(Agraria.pe) La inocuidad, esto es, el estado saludable de los alimentos, es un factor clave hoy más que nunca en el mundo bajo un contexto de pandemia. Es el factor que impacta y define objetivos tan relevantes como el “Hambre Cero” de las Naciones Unidas, por lo que encadena salud, bienestar, producción y consumo responsable.
Así define Danilo Pérez, vocero del Centro para la Defensa del Consumidor de El Salvador y miembro del Consejo Mundial de Consumers International, el panorama alimentario de nuestros días. Para él, en medio de la pandemia ocasionada por el Covid-19, se están viendo dos efectos que son las caras de una misma moneda: el sobrepeso y la malnutrición.
“Sabemos que hay 188 millones de personas que se encontraban en inseguridad alimentaria en América Latina; se calcula que esto se va a incrementar sin duda en 2020. El número de pobres subirá de 186 millones a 214 millones de personas. Y en pobreza extrema de 67.5 millones subiremos a 83.4 millones. Incluso habrá reducción de la clase media por la pérdida de empleo, gente que va a pasar a la categoría de pobreza”, plantea.
Una mala alimentación y un escenario de pauperización socioeconómica van de la mano. Un sistema regional que tiene como soporte central los millones de negocios de subsistencia en las explotaciones agrícolas de América Latina, de las cuales el 56% se encuentra en América del Sur, 35% en América Central y el resto en otros países dentro del mismo marco. “Son 60 millones de hombres y mujeres en todas estas explotaciones agrícolas en la producción de economía familiar. Es importante considerar a partir de ello qué medida ir tomando y el impacto que van a generar”, apunta Pérez.
Por ello, es preocupante, dice, que los gobiernos de la región hayan implantado en la región acciones como control de precios en alimentos, restricción a la movilidad de las personas, al transporte público y privado, el cierre de plazas y mercados de compra, esto último, con afectación directa en los pequeños productores y los consumidores finales.
¿Quiénes se han favorecido? La respuesta es clara: “Creo que se ha fortalecido en este esquema de emergencia a las grandes cadenas de suministro como los supermercados. Esto es un tema al que hay que ponerle muchísima atención por los datos económicos que acabo de relacionar”, advierte.
Es un escenario gravoso sobre una América Latina que ya representaba el 20% de la comida que se pierde a nivel mundial en la poscosecha y que hoy está impactada por la ruptura de la cadena de suministro de pequeños productores, lo que pone en riesgo la oferta de alimentos.
Para el especialista es claro que urge habilitar los mercados, plazas y ferias pequeñas siguiendo los protocolos sanitarios necesarios, pero bajo ningún motivo limitar el comercio de alimentos, no romper la relación de productores y consumidores.
Pide además fortalecer las cadenas logísticas de transporte, almacenamiento y distribución, para no afectar la seguridad alimentaria. “Es hora de que se fortalezca la alianza consumidores-pequeña agricultura familiar”.
Esto es importante además no solo por la protección de los productores, sino por el perfil nutricional de los consumidores, que muchas veces están recibiendo de los gobiernos alimentos hipercalóricos en medio de la crisis actual, lo que incidirá en cuadros de sobrepeso y obesidad. Es una forma de afectar el sistema alimentario saludable.
Para evitarlo, dijo, es imperativo establecer el etiquetado de los alimentos, incrementar el impuesto a las bebidas azucaradas, regular la publicidad de productos industriales dirigida a niños y adolescentes, robustecer la política de alimentación saludable escolar con compras públicas a medianas y pequeñas organizaciones.