Destacado científico fue crítico con la agricultura orgánica y sentó su posición a favor del uso de transgénicos para mejorar las variedades nativas de productos clave para la seguridad alimentaria y con potencial de éxito para exportación. Enumeró una gran cantidad de ejemplos en los que el país estaría perdiendo oportunidades comerciales notables.
(Agraria.pe) Décadas de trabajo especializado ayudan a que sus palabras resuenen con el peso de la experiencia. Dice así por ejemplo que en 20 años de consumo de transgénicos en el mundo, las academias de ciencias no han registrado un solo caso de daño a la salud por esta causa. Más bien, el daño, y uno muy grave comercialmente, se lo estaría infligiendo el país a sí mismo por no permitir el uso de esta plataforma de desarrollo que en tantas latitudes parece haber dado soluciones concretas a problemas históricos.
Destacó el caso de la soya a nivel mundial, que en lugares donde es cultivo principal como Argentina, Canadá, Estados Unidos, Bolivia y Brasil, ya es en más de 90% soya cultivada sin glifosato (un conocido herbicida). A esta mejora, el especialista agrega características superiores que se están ensayando como las soyas transgénicas con aceites modificados semejantes al aceite de oliva. “Y no a 15 soles el medio litro como se vende el aceite de oliva, sino a 5 soles el litro de aceite de soya. Los aceiteros la van a pasar muy difícil con esto”.
Alexander Grobman tiene una trayectoria larga en el sector y, desde luego, es un nombre que no resulta nuevo para quienes siguen el tema, no exento de polémicas. Así, fue investigador y primer director del INIPA (hoy Instituto Nacional de Innovación Agraria – INIA), y luego director de organizaciones de investigación agrícola en el Perú. Entre ellas se cuenta la Estación Experimental Asociación de Agricultores de Cañete, Programa de Maíz de la Escuela Nacional de Agricultura (hoy UNALM), presidente del director de Semillas Penta del Perú y Productora Agrícola del Campo, entre varios otros cargos.
Oportunidades inmediatas
De acuerdo a Grobman, en EE.UU. se acaba de aprobar el consumo y producción de salmón transgénico, un tipo de salmón que podría producirse en el Perú también solicitando los permisos respectivos y utilizando para ello las 12 mil lagunas altoandinas adaptadas a agua dulce. “Se trata de un salón que crece al doble de velocidad porque se le ha introducido un gen de salmón del Pacífico a uno del Atlántico. Con esto Chile exporta 2.800 millones de dólares al año en salmón. Nosotros podríamos quitarle todo ese mercado a Chile si nos dejaran producir ese salmón”.
Destacó de igual manera el caso del melón, al que ya se le puede tratar un gen que modifica la síntesis, con lo que se consigue que la maduración de la fruta se torne muy lenta, una característica clave si, por ejemplo, se le quiere exportar a mercados que se encuentran a grandes distancias.
Otro caso de interés es el de la papaya en la selva peruana, que está siendo destruida por el ‘virus de la mancha anillada’, que cada vez se extiende más y obliga a los agricultores a buscar zonas libres para sus cultivos cada vez más lejos. Recordó que Hawái tuvo un problema muy similar a este y que logró desarrollar una especie de papaya transgénica resistente a la mancha anillada, resolviendo así su problema. Un caso análogo es el del café peruano, donde 30% de la producción está afectada por la roya, la que podría prevenirse con investigación pues la secuencia del genoma del café ya se encuentra realizada.
Por todo esto, el científico pidió considerar el contexto mundial de crisis para el desarrollo del agro al evaluar el tema de los transgénicos. Recordó que los recursos de tierras arables en el planeta están disminuyendo y que los pequeños aumentos que se lograron en años recientes se debieron a irrigaciones que resultan cada vez más costosas, un tipo de proyectos para los cuales el Banco Mundial ya no quiere otorgar préstamos, lo que obliga a los Estados a usar sus propios recursos para ese desarrollo.
El desafío, indica, consiste en aumentar el rendimiento agrícola por hectárea pues no podemos contar con que la cantidad de tierra aumente, sino todo lo contrario. “Ahora tenemos casi media hectárea por habitante. Pero pensemos en las proyecciones al año 2050 que indican que para entonces llegaremos en el mundo a ser 9.300 millones de habitantes. Cuando eso suceda en el Perú seremos 45 millones”.
Desfases evidentes
Apuntó además que hay sectores productivos donde simplemente ya no es posible competir por el desfase con lo alcanzado por otros países gracias a esta tecnología. Puso de ejemplo el caso del algodón transgénico que se produce a gran escala y lo contrastó con la realidad del algodón peruano. Recordó entonces que en 1960 el país contaba con 260 mil hectáreas de este cultivo y que para el año 2010 había caído hasta 30 mil. “No competimos, traemos hilados de China, de EE.UU., porque se nos ocurrió que no podemos usar transgénicos. Hemos trabajado en intentar cambiar la planta del algodón en el país para que funcione mejor pero no sucede”.
Señaló también que en la Universidad Nacional del Centro (Huancayo) los genetistas locales han logrado desarrollar su propia papa transgénica con muchas propiedades diferenciales positivas y que debido a la Ley de Moratoria no pueden usarla para nada, por lo que se tiene que enviar a otros países para que le puedan sacar provecho.
Finalmente, criticó a la agricultura orgánica calificándola de “desastre” pues al no usar fertilizantes ni otros elementos para su desarrollo logra un rendimiento entre 40% a 50% menor que un cultivo regular, lo que encarece mucho el costo por kilo del producto. De acuerdo a Grobman, eso explica por qué el total de tierra asignada a la agricultura en el mundo no pasa de 2%.
“Ese es un mercado especial para gente que tiene mucho dinero y cree que le va a hacer bien. Yo de ninguna manera voy a comprar algo orgánico, no me gusta gastar plata por gusto”, sentenció.
Dato
Alexander Grobman hizo estas declaraciones en el marco del simposio “Avances de la Ley de Moratoria de ingreso y producción de OVMs”, realizado en la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM).