En nuestro país hay más de dos millones de unidades familiares dedicadas a la producción de alimentos. La agricultura familiar cultiva alrededor del 82% de las tierras dedicadas a leguminosas, el 76% a tubérculos, el 74% a cereales, el 72% a hortalizas y el 63% a frutas.
Por: Efraín Gómez Pereira, periodista agrario y Raúl Hopkins Larrea, profesor de Centrum PUCP
(Agraria.pe) Un simple ejercicio a través de las redes sociales para responder “¿Qué almorzaste hoy?” en un día cualquiera de la actual cuarentena, confirma la importancia de la agricultura para la vida nacional. Papa, ají, verduras, trigo, arroz, carne, pollo, cebolla, aceituna, huacatay, zapallo, tomate, hongos, leche, queso, son los productos mencionados. Esto ratifica que gran parte de los alimentos de ayer, los de hoy y los de mañana, proceden del campo. Quienes las producen son, en gran medida, pequeños productores agropecuarios y pobladores rurales, que aún no están siendo tomados en cuenta, de manera suficiente, en la actual lucha contra el coronavirus, pese a lo vulnerables que son.
En nuestro país hay más de dos millones de unidades familiares dedicadas a la producción de alimentos. La agricultura familiar cultiva alrededor del 82% de las tierras dedicadas a leguminosas, el 76% a tubérculos, el 74% a cereales, el 72% a hortalizas y el 63% a frutas, además de contribuir al mantenimiento de los recursos naturales (agua y tierra) y al desarrollo de la biodiversidad. Esto la convierte en la garante de la seguridad nutricional a nivel nacional.
El coronavirus y su efecto en las áreas rurales
En su fase inicial el COVID-19 ha tenido su impacto principal en las grandes ciudades. Lima Metropolitana y el Callao concentran actualmente 78% del total de casos, pero a medida que transcurre el tiempo la infección se va diseminando a todo lo largo y ancho del territorio. Como ha sucedido en otros países, las áreas rurales son afectadas primero por casos individuales, a menudo anecdóticos, pero este efecto es cada vez mayor, y su impacto puede ser devastador por la fragilidad de los sistemas de salud en dichas áreas. En el mediano y largo plazo la población rural y la producción agropecuaria, de la cual dependemos, pueden ser sustancialmente afectadas.
En el cuadro adjunto se muestra cómo se distribuyen los centros poblados del país por región natural (según piso altitudinal). En total son 94.922 centros poblados. La mayor parte de ellos se concentran en tres regiones: Quechua, Suni y Puna, que van desde los 2.300 a los 4.800 metros sobre el nivel del mar. Son más de 65.000 centros poblados donde residen cerca de 8 millones de peruanos que representan el 26.7% de la población total del país. Es, en buena parte de ellos, –llámense caseríos, pueblos, estancias, comunidades- donde residen gran parte de los pequeños productores agropecuarios que abastecen a las pequeñas y grandes ciudades. El gran desafío de la política económica y social en un país como el Perú, es cómo llegar a un número tan vasto y disperso de poblaciones, con medidas y decisiones sostenibles; en este caso, más allá de la emergencia por el coronavirus.
Diversos estudios han demostrado que el poblador rural desarrolla múltiples actividades productivas y económicas. Además de las labores agrícolas y pecuarias, producen artesanía, migran estacionalmente a complementar sus ingresos con empleos manuales temporales. Parte de estos movimientos demográficos se dan dentro del área rural, pero una parte significativa y creciente se dirige hacia y desde las grandes ciudades. De esta manera es comprensible el proceso de diseminación que ha tenido el coronavirus. En las dos primeras semanas, a partir del 6 de marzo, las infecciones se concentraban en Lima y algunos departamentos, pero gradualmente se ha ido extendiendo al resto de país.
Es previsible que este proceso crezca sustancialmente a medida que la crisis se agudice en las ciudades, por tres razones: (i) hay actividades directamente afectadas por la cuarentena, cuyo efecto continuará aún cuando ésta sea levantada (restaurantes, comercio, turismo, minería); (ii) las medidas de compensación, a través de bonos, dispuestas por el gobierno tienen un alcance parcial debido a la magnitud del empleo informal y porque contemplan marginalmente al sector de independientes que no tienen CTS ni AFP; (iii) se ha ido desarrollando un sentimiento de inseguridad asociado a la crisis, cuya magnitud y efectos aún no han sido analizados.
Como producto de estos tres factores, son previsibles movimientos de la población (temporales o permanentes) hacia las áreas rurales. Como el coronavirus se transmite por personas asintomáticas, este movimiento de la población ocasionará la expansión de la pandemia hacia los centros poblados, que será muy difícil o imposible de atender debido a la fragilidad o inexistencia de sistemas de salud adecuados en las áreas rurales. El impacto en términos de vidas humanas y en la actividad económica será enorme.
¿Qué hacer?
Para afrontar este drama se propone (i) que el gobierno desarrolle una campaña masiva de comunicación adaptando el mensaje “quédate en casa” a las características específicas de las áreas rurales; (ii) lanzar mensajes de prevención y atención a través de los municipios, postas de salud, comités de autodefensa, emisoras locales, dirigencias comunales; (iii) desarrollar un protocolo de movilización, para que los visitantes a las comunidades (incluyendo familiares) guarden el debido proceso de cuarentena; (iv) coordinación permanente entre municipios, juntas y comisiones de regantes, organismos no gubernamentales, para ejecutar un plan local de defensa y protección con la presencia de equipos itinerantes del sector Salud, para el despistaje de casos; (v) buscar la participación de las empresas mineras, en los ámbitos geográficos correspondientes para financiar personal, equipos e infraestructura de salud necesarios.
Los gobiernos Regionales y Locales, que tienen presupuestos destinados para esta emergencia, deben ampliar su foco hacia el sector rural, donde está concentrado el mayor porcentaje de pobres y pobres extremos y que, por esa misma razón, están en seria desventaja para afrontar, no solo la cuarentena, sino sus consecuencias, que son significativas.