Para el especialista, el reto de estas organizaciones es superar la tercera generación. Considera además que el gran problema en Perú es que la mayoría son muy pequeñas.
(Agraria.pe) Reconocer el origen del emprendimiento en el mundo es un primer paso para entender cómo impulsarlo. Lo explica así Samuel Dyer Ampudia, reconocido agroexportador ligado a Camposol y también presidente de la Asociación de Empresa Familiares (AEF).
Para el empresario, las unidades familiares representan el 70% a 80% del PBI mundial y nunca dejan su estructura primigenia a pesar de que se profesionalicen e incorporen directores independientes. Sin embargo, lo que es su fuerza de impulso, puede ser también su impedimento estructural para crecer.
“En el mundo una de cada 10 empresas familiares no pasa de la tercera generación, es una estadística fatal que se da en todos lados –explica-, en Perú tenemos mucho emprendimiento familiar, el problema es que la gran mayoría son pequeñas empresas, algunas medianas y pocas llegan a ser grandes”.
De hecho, señala que los estudios sobre el país apuntan a que existen 2.5 millones de emprendimientos familiares, de los cuales solo la mitad están formalizados. Por ello, no extraña que solo el 2% de las empresas familiares sean medianas o grandes, y que ese segmento represente sin embargo el 70% de la facturación total del grupo.
“Hay muchísimas empresas pequeñas que nunca crecen porque no se trata solo de voluntad de la familia, sino de visión y factores como educación, pobreza, malos gobiernos, etc…. En la Asociación de Empresas Familiares presido a 70 familias emprendedoras exitosas con grupos como Añaños y Huancaruna, entre otros, pero el paso que tienen que dar la mayoría es internacionalizarse con herramientas como los tratados de libre comercio”, apunta.
Finalmente, Dyer pondera que a pesar de las coyunturas históricas que vivió el país, con periodos de inflación, terrorismo, un casi narcoestado durante el gobierno fujimorista y crisis mundiales, hayan surgido empresas peruanas que lograron el éxito local e internacional.
Ahora, la aspiración es que emulemos a los países grandes y tengamos “de 20% a 30% de empresas grandes o medianas, sin dejar de ser organizaciones familiares”.