Martín Piñeiro, jefe de consultora Grupo CEO, afirma que se confunde el concepto de seguridad alimentaria con soberanía alimentaria
Por: Manuela Zurita
Agraria.pe- La seguridad alimentaria de la población de un país debería alcanzarse de la mano de las importaciones de productos agropecuarios. Así lo recomendó Martín Piñeiro, jefe de la consultora argentina Grupo CEO y actual Director del Comité de Asuntos Agrarios del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI).
Según el experto, el problema de la seguridad alimentaria estará progresivamente concentrado en la población pobre urbana; en ese sentido, los gobiernos deberían preocuparse por los precios de los alimentos. La forma equilibrada de lograr precios baratos es equilibrar razonablemente la producción local con las importaciones y no pretender, como se incentiva en el concepto de soberanía alimentaria, tener autosuficiencia alimentaria, que es una política muy cara y para muchos países virtualmente imposible, sostuvo Piñeiro en el taller Seguridad Alimentaria y Comercio en América Latina, celebrado en Lima el pasado jueves 15 de julio.
Es importante reconocer la necesidad de obtener una buena oferta nacional, apoyándose en los productos que sea necesario en las importaciones, resaltó.
Para Piñeiro, existe una confusión entre los conceptos de seguridad alimentaria y soberanía alimentaria. Mientras el primero habla del acceso de los consumidores a los alimentos, el segundo hace énfasis en la producción y en la protección de los productores, explicó.
La seguridad alimentaria adquirió importancia en el debate público en la crisis alimentaria de 2007 y 2008, pasando a ser entendida como un derecho humano, lo que le otorga una jerarquía distinta en las políticas internacionales, según observó.
El concepto de soberanía alimentaria tiene acogida especialmente en Bolivia, Ecuador, Venezuela y en cierta forma Brasil, añadió Piñeiro.
En América Latina
Durante su exposición, Piñeiro citó los resultados de un estudio realizado por la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés) sobre las respuestas públicas a esa crisis en América Latina.
Este documento concluyó - según comentó el experto - que los países latinoamericanos tomaron políticas sin pensar cuidadosamente sus condiciones estructurales, como economías importadoras o exportadoras.
En segundo lugar, que la mayoría tomó medidas de políticas sociales destinadas a resolver la inseguridad alimentaria.
En tercero, que se iniciaron pocas políticas productivas de largo plazo que afectaran la oferta de alimentos.
Por último, que se aplicaron pocas políticas comerciales. Algunos bajaron la protección arancelaria para bajar los precios e incrementar el comercio. Otros, limitaron las importaciones con la idea de desvincular los precios internos de los externos y aumentar la producción, sostuvo.
A juicio de Piñeiro, estas políticas se aplicaron de forma desarticulada, sin responder a las condiciones estructurales y necesidades de cada país.
Sugerencias
Ante esa realidad, el experto señaló la necesidad de que los países latinoamericanos tengan una mirada equilibrada en las problemáticas de seguridad alimentaría y las políticas para garantizarla, previendo la disposición y uso de los recursos para tal fin.
Al mismo tiempo, sugirió impulsar la producción, teniendo en cuenta que el precio de los alimentos se estima que se mantendrá alto en la próxima década. También, aplicar un conjunto de políticas comerciales que equilibren adecuadamente la producción nacional con las importaciones.
Esta mirada sobre la seguridad alimentaria requiere no perder de vista el fomento a la innovación para mantener la competitividad internacional como tampoco las transformaciones de la estructura agraria (mayor concentración de propiedad y uso de la tierra y de la cadena alimentaria en industriales y comerciales).
DATO