La competitividad de la agricultura y de los productores rurales peruanos está fuertemente limitada por las imperfecciones que caracterizan a los mercados de factores, productos y servicios agropecuarios, así como por el débil rol que el Estado ha desempeñado como regulador y promotor de esos mercados en los últimos 15 años. La escasa integración entre productores y compradores en estos mercados se explica, en gran medida, por los altos costos de transacción vinculados con la escasa información disponible para los oferentes y compradores. Además, existen serias dificultades para organizar una oferta atomizada de productos agrícolas generados por un número grande de pequeños productores.
Dentro de este contexto, uno de los aspectos claves a fortalecer son los servicios a la producción agropecuaria. Información del Censo Agropecuario más reciente (2012) muestra que el 8.3% de productores/as agropecuarios recibieron algún servicio de capacitación y que sólo el 5% respondió que fueron beneficiarios de asistencia técnica sobre la actividad agropecuaria que desarrollan. Aunque los pocos agricultores que la reciben la consideran beneficiosa, existe un desconocimiento generalizado de los servicios disponibles y no existen canales de difusión y promoción efectivos por parte de las entidades proveedoras.
Las reformas estructurales de los años noventa determinaron la suspensión de los servicios de extensión que eran proporcionados por el sector público. Si bien se postuló que estos servicios debían prestarse a través de mecanismos privados de mercado, no se desarrollaron acciones de promoción de este mercado por parte del Estado (ni se corrigieron todas las acciones distorsionantes que éste desarrollaba). En cuanto a los actores privados, la reacción de éstos también fue lenta, precisamente como consecuencia de las barreras que limitan el acercamiento entre la oferta y la demanda de servicios, y el desarrollo a una escala que viabilice la eficiencia y rentabilidad de la provisión de los servicios. Un análisis más detenido de los problemas que limitan el desarrollo del mercado de servicios arroja las siguientes conclusiones.
Por el lado de la demanda, se destacan los siguientes: i) incapacidad de pago de los servicios de una gran parte de los pequeños productores; ii) tradición de provisión gratuita por parte del sector público y de la cooperación técnica internacional, que genera resistencia al pago por los servicios bajo formas de provisión privada; iii) escasa valoración de los servicios de innovación para la mejora de la competitividad; y iv) escasa información sobre aspectos básicos de la provisión de los servicios y sus ventajas.
Por el lado de la oferta, se destacan los siguientes: i) limitada oferta, al existir escasos proveedores privados, especialmente en la Sierra y Selva; ii) poca experiencia de estos proveedores para atender a pequeños productores rurales; iii) dificultades de los proveedores para acceder a conocimientos e información técnica actualizada que les permita mantener una oferta de calidad.
En la actual administración del MINAGRI se viene promoviendo la Plataforma denominada SERVIAGRO, que según su diseño inicial se orienta a incrementar las capacidades productivas y empresariales de la agricultura familiar, con particular atención a los pequeños y medianos productores agrarios (agrícola, pecuario y forestal). A partir de un análisis realizado recientemente, con la coordinación técnica de la Alianza de Aprendizaje Perú (AAP), se pueden sugerir algunos lineamientos específicos para esta plataforma: i) La visión con la que debe fortalecerse SERVIAGRO es que se convierta en una política pública y una estrategia de gestión que rompa el círculo vicioso al que lleva la falta de asistencia técnica, que reduce las posibilidades de mejorar productividad y acceder al crédito, lo cual impide que los productores agrarios puedan generar ingresos suficientes para superar las condiciones de pobreza en que buena parte de ellos vive; ii) la función de SERVIAGRO se debe orientar especialmente a atender unidades productivas de agricultura familiar en transición (con posibilidades reales de articularse a mercados de diferentes tipos), aunque puede establecer un mecanismo de vinculación con sectores de subsistencia (por ejemplo, con la Certificación por Competencia de los Talentos Rurales); iii) no debe perderse de vista, el enfoque de cadenas , la organización como eje de intervención y la existencia de una oportunidad de mercado concreta; iv) se debe realizar una evaluación de los programas existentes en cada una de las instancias del MINAGRI, con el fin de poder valorar si el mix de estos es el pertinente para la atención que se necesita; v) el seguimiento debe llevar a buscar lograr la mayor eficiencia en las intervenciones y eso pasa por la gestión de un sistema de información y registro que permita definir la intensidad que debe tener el acompañamiento a una unidad productiva; vi) la implementación territorial es todo un desafío porque en el caso del Perú, SERVIAGRO es hoy en día una plataforma de coordinación que debe propiciar la confluencia de esfuerzos de entidades distintas, incluso de fuera del sector agricultura y riego y que no necesariamente tienen disposición de trabajar bajo un formato como el que propone SERVIAGRO; vii) el sector tiene que saber otorgar poder de decision a la implementación de la política pública (rango viceministerial) que está detrás de la conceptualización de SERVIAGRO, de lo contrario no tendrá el mandato y la efectividad que se necesita; viii) los recursos humanos con los que se cuente en cada región serán claves para el proceso de implementación de la plataforma por lo que es importante fortalecer sus capacidades y la posibilidad de darles continuidad en sus funciones; ix) la extensión no puede hacerse de espaldas a la investigación y a la innovación, cuyos resultados deben ser transferidos a los agentes tecnológicos que son quienes tendrán la tarea de trasladarlo a los productores organizados.
La mayor parte de los analistas coincide en que el acceso a la asistencia técnica pueden tener un importante efecto en la productividad, cuya mejora es el gran reto que tiene la agricultura en los siguientes diez años.