COLUMNA DE:
Carlos Pomareda Benel

Carlos Pomareda Benel

Ingeniero Agricola Doctor en Economia Agricola y es el Gerente de Servicios Internacionales para el Desarrollo Empresarial y Presidente del Consorcio para el Desarrollo Andino.
28 junio 2021 | 10:02 am Por: Carlos Pomareda Benel

Más allá de las cifras agregadas y promedios que reflejan bonanza agraria

Más allá de las cifras agregadas y promedios que reflejan bonanza agraria

Ante los resultados que vayan a darse al culminar el proceso político que estamos viviendo; o los que pudieron haber sido, es evidente que el diálogo y el debate de los últimos meses nos llaman a una seria reflexión. Por un lado, la necesidad de que el Estado sea más racional y minucioso en cuanto a las políticas e inversiones estratégicas que alienten el crecimiento económico y reduzcan dramáticamente la desigualdad. Y, por otro lado, que la empresa privada en todas sus escalas, adopte medidas de más elevada responsabilidad social, de forma paralela a sus estrategias de crecimiento y acceso a mercados.

En el artículo con el que inicié mi columna en Agraria.Pe, hace seis meses Enderezando el Rumbo, ya había expuesto algunas de las ideas para avanzar hacia un modelo en el que la agricultura contribuyera más al desarrollo y no solo al crecimiento. Necesitamos adentrarnos en las grandes cifras y los promedios para comprender lo que está por dentro y hacer las correcciones necesarias.

En esta nota he escogido algunos temas en los que los valores agregados y promedios, en general positivos sobre el crecimiento de la agricultura, esconden aspectos que ameritan análisis. Lo que alguien llamaría “aquellos detalles en los que está el diablo”.

Comencemos por el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), que en los últimos 20 años ha tenido una tasa anual promedio del 12%; tomado ufanamente como el gran indicador de prosperidad nacional. Según el BCRP, dentro de esta tasa global, la agricultura ha crecido menos y sigue siendo una parte menor y decreciente del PIB.  Sin embargo, no se dice que la agroindustria es parte integral de la agricultura (aun descontando los ingredientes importados) y que duplica la contribución al PIB. Mas aún, la industria alimentaria, que se nutre con los productos de la agricultura, la ganadería y la agroindustria, ocupa un espacio considerable en las economías urbanas. Entonces, este conglomerado ha crecido; es cada vez más importante en la economía y hay que darle más atención.

En las agroexportaciones, el valor ha subido gratamente como la espuma. Participan alrededor de 2.400 empresas y en el modelo actual se requiere de grandes volúmenes para consolidar embarques y abaratar fletes. Sin embargo, hay que admitir que, en la cadena de agroexportación, los productores reciben en promedio solo entre 20% y 30% del valor FOB, y el resto lo capturan otros actores en la cadena hasta el punto de embarque, y que generan sus ganancias con menos sacrificio laboral y menos expuestos a riesgos que los productores, especialmente los más pequeños.  Eso hay que corregirlo con sistemas de información, capacidad negociadora y normas que se cumplan.

La consolidación como agroexportador es necesaria para todas las empresas, independientemente de su escala, debe ser parte de su estrategia y deben desarrollar capacidad para lograr dicha consolidación. Según un estudio de GRADE sobre empresas en la agroexportación, las más grandes se han consolidado; la tasa promedio de salida de empresas antes de los cinco años es del 34% y solo el 12% ha sobrevivido más de 10 años. Numerosos factores han contribuido a estos resultados y el PENX 2014-2025 reconoció entre los factores, la capacidad de gestión, la fuerza de la asociatividad efectiva y la diversificación de mercados. La atención a estos aspectos para las empresas de menor escala, especialmente durante los primeros cinco años, es indispensable.

Nuestros productos del agro requieren comercializarse con más identidad territorial. En los grandes volúmenes que se exporta desaparece la identidad geográfica de los productos. Por ejemplo, en el caso de la palta, producida en territorios que aportan las condiciones agroecológicas determinantes de la calidad, prevalece la marca de la empresa exportadora. La identidad territorial ha demostrado ser la mejor manera de comprometer a la sociedad rural en la agregación de valor y requiere una estrategia y compromiso de las empresas exportadoras. La identidad territorial debe respetarse, promoverse y crear un sistema que pague por ella. Ya hay casos de exportadores de café y cacao que están usando ese modelo, con evidentes beneficios, mayores que los que se obtienen cuando se es parte del montón.

Las antes referidas situaciones y medidas para superarlas, y varias más, van a contribuir a resolver la pobreza rural y a reducir la desigualdad; sin embargo, también en dichos aspectos, los promedios no nos dicen la historia completa, como se ve a continuación.

Entre el 2000 y el 2019, la pobreza rural ha disminuido del 56% al 38% en promedio. Hay zonas en las que las condiciones han mejorado aún más y debe reconocerse que la agroexportación ha sido un factor positivo en esos territorios; pero hay otras zonas, más adentro, en las que la pobreza excede el 70%. Es allí donde la agricultura puede hacer la mayor contribución; pero es allí a donde hay que llegar con educación, servicios de salud, vías de acceso, internet y sistemas de riego. Obviamente, esta es una clara sugerencia para las inversiones públicas y para insistir en que se necesitan políticas agrarias y políticas para el agro y el medio rural

Tan preocupante como la pobreza rural es la desigualdad (medida con el Índice de Gini, que toma valores de 0 y 1, donde 0 corresponde con la perfecta igualdad). Entre el 2007 y el 2017 las condiciones en promedio han mejorado, como lo revela el referido índice, el cual ha bajado de 0.51 a 0.43. Sin embargo, el índice de riqueza productiva, que ya era malo, se deterioró, pues pasó de 0.75 a 0.81. La desigualdad en la propiedad de activos es la carga más pesada a superar; especialmente en el agro. Con la ínfima escala del tamaño de las chacras, éstas solo pueden hacerse más productivas con activos como equipos, herramientas, riego tecnificado, más capacidad de gestión y acción colectiva.

Lo brevemente expuesto son ejemplos que evidencian la necesidad de analizar más a fondo las cifras agregadas y los promedios. Y a partir de ello, analizar el pasado reciente y la situación actual, pero   estando claro que importa más el futuro.

En un estudio reciente de la UNICEF y el Banco Mundial (2020), se señala que el “Perú puede retroceder una década en la superación de la pobreza si no toma medidas para evitarlo. El análisis de la pobreza en la infancia y la adolescencia, de manera diferenciada, espera contribuir al diseño de políticas públicas orientadas a evitar la transmisión intergeneracional de la pobreza”

Si bien la situación es difícil hoy, son más severas las condiciones que se pueden tener si no se hace algo diferente. ©