En una ocasión me invitaron a dar unas palabras de inauguración en una feria de maquinaria e insumos agrícolas cuando era Decana de la Facultad de Agronomía, eran mis primeros días como Decana (aprox. 2014); en el grupo de invitados también estaba un funcionario del Ministerio de Agricultura. Estuvimos conversando sobre el cambio del nombre del ministerio a Ministerio de Agricultura y Riego. Mi primera pregunta fue ¿por qué? ¿por qué la práctica de riego debía resaltarse en desmedro de las otras prácticas del cultivo? La respuesta fue que el recurso hídrico es prioritario.
Definitivamente es cierto y nadie puede negarlo; el simple hecho de ver las plantaciones de palto en la Irrigación CHAVIMOCHIC en áreas en donde no existía nada en los inicios de los años 90 visualiza el impacto de la existencia o no del recurso hídrico, pero ¿se requiere el cambio del nombre de un ministerio para denotar esa importancia? Seguí con la inquietud, pues la respuesta de este funcionario, al ser muy escueta, no me satisfacía. Meses después fui entendiendo que lo que se buscaba era fortalecer la gestión del recurso hídrico, así como su manejo sostenible.
Mi análisis posterior fue, ¿por qué se debe cambiar el nombre para que se priorice o fortalezca la gestión del recurso hídrico? No se puede trabajar a nivel de políticas de Estado que definan o establezcan lineamientos que rijan esto y se apliquen indefectiblemente sin la necesidad de estar cambiando los nombres. Todo el costo que acarrea realizar un cambio de nombre muy bien podría ser invertido en lo que se busca fortalecer.
Este año se ha generado un nuevo cambio; nuevamente por motivo de fortalecer otro aspecto. Teniendo 2 hitos relativamente cercanos, convendría tener información de los impactos positivos, data o métrica que permita establecer que en este lapso se generaron mejoras pero que no fueron lo suficiente para que se tenga que cambiar nuevamente el nombre del ministerio. ¿El introducir el término Desarrollo implicará que el sector agrícola pueda solucionar las problemáticas existentes? Nuevamente insisto, ¿no se deben trabajar en definir políticas de Estado? No existen las “varitas mágicas” que permitan que con el cambio del nombre automáticamente se tendrá el marco para introducir los cambios que aparentemente se requiere para alcanzar el desarrollo agrario. Estamos a la expectativa de lo que va a acarrear este cambio y el desempeño del MIDAGRI.
Como peruana, con una mentalidad “open mind” considero que los cambios son para mejorar, tengo esa esperanza que en este caso haya sido ese el móvil y espero ver los productos positivos de ese cambio.