Recientemente (8 de Noviembre) por iniciativa del Congreso de la República se ha promulgado la Ley Nº 31920 que se plantea como objetivo “promover y fomentar la actividad agroindustrial de la producción de la papa con la finalidad de estimular la oferta de diversos productos derivados de esta para distintos mercados, así como promover su exportación, generando así mayor rentabilidad a los productores de la papa”. Se indica que para la elaboración de su reglamento se tendrá un plazo de 120 días.
De manera general se mencionan las siguientes líneas de acción: asistencia técnica a los productores de papa; certificación de la semilla de papa; campañas de difusión e identificación de mercados; promoción de programas de financiamiento para la industrialización de la papa.
Según información del MIDAGRI, en la campaña 2021-2022 la producción total de papa fue de 6 millones de toneladas. Según la misma fuente, el 5.2% de la oferta de papa es utilizada como insumo para la actividad industrial (hojuelas de papa para fritura, chuño blanco, harina de papa cocida y deshidratada, papas congeladas preparadas).
En los últimos años en los tres segmentos del mercado de papa se ha podido avanzar en cierta manera en el desarrollo y el comercio de productos procesados. En base a las variedades nativas (de color) ahora se comercializan hojuelas (chips) que diversas empresas venden en el mercado local e internacional y más recientemente se ha introducido al mercado el vodka en base a variedades nativas (existen por lo menos dos marcas) que se canalizan principalmente a los mercados del exterior. Con las variedades amarillas (Tumbay y Peruanita) se viene exportando desde hace varios años el producto pelado, precocido y congelado a los mercados de peruanos en el exterior. En el segmento de papa blanca, además de las hojuelas que utilizan variedades blancas locales desde hace varios años, algunas cadenas de pollerías ahora vienen procesando papa pre frita congelada con materia prima local. A lo anterior hay que agregarle el chuño blanco (tunta) cuya producción y procesamiento (que se ha tecnificado) se concentra en la sierra sur y buena parte se exporta a Bolivia. Finalmente, se puede mencionar a algunos productos más artesanales que se insertan en mercados regionales (por ejemplo, papa seca como base para la carapulcra, el tocosh, entre otros).
A pesar de estos avances todavía no podemos decir que existe una agroindustria competitiva en base a papa. Existen algunas plantas de procesamiento de hojuelas de papas blancas y nativas, pero en el caso de papas pre fritas/precocidas congeladas no existen todavía plantas de envergadura (la mayor parte del procesamiento se realiza vía la contratación de servicios).
En este marco la pregunta es si la ley recientemente publicada puede ayudar al desarrollo de esta agroindustria. Un punto que llama la atención es que se enfoca principalmente en la oferta y descuida lo referido al procesamiento propiamente dicho, que es clave para que se pueda obtener productos en la calidad que son requeridos por los diferentes mercados (se indica el tema del financiamiento sin precisar en qué puede consistir). El enfoque debería orientarse a promover innovaciones a todo lo largo de la cadena de producción, procesamiento, comercialización y consumo, para que las iniciativas privadas vean de manera positiva este tipo de inversión.
Asimismo, se debe pensar en la investigación y desarrollo de diversos productos procesados en función a las demandas del mercado. Se pueden mencionar, por ejemplo: snacks saludables con condimentos naturales, productos de confitería, productos de panadería sin gluten, bebidas funcionales (bebidas energéticas o batidos nutritivos), alimentos instantáneos (sopas o purés en base a papas de colores), productos de cosmética natural, productos para la industria de bebidas (tomando como referencia la experiencia del vodka), papas listas para cocinar, productos biodegradables (bolsas).
Si bien es cierto las posibilidades son amplias, en el corto plazo se podrían plantear objetivos concretos para potenciar el actual desarrollo y procesamiento de productos en base a las variedades nativas (que incluyen las variedades amarillas) y ver como se puede modernizar el segmento de papa para pollerías donde hay mucho por mejorar tanto a nivel productivo, comercial como de procesamiento propiamente dicho. Cuando se elabore el reglamento de esta ley debe pensarse con una lógica de cadenas de valor para asegurar intervenciones sostenibles en los diferentes eslabones.
Por último, hay que evitar cometer los mismos errores de experiencias que han querido promover la agroindustria en zonas rurales donde a pesar de anuncios iniciales interesantes no llegaron a traducirse en intervenciones concretas. Se pueden mencionar dos casos. En Agosto del 2021, se publicó la Ley de Industrialización del Agro (Ley Nº 31339) que planteaba la elaboración del Plan Nacional de Competitividad Agroindustrial (COMPEAGRO), del cual no se conoce avances hasta el momento. Otro ejemplo es la Ley de Promoción de actividades productivas en zonas alto‐andinas Ley Nº 29482 (2008) que pretendía promover la agroindustria rural (para empresas que se localizaran por encima de los 3200 m.s.n.m.) y tampoco obtuvo resultados concretos. Esperemos que esta vez sea diferente y el reglamento le dé un sentido positivo a esta ley.