad para sostener diagnósticos y propuestas al más alto nivel basado en novedosos enfoques, estrategias y herramientas.
20 octubre 2022 | 09:33 am Por: Juan Faustino Escobar

No se trata de avanzar haciendo lo mismo, se trata de cambiar el rumbo y escalar la montaña

No se trata de avanzar haciendo lo mismo, se trata de cambiar el rumbo y escalar la montaña

Es de público conocimiento que la estructura del sector agrario y los pequeños productores se hallan en crisis: los recursos naturales y los ecosistemas se deterioran sin llegar a avizorarse punto de retorno (agua, suelo, biodiversidad, etc.); por otro lado, los sistemas de producción, transformación y comercialización son de baja productividad, equidad e innovación, razones por las cuales se obtienen magros ingresos.

Los caminos para restablecer y dar sostenibilidad a las cuencas o microcuencas aún no han sido mínimamente trazados, originando que el rumbo de desarrollo del subsector agrícola tenga poca claridad, el de ganadería sea aún gris y el subsector forestal, pese a su potencialidad, se mantenga en la oscuridad.

Este contexto explica los indicadores de precariedad de vida de la población rural: altos niveles de pobreza monetaria y vulnerabilidad (40% y 30%), fuerte migración juvenil (75%), informalidad (99%), mujeres que no terminan secundaria (63%), anemia en niños menores de 3 años (48.7%), etc. A ello, se agregan los bajos niveles en comprensión matemática y lectora en alumnos del segundo de secundaria (4.9% y 2.4%).

Esta lacerante situación aflora como consecuencia del estado adverso en el que se encuentran los factores de apoyo y los medios de producción agraria: bajo desarrollo de los mercados locales, micro parcelación, limitado acceso al agua, escasa adopción de nuevas tecnologías, falta de capital de trabajo, etc. A ello, se suma el reducido nivel de organización y falta de liderazgo que impiden a los productores transitar por mejores caminos y evitar que se configuren obstáculos y posiciones de dominio en distintas cadenas productivas. Más aún, y a mayor escala - cual espada de Damocles - el cambio climático y sus secuelas son una realidad que nos hace y nos hará daño de forma impredecible, frente a la desidia e incapacidad preventiva de las autoridades.

Si lo señalado como diagnóstico socioeconómico y productivo es tendencia firme y creciente, la decisión capital para superar esta situación es dejar de hacer lo tradicional; en ese sentido, es imperativo cambiar de rumbo, dado que el precipicio, literalmente, está más cerca de lo que imaginamos.

De manera prioritaria, el medio de producción – es decir, el predio del productor agrario - debe transitar por una reingeniería conceptual y operativa. La micro parcelación, abandono de tierras, informalidad de la propiedad, subproducción, contaminación de los suelos, pérdida de la capa arable, salinización, etc. deben ser enfrentados y revertidos. En el año 2012, el Censo Nacional Agropecuario nos decía que existían 500 mil predios con menos de 0.5 hectáreas y 800 mil predios con menos de 1 hectárea; hoy, 10 años después, el tamaño promedio de los predios debe ser aún menor, con mayor atomización y altamente mermado en su capacidad productiva. 

En las comunidades campesinas la situación no es muy diferente. Si bien el formato de propiedad de la tierra es otro, el estado socioeconómico de sus asociados es más delicado que el de los parceleros, notándose hoy, por distintas evidencias, un descenso en su dinámica social y de producción. En la mayor parte de comunidades campesinas se presenta esta paradoja: comuneros en papel, parceleros en la práctica. En ese marco, es necesario replantear la institucionalidad de las comunidades campesinas, adaptándolas al presente.

Actualmente, se viene advirtiendo, desde distintas fuentes, un elevado crecimiento en la práctica de alquiler de tierras como consecuencia de la baja capitalización, quiebra o aversión al riesgo por parte de sus propietarios. Esta tendencia impulsará, vía mercado, la estructuración de un nuevo formato de propiedad de la tierra, basado en la absorción de propiedades por agentes de mayor poder económico (nuevos propietarios, nuevos tamaños y desplazamiento social de los propietarios originales).

Revertir la crisis de los ecosistemas agrarios y del pequeño productor solo será posible si se trabaja bajo un enfoque de ordenamiento y desarrollo territorial, evitando que el deterioro de las cuencas se siga profundizando.

