COLUMNA DE:
Angel Manero

Angel Manero

Ministro de Desarrollo Agrario y Riego. Ingeniero Agroindustrial con Maestría en Administración de Agronegocios. Consultor senior en Desarrollo Productivo y Negocios Agrarios.
19 julio 2019 | 09:14 am Por: Angel Manero

LA TÍA ORGÁNICA

LA TÍA ORGÁNICA
Pablo Secada en nota de El Comercio, del día de ayer, sugiere que los productores agropecuarios del valle del Tambo (valle vecino del proyecto Tía María en Arequipa) deberían dedicarse a la producción orgánica. Usted, no lee mal, productos orgánicos en un valle con posible influencia de un proyecto minero, a tajo abierto, con toda la tribuna cuestionándolo.

En el valle del Tambo, según la nota de El Comercio, existen 13 mil hectáreas cultivadas. Si valorizamos a un precio de mercado promedio de USD 30 mil por hectárea, obtendremos un valor de la tierra cultivada del orden de USD 400 millones; a lo que habría que sumar los activos biológicos (plantaciones y crianzas) los activos ambientales como fuentes de agua, aire de campo etc. Lo anterior configura un sistema productivo, que con mejores prácticas agrícolas, es perfectamente sostenible.

Lo anterior, también, debe tenerse en cuenta al momento de evaluar los impactos o externalidades negativas de un proyecto minero que invertirá USD 1400 millones en una mina para extracción de cobre.

Todo esto en un escenario donde el Estado no ha tenido intervención importante. Si Cajamarca no tuvo la inversión oportuna para la represa de Chonta, el valle del Tambo tampoco la ha tenido con la represa de Paltoture.

Que se judicializó la opción de construir Paltoture, es cierto; pero ¿no tenemos acaso las opciones de declaratoria de emergencia o desarrollar un mecanismo legal que permita la intervención del Estado en proyectos alrededor de los recursos naturales que son de la Nación?. ¿Un juez de primera instancia o una corte superior vinculada a una región puede paralizar cualquier proyecto de importancia nacional?

En nuestro país no debería ser un problema sacar adelante un proyecto minero que cumpla los estándares ambientales y sea riguroso en no afectar los ecosistemas y la producción aledaña. El problema es que la gente no confía ni en la empresa, ni en el Estado.

¿Qué hacer?. Primero empezar a unirnos en el agro. Nos encontramos en un escenario donde AGAP por su lado intenta promover sus temas de interés y CONVEAGRO y las Juntas de Riego por otro lado con la plataforma de la agricultura familiar. ¿Por qué no nos juntamos todos como primer paso y tenemos una sola agenda del sector? Es posible, claro que es posible.

Luego de lo anterior, hay que empoderar al Ministerio de Agricultura. Sobre ello, el Congreso de la República tiene un proyecto de ley que pide la reestructuración del Ministerio, pero el proyecto duerme en los brazos legislativos.

Debemos fortalecer enormemente al Ministerio de Agricultura, implementar un fideicomiso inmediato para asegurar que las obras se realicen allí: salud, educación, vivienda, agua y saneamiento, pistas y veredas, la presa, y un programa de reconversión productiva para no menos de cinco mil hectáreas y podamos hacer un valle productor de palta de exportación de primer nivel. Ahora que nuestras empresas se van a Colombia para poder cosechar palta en contra-estación (algo que puede hacerse en Arequipa) allí hay una gran oportunidad para articular a los pequeños agricultores al negocio de exportación, mediante un ambicioso programa de reconversión productiva a ser implementado por AGROIDEAS (el programa de reconversión productiva requiere USD 60 millones).

Además sería apropiado convocar a UNOPS, agencia de las Naciones Unidas, en quien la gente confía para que implemente el sistema de monitoreo de impactos al ambiente.

Es decir menos ultimátum, menos discusión y más unidad para hacer posible nuestro desarrollo concertado.