08 marzo 2019 | 07:53 am Por: Redacción

EDITORIAL

La mujer, aliada del gran desarrollo agrícola del Perú

La mujer, aliada del gran desarrollo agrícola del Perú

Es tiempo de establecer políticas que permitan terminar con la inequidad en el trato al trabajo que ellas desempeñan en el campo. 

Por: Equipo de Agraria.pe  

Detrás de los boyantes resultados de la agroindustria peruana de los últimos años (más de US$ 7.000 millones en exportaciones en 2018) así como de los siempre complicados escenarios de nuestra pequeña agricultura, se deja oír el fragor de las manos que forjan ese camino que anhela el desarrollo: son casi 700 mil mujeres las que participan en la producción agropecuaria en el país (IV Cenagro, 2012).

Hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, cabe recordar que esta población está sujeta no solo a los rigores propios del campo, sino a los duros contrastes de la sociedad peruana. Mientras una mujer en la costa que habla español tiene hoy buenas opciones de trabajar en las líneas de producción de las grandes agroindustrias (generando con ello ingresos propios), en la sierra miles de mujeres quechuahablantes reparten su tiempo entre las exigentes labores del hogar e incontables horas sobre los campos de cultivo, muchas veces sin obtener por su esfuerzo el más mínimo reconocimiento económico.

Quizá sea necesario que así como las exigencias foráneas de “Comercio Justo” nos hicieron ver que la cadena de comercialización en el país tiene la obligación de ser equitativa, una idea similar se lleve al plano de reconocimiento de la labor femenina en el campo. Y no solo en relación a los productos de agroexportación, sino a los del mercado interno. Está en todos nosotros esta responsabilidad. 

“Empoderar” es un término que se está usando recurrentemente en los últimos años. Sin embargo nada significa si no está acompañado de un movimiento nacional real que otorgue a la mujer capacidades de decisión y la ponga en el medio de las políticas de desarrollo social agrario. 

En 2016 el informe “Investing in Women along Agribusiness Value Chains” de la Corporación Financiera Internacional (IFC) estableció algunos puntos esclarecedores sobre cómo las empresas pueden incrementar su productividad y eficiencia en el sector agrícola si se decidían a cerrar las brechas económicas y sociales entre hombres y mujeres a lo largo de las cadenas de valor. 

El documento reconoce que a nivel mundial ellas encuentran múltiples barreras como el limitado acceso a insumos agrícolas, tecnologías, financiamiento y redes. Para esto, hay que derribar algunos mitos que se citan como que las mujeres no desempeñan funciones importantes en la agroindustria o que no son un mercado de clientes rentable. Basta recordar que según la FAO las mujeres podrían incrementar su productividad hasta en un 30% si tuvieran el mismo acceso que los hombres a los medios y recursos de producción.

De otro lado, algunos datos desde el sector privado local, como que el salario mensual promedio de las mujeres que trabajan en el sector agrícola formal creció más de 60 por ciento entre 2004 y 2014 (reporte de AGAP), nos dan a entender que ya existen nociones en el camino de reconocer el valor de su aporte a este sector económico. Pero falta mucho por hacer para que el contraste entre la pequeña y la gran agricultura no sea tan patente. Por ello, es momento de que las instancias pertinentes del país (todos los niveles de Gobierno) se embarquen en una tarea unificadora de estos criterios, trasladando en su medida las estructuras y buenas prácticas del sector privado costeño a los procesos productivos de la sierra y la selva, para que las mujeres sean reconocidas finalmente como esas grandes aliadas del desarrollo agrícola que siempre han sabido ser.