17 marzo 2025 | 10:11 am Por: Redacción

En 2022 se enviaron 693.477 kilos, en 2023 se despacharon 1.175.946 kilos, mientras que en 2024 la cifra se redujo a 604.000 kilos

Existen alrededor de 300 a 400 hectáreas de caqui en Perú, ubicadas en Huaral

Existen alrededor de 300 a 400 hectáreas de caqui en Perú, ubicadas en Huaral
La tarea para repotenciar las expectativas del caqui es expandir la lista de mercados receptores. Se envía casi todo a España y hay destinos muestra. En suma, 98% se dirige a Europa y solo un 2% a otros puntos.

(Agraria.pe) Caqui, palosanto, persimón o zapote. Esta ‘fruta del fuego divino’ —por su denominación en japonés— registra una larga lista de nombres que no combina con la cantidad de accesos internacionales que el Perú puede presumir. Su exportación, hasta el momento, se concentra en un solo destino; no obstante, hay un proceso en marcha para llegar a una de las potencias mundiales. ¿De qué se trata?

Aunque se adapta muy bien a los suelos de la costa central; es decir, con drenaje y clima seco, el caqui enfrenta otros desafíos. Se aferra, no obstante, a cierto optimismo porque, ante los ojos globales, se posiciona como una fruta cargada de potasio, magnesio, hierro, manganeso y fósforo.

Los avances en la exportación del caqui peruano
Gabriel Amaro, presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), aclara que el caqui es un producto sobre el cual recién se están levantando planes. Hasta el momento hay, de acuerdo con la data más reciente, alrededor de 300 y 400 hectáreas de cultivo, que se ubican en el norte de Lima, en Huaral.

En detalle, en el 2022, los envíos registraron 693.477 kilos y, en el 2023, sí hubo un ligero despegue, con 1 175 946 kilos. Sin embargo, en el 2024 —y debido a los contratiempos climáticos— la cifra se redujo nuevamente: se exportaron 604.000 kilos, lo que representó US$ 356.000.

Pero no solo la situación medioambiental fue un argumento.

“Consorcio Productores de Fruta (CPF) es el que más exporta caqui, tiene pequeños y medianos productores. Entonces, algunos dejan de producir, se desalían o se dedican a otra fruta por una decisión personal, quizá por el mercado o porque ven oportunidad en otro producto”, relata Amaro.

España, el mercado líder del caqui peruano
La tarea para repotenciar las expectativas del caqui, según Amaro, es expandir la lista de mercados receptores. “Se está mandando todo a España, casi nada a otro lado. Hay destinos muestra, al parecer Aruba, pero no es un producto que se haya masificado”, indica. En suma, 98% a Europa y solo un 2% a otros puntos.

Gracias al TLC con la Unión Europea, destinar el caqui directamente hacia Rusia, Alemania, Italia y Francia también resultaría una estrategia oportuna.

Pero los impulsos actuales tienen los ojos puestos en Estados Unidos. “Se está trabajando en el RP (riesgo de plagas). […] Yo creo que en el 2026 no va a estar listo todavía. Estos años hemos priorizado algunos cultivos a Estados Unidos: espárragos, cítricos, palta, pitahaya y aguaymanto, y hay otros productos que están en proceso, como el caqui”, precisa.

Amaro identifica, asimismo, que el tema de la promoción es deficiente. “Ante Estados Unidos es muy importante la promoción. El otro tema es mejorar las condiciones para la inversión acá, todo depende de los márgenes (de tiempo) que dan los cultivos”, explica.

En este caso, el árbol del caqui puede tardar entre 3 y 5 años en dar frutos.

Una esperanza en la Ley Agraria
El presidente de AGAP es enfático al mencionar que, de admitirse la Ley Agraria, las expectativas para el caqui y otros productos mejorarían considerablemente.

“Este año, por ejemplo, si se aprueba la nueva Ley Agraria en el Congreso, comenzará a haber más inversiones y las empresas querrán seguir diversificando su canasta”, advierte.

Califica, en esa línea, a esta normativa como una “ley sectorial”: “Es para todo el sector agrario, para la parte agrícola y la parte pecuaria. Es tanto para la empresa como para el productor individual y de todo tamaño”, razona.

Enumera, así, qué elementos podrían optimizar la cadena productiva: brinda un instrumento adicional para compras del Estado, mejora el nivel de renta para productores pequeños —hasta 30 UIT no pagan renta, y entre 30 y 140 UIT pagarían 1%—, facilita las alianzas, promueve la formalización y agiliza el procesamiento de los estándares de calidad.

“Esta ley permitiría formalizar y atender esa necesidad de implementar estándares para la producción de la pequeña agricultura, si es que se une con la agricultura moderna”, finiquita.

Fuente: Gestión

 

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