En el país existirían un promedio de 200 a 250 hectáreas del fruto, que es rústico y muy resistente, ideal para pequeños productores. En Colombia es tal su importancia que es su segundo fruto más exportado. Hay intentos de sacarle mejor provecho comercial entre nosotros, pero aún es insuficiente.
(Agraria.pe) El Perú es una despensa de grandes sorpresas, muchas de ellas desaprovechadas. Este es el caso del tumbo, un fruto delicioso que podría convertirse en una importante alternativa productiva para muchos agricultores de pequeña escala.
William Daga, especialista en frutales de Sierra y Selva Exportadora, detalla que se trata de una de las especies más comerciales entre las pasifloras, destacando una variedad especial que es conocida como “Mollar” que llega a pesar 200 gramos por unidad (el común pesa 50 gramos). De forma alargada y color amarillo-verdoso, resalta con su sabor agradable, bastante conocido en sus zonas de producción como son las provincias de Huarochirí, Huacho, Huaura, Yauyos y las regiones de Cajamarca o Huánuco.
“Es una bendición – dice Daga- porque produce casi todo el año, puede estar nueve meses al año con cosechas semanales. Conozco gente que vive muy bien con el tumbo, produciendo todas las semanas y con la cosecha mantienen a sus familias, sobre todo con la variedad ‘Mollar’, que es el tumbo serrano grande. No hay huertos comerciales en el país, pero hay municipalidades como la de San Mateo de Otao (Huarochirí), que están haciendo viveros para hacer un sistema comercial”.
Sería un primer gran paso hacia un futuro muy prometedor si, tal como destaca el especialista, se considera que en Colombia este fruto es el segundo más exportado -allá se le conoce como “Curuba”- y se coloca en fresco en mercados de Estados Unidos y Europa.
Por ahora, se estima que en país existen un promedio de 200 a 250 hectáreas de tumbo, la gran mayoría en huertas familiares, donde se producen entre 10 a 12 toneladas por hectárea. Hubo intentos inorgánicos de aprovechar el producto que quedaron en el camino, como la de la propia municipalidad de San Mateo de Otao y la de Huachupampa, que procesaban el fruto y lo distribuían, llegando hasta zonas como Santa Eulalia, Chosica y Vitarte. Es necesario retomar esos esfuerzos y darles sostenibilidad.
William Daga resalta que toda la producción nacional de tumbo se consume en el mercado interno pero tiene gran potencial para desarrollarse en territorios entre los 2000 a 2800 metros sobre el nivel del mar. Su capacidad de adaptación a esos territorios es muy grande, por lo que no requiere cuidados especiales más que un buen sistema de conducción con palos y alambres para que la fruta no se dañe.
“Para los productores pequeños, es una buena oportunidad de desarrollo”, concluye.