COLUMNA DE:
Sandro Barreto

Sandro Barreto

10 agosto 2015 | 10:03 am Por: Sandro Barreto

Idea Proyecto --> Innovación = Embrión --> Embarazo --> Parto

Idea        Proyecto -->   Innovación = Embrión  -->  Embarazo  -->  Parto


Según el Informe Global de Competitividad 2014, elaborado por el Foro Económico Mundial a partir del estudio de 144 economías, nuestro país ocupó el puesto 117 en la dimensión INNOVACIÓN. El 2013 ocupamos el puesto 122 de 148 y el 2012 el puesto 117 de 144, con lo cual en estas tres últimas mediciones estamos ubicados en el último quintil en lo referente a INNOVACIÓN. Como sabemos el Índice de Competitividad Global (ICG) mide la habilidad de los países para proveer altos niveles de prosperidad a sus ciudadanos. Esta habilidad depende de cuán productivamente un país utiliza sus recursos disponibles; en consecuencia, el índice mide un conjunto de organizaciones públicas y privadas, así como políticas y factores que definen los niveles de prosperidad económica sostenible hoy y a medio plazo. El ICG evalúa 12 dimensiones, cada una de las cuales está conformada por varios factores. Una de las dimensiones es la Innovación, la cual  juega un papel fundamental para la sostenibilidad de las organizaciones en un entorno globalizado de cambio constante y creciente. No innovar no es solo mantenerse estancado y rezagarse; es asegurarse serios problemas que pueden terminar colapsando a una organización.

Al analizar en el informe cada uno de los factores que conforman esta dimensión,  se observa que las grandes barreras que enfrentamos en el campo de la innovación, no se encuentran en el estado;  están básicamente en el sector privado  (ver informe en página 307 del enlace: http://www3.weforum.org/docs/WEF_GlobalCompetitivenessReport_2014-15.pdf ). Ante esta situación la pregunta de rigor es: ¿Por qué nos está ocurriendo esto? Una de las respuestas está relacionada con los hábitos y actitudes dominantes en nuestro estilo de gestionar, ya que suele ocurrir con frecuencia que los directivos concentran la mayor cantidad de su tiempo y energía en resolver lo urgente dejando a un lado lo importante; se prioriza la solución de las dificultades del día a día, en el mejor de los casos, sin dejar espacio para cumplir con la responsabilidad de efectuar la vital e importante tarea de innovar (en procesos, productos, servicios, modelos de negocio y gestión integral). Todo esto denota escasa planificación, ausencia de visión estratégica y sentido de anticipación.
Como mencioné escuetamente en el artículo “La Rueda del Alto Desempeño Empresarial”, la Innovación debe ser considerada como un medio para conseguir los objetivos estratégicos que aseguran el crecimiento, desarrollo y sostenibilidad de la organización. La innovación se evidencia cuando una organización:
1.    Cuenta con políticas, métodos y acciones que permiten identificar las actividades que mejoran la habilidad de la organización para generar y adoptar innovaciones que crean ventajas competitivas sostenibles (resultados),
2.    Se adapta con facilidad a los cambios que demanda el entorno, lo cual implica que los integrantes de la misma tienen esa capacidad de adaptarse.
3.    Genera e invierte recursos estratégicos (competencias clave, activos estratégicos y procesos clave)  para investigar, analizar y evaluar permanentemente las necesidades implícitas y explícitas de los mercados actuales y potenciales.

La innovación se suele confundir con la creatividad, sin embargo la innovación implica crear y generar valor; es decir: comercializar la creatividad. La creatividad está relacionada con las ideas o la capacidad de imaginar. De hecho la creatividad es la madre de la innovación y la imaginación es madre de la creatividad. Innovación es la capacidad de capturar el valor de las ideas. Para clarificar el concepto de innovación recurro al caso Febreze de P&G: En 1993 un químico de P&G desarrollo una sustancia denominada hidroxipropil beta-ciclodextrina o HPBCD (moléculas derivadas del maíz), cuya propiedad era eliminar los malos olores al reducir la volatilidad de los gases que desprendían las fuentes que los generaban (la idea = la creatividad). P&G invirtió millones de dólares en perfeccionar la fórmula llegando a un líquido incoloro e inodoro. Drake Stimson, un talentoso y joven prodigio de 31 años, experto en matemáticas y psicología, dirigía el equipo de marketing y, por una inadecuada interpretación a las respuestas de los usuarios en los mercados de prueba, decidieron vender el producto como “algo que permitía que la gente se deshiciera de los olores incómodos”; lo cual a simple vista era más que evidente. Invirtieron millones de dólares en la distribución del producto y en la campaña publicitaria, sin lograr que el producto se moviera de las estanterías. El slogan fue “Saca los malos olores de la ropa”. Lo que no tuvo en cuenta el equipo de Drake fue que la gente que vive en la pestilencia y mal olor, no percibe esos olores como desagradables. Hasta los más fuertes olores dejamos de notarlos cuando estamos permanentemente expuestos a ellos (ver en youtube Cacosmia por Marco Aurelio Denegri). Drake y su equipo, al borde del fracaso absoluto, buscaron recursos externos (Diversidad) para resolver el problema y encontraron la solución: Cambiaron las etiquetas, añadieron perfume a la fórmula, indicaron que el producto se debía usar como “el toque final de la tarea de limpieza en cada habitación del hogar” y cambiaron el slogan por “Limpia los olores cotidianos”, relanzándolo en el verano de 1998. El resultado fue que las ventas al año del reposicionamiento alcanzaron la cifra de 230MM de dólares  (generar valor = innovación).   

