06 marzo 2019 | 08:31 am Por: Edwin Ramos | prensa@agraria.pe

Sostuvo Magaly Herrera, vocera del Colegio de Nutricionistas

En Perú falta investigación en relación al consumo de insectos

En Perú falta investigación en relación al consumo de insectos

Se estima que a nivel mundial el mercado de insectos comestibles superará los mil millones de dólares hacia 2023 gracias a una demanda proteica creciente.

(Agraria.pe) Los desafíos de la alimentación sostenible son muy grandes y casi no hay recursos que deban dejar de considerarse en un plan para un futuro no tan lejano. Como marco, tenemos esa proyección de la FAO ya tantas veces citada de que para el año 2050 habrá en el mundo 9.000 millones de bocas que alimentar, lo que da una idea del reto que se cierne sobre nosotros.

En este escenario, una de las cuestiones más acuciantes es de dónde obtener las proteínas que esa creciente población necesitará más y más (unas 60 millones de toneladas de proteína para 2030, según estiman algunos expertos). Pues, como ya lo han adelantado algunas experiencias en otros países, parece que una buena alternativa son los insectos. 

De hecho, un informe de la empresa Meticulous Research de 2018 determinó que los insectos están en capacidad de proveer altos valores nutricionales con un muy bajo riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas y proyecta que el mercado global de insectos comestibles alcance en 2023 un valor 1,181.6 millones dólares.

Al respecto, Magaly Herrera, decana del Consejo Regional del Colegio de Nutricionistas del Perú, sostuvo que en nuestro país aún falta mucho por investigar en relación al consumo de insectos, algo que es muy necesario. Experiencias de nuestra Amazonía como la ingestión de hormigas siqui sapa como fuente proteica, demostrarían que ya hay una visión de alimento funcional con respecto a estos. Es un potencial que en la costa se topará con un prejuicio cultural pero que puede combatirse con un proceso de adaptación.

“También tenemos a los gusanos, los suris, que son una buena fuente de grasa y permiten tener una alimentación sostenida, porque eso es lo que buscamos, que la población tenga seguridad alimentaria y sostenible, lo que debe ir de la mano con la agricultura familiar para que toda la producción de alimentos se incremente”, comentó. 

No es por tanto descabellado pensar en una masificación de este tipo de alimentación entre nosotros, sobre todo si consideramos que según cálculos de la FAO los seres humanos consumen ya a nivel mundial más de 1,900 especies de insectos. De hecho, entre los más consumidos se encuentran los escarabajos (31%), las orugas (18%); abejas, avispas y hormigas (14%); y saltamontes, langostas y grillos (13%). 

Un buen espejo en el cual mirarse para el desarrollo sostenible (pues no se debe afectar a los insectos silvestres) de una industria de este tipo puede ser Dinamarca, donde algunos emprendedores están reconvirtiendo antiguas granjas tradicionales en novedosas granjas de insectos. El sitio web El Confidencial cita el caso de Heimdal Entofarm, una empresa que fue al principio una granja familiar de cría de cerdos y hoy se dedica a la producción del gusano de la harina, la primera en el país escandinavo. Otras empresas en el mismo país como Enorm Biofactory han recibido hasta financiamiento estatal (2.1 millones de euros) para criar moscas, en este caso para fabricar pienso.