Empresaria alemana transforma la caseína de la leche en fibra. Hoy trabaja con 20 agricultores.
(Agraria.pe) Shakespeare escribió sobre la “leche de la bondad humana”. Y fue esa bondad humana, así como una curiosidad obstinada, la que llevó a una joven microbióloga y diseñadora de modas alemana a ayudar a su padrastro -que desarrolló leucemia en el 2009- convirtiendo la leche en una tela similar a la seda.
El descubrimiento de Anke Domaske puede haber creado una gigante eco oportunidad tanto para los agricultores como para los fabricantes de telas de todo el planeta.
“No podía encontrar nada con qué vestirse (su padrastro) porque tenía un sistema inmune tan bajo que su piel reaccionaba a todo”, dice Domaske desde Qmilk, su fábrica en Hannover, Alemania.
La mayoría de las telas -según la WWF (antes conocida como Fondo Mundial para la Naturaleza)-, contienen productos químicos.
Domaske, de 35 años, comenzó a experimentar utilizando una técnica de 1930 para convertir la caseína de la leche en fibra como punto de partida.
“Al final probamos más de 3.000 fórmulas. Quería un proceso natural con poca agua, sin productos químicos y con la leche residual disponible en Alemania”, dice.
El proceso de su empresa está siendo patentado, pero el esquema es simple: cuando la leche se agria, se seca hasta convertirla en polvo de proteína, luego se mezcla con agua e ingredientes naturales formando una sustancia esponjosa como una bola de algodón y se sacan los hilos.
Qmilk usa unas 1.000 toneladas de leche residual cada año, pagando alrededor de cuatro centavos por litro, ya que los agricultores alemanes tiran cerca de dos millones de toneladas de leche cada año.
En la actualidad, la compañía trabaja con cerca de 20 agricultores en Alemania, aunque Domaske tiene planes de expandirse significativamente.
Uno de estos agricultores es Bernd Pils, quien tiene más de 120 vacas lecheras en su finca a unos 100 kilómetros de Hannover. Explica que no puede vender la leche cuando sus vacas están alimentando a sus becerros o están enfermas y están tomando medicamentos. Ahora la vende a Qmilk.
“Me parece emocionante -dice Pils-, siempre hay una parte de nuestra leche que no se puede usar para el consumo humano”.
Domaske señala que en el 2011, cuando lanzó su empresa con solo 10 empleados, recibió más de mil expresiones de interés en la fibra de Qmilk.
Desde hace varios años, ella ha estado vendiendo ropa de su propio diseño, así como pernos de tela a otros diseñadores. A largo plazo, quiere vender a fabricantes de automóviles, empresas de muebles y hospitales.
La tela es buena en la lucha contra las bacterias, suave como la seda al tacto, biodegradable y se lava a máquina.
Domaske asegura que la leche no es el único alimento que puede convertirse en tela. También se están investigando fibras de naranja y banana, por ejemplo, para limitar el desperdicio de alimentos.
Fuente: El Tiempo / GDA