Cuando hablamos de Creatividad e Innovación, no estamos hablando de dilema del “huevo y la gallina”. En términos de Creatividad e Innovación la respuesta es más clara que el agua: primero son las ideas. Toda innovación ha surgido de una pequeña o gran idea. Sin ideas, los procesos de innovación, estructuras o sistemas carecen de sentido o utilidad. No hay proyectos innovadores sin ideas; la idea es el embrión, el proyecto es el embarazo y la innovación es el parto. El proyecto Febreze duró 5 años y obligó a que el producto, después de un “parto fallido”, regresara a la condición de “embarazo” para rediseñarlo física y conceptualmente. Es preciso señalar que el embarazo o gestación, es un proceso en el que intervenimos utilizando la investigación, el análisis y la comprobación de hipótesis, de manera que “el parto” nos traiga un producto ganador y no un perdedor.

¿Cómo puede hacer un equipo o una pequeña empresa para estimular su innovación sin grandes inversiones? Estos tres simples pasos que sugiere Manuel Gross, pueden ayudar a que su equipo o empresa empiece a tener proyectos innovadores en cortísimo plazo:

1.    Cree espacios para innovar: La Creatividad e Innovación no pueden ser una tarea para “los ratos libres” si queremos dedicarnos seriamente a ella. Todas las personas de su equipo tienen que recibir claramente el mensaje: innovar es una parte fundamental del trabajo diario de todos; no es una tarea opcional.
2.    Potencie la Diversidad y las Ideas Originales: No espere que sus equipos, sin ninguna formación o entrenamiento, comiencen a aportar cientos de ideas originales y valiosas solo porque ahora sea una prioridad para usted. La innovación es una competencia blanda y como tal puede y debe ser desarrollada. Asesórese, busque y utilice técnicas para estimular la originalidad, forme a su equipo y de la bienvenida a las ideas más atrevidas.
3.    Convierta sus ideas en Proyectos: Tener ideas sin proyectos es como tener huevos sin empollar; todo el potencial está allí, pero sin los pasos adecuados ningún polluelo nacerá. Recuerde que así como del huevo no nacerá una gallina adulta, de una idea no saldrá inmediatamente un proyecto terminado. Confeccione prototipos de las ideas más originales para ganar aprendizajes claves antes de apostar definitivamente por el proyecto. Investigar, analizar y evaluar es la llave.

La innovación no ha sido ni es una característica subyacente en nuestro país porque, mayoritariamente,  los líderes no hemos asumido nuestro rol con la debida entereza y convicción. Este escenario genera una maravillosa oportunidad si vemos el vaso medio lleno. Así como nadie cambia nuestros hábitos por nosotros, nadie adquiere y desarrolla una competencia por nosotros; solo los auténticos líderes crecen para influir en el crecimiento de sus equipos y de sus organizaciones, dejando a un lado la improvisación y el estilo “apaga incendios”. La innovación es una competencia fundamental para que las personas aseguremos la sostenibilidad de nuestras organizaciones y la de nosotros mismos. La innovación no se instala por decreto en las organizaciones, ni porque se coloca Innovación como una competencia genérica en los perfiles de puesto; nada funciona en la vida real si el líder no lo modela e influye creando las condiciones. Dejemos de pensar que la innovación requiere de entornos especiales del estado y empecemos a auto administrarnos con la responsabilidad que la situación amerita. Inspirémonos en la reciente frase de Carlos Rodríguez Pastor: “Mucho de lo que pasa en nuestras empresas realmente depende de nosotros, porque si uno realmente quiere cambiar el país tenemos todo por delante”.

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