(Agraria.pe) Actualmente los sistemas agroalimentarios emplean a 1.000 millones de personas en todo el mundo, más que cualquier otro sector económico.
Además, nuestra forma de producir, consumir y, lamentablemente, desperdiciar alimentos le cobra un precio muy alto a nuestro planeta, ejerciendo una presión innecesaria en los recursos naturales, el medio ambiente y el clima.
Con demasiada frecuencia, la producción de alimentos degrada o destruye los hábitats naturales y contribuye a la extinción de especies. Esta ineficiencia nos cuesta billones de dólares, pero lo que es más importante es que los sistemas agroalimentarios actuales están exponiendo desigualdades e injusticias profundas en todo el mundo
Unas 3.000 millones de personas no pueden permitirse dietas saludables, mientras que el sobrepeso y la obesidad continúan aumentando en todo el mundo.
El Covid-19 ha subrayado la necesidad de un cambio de ruta urgente en nuestros sistemas agroalimentarios. La pandemia ha hecho que sea aún más difícil para los agricultores (que ya se confrontan con la variabilidad del clima y los fenómenos extremos) vender sus cosechas, mientras que el aumento de la pobreza empuja a un mayor número de residentes de la ciudad a utilizar los bancos de alimentos, y millones de personas necesitan ayuda alimentaria de urgencia.
Necesitamos sistemas agroalimentarios sostenibles que sean capaces de alimentar a 10.000 millones de personas en 2050. Para lograrlo, los gobiernos deben reconvertir las políticas antiguas y adoptar políticas nuevas que fomenten la producción sostenible de alimentos nutritivos asequibles y que promuevan la participación de los agricultores.
Dichas políticas deben promover la igualdad y el aprendizaje, impulsar la innovación, estimular los ingresos rurales, ofrecer redes de seguridad a los pequeños agricultores y desarrollar la resiliencia climática. También deben considerar los diversos vínculos existentes entre las áreas que afectan los sistemas alimentarios, incluida la educación, la salud, la energía, la protección social, las finanzas y demás, y hacer que las soluciones encajen.
Y deben estar respaldados por un aumento considerable de la inversión responsable y un apoyo enérgico para reducir los impactos medioambientales y sociales negativos en todos los sectores, especialmente el sector privado, la sociedad civil, los investigadores y el ámbito académico.
Fuente: fao.org