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Sandro Barreto

Sandro Barreto

15 febrero 2016 | 11:35 am Por: Sandro Barreto

La teoría de las 10,000 horas y la gestión del talento humano

La teoría de las 10,000 horas y la gestión del talento humano
El 6 de septiembre de 1995 la selección de futbol Colombiana sostuvo un encuentro amistoso con su homóloga Inglesa en el mítico estadio de Wembley ante 20,000 espectadores (alrededor de 16,000 ingleses y 4, 000 colombianos). El país que inventó el futbol en 1,848 al crear el código Cambridge, base para la creación del reglamento del fútbol moderno, quedó estupefacto en el minuto 21 del primer tiempo ante la desvergonzada acrobacia de calculado riesgo ejecutada por Higuita, ya que ese día el portero colombiano estrenó su famoso escorpión. Hace algunos años esta jugada  fue elegida por los internautas del Daily Mirror,  como la mejor jugada de la historia del fútbol. Cuando el talentoso Higuita efectuó esta jugada contaba con 29 años de edad, más de 20 años en el futbol, 10 años como profesional y 5 años practicando la jugada que se convirtió en “su marca personal”. Como es natural resulta fácil deducir que Higuita solo pudo lograr ser considerado como uno de los mejores arqueros de todos los tiempos, como consecuencia de la destreza obtenida por miles de horas de  práctica disciplinada y constante que le permitieron evidenciar el potencial de su talento.

Según el periodista, ensayista y sociólogo canadiense Malcolm Gladwell, se  debe tener una acumulación de 10.000 horas de práctica en una disciplina para alcanzar la excelencia en la misma. Como es natural, Gladweel tiene seguidores y detractores, pero su trabajo plasmado en el libro titulado “Outliers. The story of success” (“Fuera de serie. La historia del éxito”), nos describe cómo algunas personas lograron tener éxito. El autor analiza la importancia de varios factores determinantes para el éxito, como la cultura, la familia,  los amigos, los ancestros  y otros, pero el principal tema abordado es la regla de las 10.000 horas, lo cual equivale a 10 horas por semana en 20 años o 20 horas por semana en 10 años o 40 horas por semana en 5 años. Evidentemente ha habido, hay y habrá personas con cualidades excepcionales capaces de lograr la excelencia en menos tiempo, pero, aparentemente, parece no haber duda de que alcanzar y poseer una gran destreza está estrechamente ligada con la práctica constante y al convencimiento de que todo es perfectible.

Cuando tenemos un “por qué” claro y estimulante como meta u objetivo, estamos dispuestos a  desplegar nuestro mejor esfuerzo para conseguir ese logro. Si trabajamos con tenacidad instalaremos, sin darnos cuenta, un hábito propulsor que permitirá la aparición del máximo potencial de nuestro talento para el tópico en el que nos estamos especializando. Si hay foco, persistencia y motivación los hábitos aparecen naturalmente y sirven como plataforma para facilitar la construcción de una  sólida y férrea disciplina. Tener disciplina implica tener dominio de carácter para conseguir objetivos, para salir de la zona de confort y para poner primero lo primero; tener disciplina contribuye a aumentar la auto seguridad y la autoestima porque facilita que el individuo se sienta capaz. En nuestro país hay personas que  encarnan esa pasión por practicar y mejorar continuamente; entre otros tenemos a Deysi y Jorge Cori (campeones mundiales y maestros de ajedrez), Raúl Alcántara Castillo y Christian Altamirano campeones mundiales de matemáticas 2015 para estudiantes de secundaria y Claudio Pizarro máximo goleador extranjero en la historia de la Bundesliga.

¿Qué debemos hacer para que los colaboradores de nuestras organizaciones deseen y busquen la excelencia como lo hacen los Cori, Alcántara, Altamirano y Pizarro, y que a la vez lo quieran hacer como un equipo de alto rendimiento? La respuesta está en mejorar las competencias de liderazgo de los directivos y en diseñar e implementar políticas de recursos humanos que engrandezca a las personas. Estos dos elementos son los pilares para una adecuada “Gestión del Talento Humano”, ya que contribuyen a que cada colaborador comprenda cabalmente su rol y se esfuerce en desarrollar su máximo potencial, cuando responde a tres preguntas esenciales: ¿por qué hago lo que hago?, ¿cómo lo hago? y finalmente ¿qué hago?,  La respuesta a la primera interrogante es la que marca la diferencia entre saber o ignorar si la actividad que se está realizando “vale la pena”. Cuando una persona con principios y valores adecuados sabe que con su trabajo está contribuyendo al bienestar de otras personas, la “orientación al cliente” nace y florece con facilidad. La respuesta a ¿cómo lo hago? traerá la mejora continua que refuerza permanentemente “la orientación al cliente” desde una perspectiva de “orientación al resultado”, con lo cual el camino para logara la excelencia empresarial se facilita. Finalmente la respuesta a la pregunta ¿qué hago? ayuda a interiorizar la misión del colaborador en el equipo.

Las organizaciones con líderes auténticos y con una adecuada política de RRHH marcan una diferencia tangible en la gestión del talento, ya que crean una cultura que, por un lado transforma a cada colaborador en un experto en su tema y por otro impulsa a que las personas trabajen alineada y sincronizadamente en equipo para el logro de objetivos comunes.

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