COLUMNA DE:
Miguel Ordinola

Miguel Ordinola

Secretario Ejecutivo-Alianza de Aprendizaje Perú - Docente de Post Grado de la Pontificia Universidad Católica del Perú
07 septiembre 2022 | 09:51 am Por: Miguel Ordinola

Crisis alimentaria: opciones a partir de la generación de innovaciones desde la agricultura

Crisis alimentaria: opciones a partir de la generación de innovaciones desde la agricultura

Según información reciente difundida por FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura), en el presente año el Perú se ha convertido en el país con mayor inseguridad alimentaria en Sudamérica. Precisa que 16.6 millones de personas (más de la mitad de la población) se encuentran en inseguridad alimentaria moderada o severa, lo cual significa un aumento considerable   nunca antes observado en el país (el doble de lo que se registraba antes de la pandemia). Asimismo, esta situación implica que hayan 2.7 millones de personas con desnutrición y 1.8 millones de mujeres de entre 15 y 49 años con anemia.

Ante este panorama la pregunta que surge es como las innovaciones pueden contribuir a aumentar la disponibilidad de alimentos nutritivos, mejorar las dietas y la calidad de vida de estas poblaciones. A la par de los problemas de coyuntura (como por ejemplo la crisis de los fertilizantes) debemos mirar una perspectiva más amplia que nos permita generar soluciones, basadas en la innovación, a mediano y largo plazo y que sean sostenible. Varios avances recientes nos pueden dar una pista.

La agricultura ofrece opciones para poder ampliar la producción de alimentos básicos, mejorando la calidad de la dieta con niveles más altos de vitaminas y minerales, a través del desarrollo convencional de nuevas variedades. Recientemente se ha aprobado la Ley que establece que el arroz para el consumo humano debe ser fortificado (trabajo promovido por el Programa Mundial de Alimentos - PMA). Por el lado de las variedades biofortificadas, se están culminando trabajos que permitirán contar con variedades de mayor contenido de hierro (tanto por el lado del CIP como del INIA).

En algunas zonas específicas, se vienen promoviendo algunas experiencias a partir de la promoción del concepto de agricultura climáticamente inteligente que se orienta a obtener mayor productividad agrícola, mayor resiliencia al cambio climático y menor volumen de emisiones de gases de efecto invernadero. En café y cacao proyectos promovidos por USAID apuntan a esta línea y en papa el CIP ha implementado algunos proyectos que apuntan interesantes lecciones para su escalamiento.

Las pérdidas, mermas y desperdicio de alimentos se han convertido en una preocupación concreta y que afecta la seguridad alimentaria. En los últimos tres años en el país se han realizado diversos esfuerzos para generar mediciones cuantitativas que llamen la atención a los decisores de políticas (CIP, IFPRI, IICA, FAO). El MIDAGRI conjuntamente con diversos actores privados impulsó el 2019 la promulgación de Ley 30988 que Promueve la Reducción y Prevención de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en el marco de la Comisión Multisectorial de Seguridad Alimentaria y Nutricional (este espacio debe ser reactivado para articular diversas experiencias que se vienen implementando). Lo que falta ahora es ampliar las experiencias que se orientan a la reducción de la disponibilidad de alimentos.

La crisis del COVID aceleró diversos cambios en los métodos de extensión (cuya modalidad presencial ya presentaba limitaciones de altos costos y escasa cobertura). La alternativa de utilizar tecnologías digitales para generar comunicación bidireccional y con un enfoque participativo (donde el asesoramiento tenga como punto de partida la problemática y preguntas de los productores) vienen siendo promovidas. Antes de la pandemia ya se conocían algunas experiencias iniciales en el Perú a nivel de pequeños productores (café, cacao, papa) y en función a esto se puede aprovechar esta oportunidad para potenciar su difusión teniendo claro las restricciones que pueden existir en el acceso a conectividad, los incentivos necesarios para su difusión amplia y sus impactos en la seguridad alimentaria y generación de ingresos de los pequeños productores.

Estas son sólo algunas líneas de trabajo que ya se vienen desarrollando en diversos productos y territorios. Una limitación es que estas intervenciones no se articulan entre sí para generar impactos a una escala mayor. Para lograr esto se debería optar por un enfoque que promueva ecosistemas de innovación nacional, regional y local con objetivos complementarios y en marco del Sistema Nacional de Innovación Agraria (SNIA). La implementación del SNIA a nivel regional y local exige asegurar la participación de productores organizados, empresas, la academia, centros de investigación y, sobre todo, de los gobiernos regionales y locales, pero esto todavía es una tarea pendiente y que debe ser priorizada si realmente queremos afrontar los retos de largo plazo que, para la seguridad alimentaria y nutricional, nos plantea la situación actual sobre todo a nivel de los pequeños productores.