La defensa de los ecosistemas y la construcción de un nuevo modelo de producción / comercialización agraria para los pequeños productores requiere del apoyo de una nueva institucionalidad promotora (MIDAGRI), así como de servicios empresariales/ financieros diferenciados. Las propuestas alternativas deberían considerar ofrecer servicios condicionados al logro de resultados, ya que actualmente no se cobra por la prestación; además, como ocurre año a año con los servicios tradicionales, no se logran los resultados esperados (generar un esquema mejorado tipo Juntos).

En esta dirección y esquema, sería necesario dar nueva forma a la herramienta denominada Núcleos Ejecutores, dadas su versatilidad y practicidad para ser aplicados a nivel distrital y provincial, considerando la participación multisectorial. Esta herramienta permitiría conceptualizar mejor las intervenciones y trabajar en base a estrategias participativas.

Siempre hemos señalado que el desarrollo agrario deberá ser construido por las “propias manos” del productor. Para ello, se debe adaptar la herramienta de Núcleos Ejecutores y posibilitar que los productores sean realmente agentes de cambio. Aplicarlo significaría: i) identificar problemas y propuestas de solución en el territorio (diagnóstico), ii) estructurar las actividades a ejecutar para dar respuesta a la problemática (plan), iii) convocar a los alcaldes, autoridades, organizaciones aliadas, etc., para lograr los medios, equipos y logística (ayuda mutua y colaboración), iv) reglamentar y comprometer la participación de la población (cohesión e integración), y v) programar el plan de acción del Núcleo Ejecutor (limpieza de canales, zanjas de infiltración, cochas, ampliación de frontera agrícola, forestería, mejora de silos, caminos, siembre y cosecha de agua, etc.).

En base a ello, aparte de su rediseño, MIDAGRI debería habilitar un fondo para dar movilidad a la fuerza social que estaría dispuesta a construir el cambio en los territorios y cuencas bajo el modelo de servicios condicionados y de núcleos ejecutores. Se necesita construir fuerza social / productiva de escala significativa en los ámbitos a nivel nacional.

Lo productivo y económico debe mejorarse en base a la innovación, calidad y productividad; dando valor agregado y diferenciación a los productos; ampliando, formalizando y optimizando los predios; y mejorando el acceso y posicionamiento de sus bienes agrarios en los mercados más atractivos (locales e internacionales).

En cuanto a los servicios financieros, se propone - para el debate - construir una herramienta potente que dé sentido y forma a las distintas reformas y líneas de trabajo que el pequeño productor requiere. Esa herramienta debería ser un banco agrario - de segundo piso y construido sobre el actual - que ofrezca créditos subsidiados y de alta cobertura, a manera de un banco de fomento.

Estos servicios financieros permitirán impulsar el desarrollo de las pequeñas empresas agrarias posibilitando la ampliación de terrenos, acceso al equipamiento, capital de trabajo, innovación, mejora genética, entre otros. En el libro “Por Qué Fracasan los Países” (Daron Acemoglu / James A. Robinson), se señala a la presencia y operatividad de los bancos locales como un factor decisivo para el desarrollo de los Estados Unidos, los cuales asumieron un rol promotor en el impulso de los negocios de interés local.

Un nuevo banco agrario con tasas que promedien el 5% de TEA debería ser el vehículo que dé la oportunidad a los pequeños empresarios agrarios para que transiten por el camino de la prosperidad y se proporcione un soporte básico para ayudar a construir un sistema comercial y de producción alternativo al actual (regenerativo, eficaz, rentable e innovador).

Es necesario también poner en valor la gran cantidad de terrenos que están en abandono o sin uso, e incluso algunos que son de propiedad del Estado. En ese sentido, se hace imprescindible crear un fondo que posibilite comprar y vender tierras a nuevos y pequeños productores, lo cual daría un nuevo impulso al agro. En la expectativa de que desciendan los costos de desalinización del agua de mar, nuestra franja costera podría llegar a ser un páramo con gran opción de ser el gran proveedor de alimentos y productos agrarios para el mundo. Por ello, es ineludible evitar que esas tierras sean mercantilizadas u otorgadas indebidamente a los de “siempre”.

Para recorrer estos caminos, se requiere aprender de los alpinistas: fijar el objetivo, medir el entorno, construir equipos de resistencia, disciplinarse, equiparse, desarrollar una correcta estrategia para subir la montaña (si se quiere regresar con éxito). Si no se cultiva actitud y compromiso, no se logrará lo requerido. Si no existe desarrollo en el agro, será muy difícil que el Perú lo logre.