(Agraria.pe) Las pruebas de cultivos de cerezo en tierras peruanas recientemente ofrecieron resultados prometedores, lo cual había motivado a empresas agroindustriales a invertir en este fruto. Sin embargo, la reciente derogación de Ley de Promoción Agraria desalentaría estos proyectos, sostiene Odilo Duarte, consultor internacional en agronegocios y fruticultura.
“Hay algunas variedades de cerezas que parece que pueden adaptarse bien al clima peruano, pues los cultivos han floreado. Los resultados de los ensayos han dado esperanzas de que esto puede funcionar”, dijo.
Al igual que Duarte, en los últimos años diversos expertos han señalado el gran potencial que tendría el Perú para el cultivo y la exportación de las cerezas, si se diera con la variedad y la ubicación geográfica idóneos para su producción en el país. En Chile, las cerezas son uno de los principales cultivos de exportación y el más rentable, según señaló el especialista.
Tal y como pasó con los arándanos, las primeras interesadas en investigar e invertir en este nuevo producto en el Perú son las grandes agroindustriales. En el caso del blueberry, dos grandes empresas empezaron en el negocio, con unas 1.000 hectáreas cada una. Pero su ejemplo fue seguido por los pequeños agricultores y ahora en el país se contabilizan unas 12.000 hectáreas del fruto. Entre 2012 y 2018, la producción creció 206% en el país.
De forma similar, las agroindustrias recientemente habían previsto invertir en cultivar cerezos en la costa central y la costa sur. Aunque el frío de la sierra peruana es más favorable para el desarrollo de estos frutos, en dicha zona del país no se cuenta con la infraestructura necesaria, agrega.
Según precisó el vicepresidente de la Asociación de Productores de Cítricos del Perú (Procitrus), Alfonso Rizo-Patrón, empresas agroindustriales planeaban invertir en hasta 500 hectáreas iniciales de cerezo, tras el éxito obtenido en las pruebas.
Sin embargo, el clima político actual no es favorable para las inversiones en un nuevo producto, advierte el consultor Odilo Duarte, pues, según señala, se ha generado una falta de predictibilidad sobre los salarios y el pago de impuestos en la agroindustria.
“Esta situación no hace atractivo el invertir a largo plazo y menos en un cultivo nuevo, que empieza a ser rentable recién luego de 5 o 6 años. Nadie va a invertir en un cultivo que no saben cómo se comporta en el país, si las condiciones son inestables”, acotó.
Fuente: Gestión