(Agraria.pe) De acuerdo con Produce, en el Perú, la pesca y la acuicultura artesanales contribuyen con el 65% de productos hidrobiológicos destinados para el consumo humano directo; es decir, suministra 2 de cada 3 de estos productos que se consumen en el país y aprovecha cerca de 300 especies del millar disponible en el mar peruano, promoviendo el consumo diversificado de la biodiversidad marina.
Según la FAO, el Perú es el país con más consumo de pescado en Sudamérica con 23 kg per cápita al año (2021). De manera consecuente, los desembarques para consumo humano directo han aumentado en 43.9% desde el 2010 al 2019. Sin embargo, el 39% de los productores no cuenta con sistemas de preservación (como la cadena de frío) y el 84% no cuenta con habilitación sanitaria, lo cual aumenta los riesgos para el consumo humano y pone en riesgo la productividad, sobre todo, de los pequeños pescadores artesanales.
Asimismo, el crecimiento de la pesca y la acuicultura artesanales no ha sido sostenible. De acuerdo con el Banco Mundial, mantienen un alto grado de informalidad con más del 60% de embarcaciones sin permisos de pesca vigentes y sin reportar sus capturas. En gran parte, esta situación precaria ha sido generada por la desatención en torno al desarrollo de buenas prácticas en los pescadores y acuicultores artesanales, desencadenando problemas de sobreexplotación. Esta dificultad, a su vez, produce un desbalance ecosistémico que causa la disminución de biomasa de especies marinas.
Por este motivo se necesita implementar un enfoque sistémico en estas actividades productivas tomando en consideración las alteraciones ambientales que causa la sobreexplotación y la limitada fiscalización. De otro modo, siendo que la pesca y la acuicultura artesanales son parte sustantiva de la alimentación nacional, habría serios riesgos de acceso a alimentos saludables en el futuro, así como en materia laboral para los más de 74.000 pescadores artesanales en el país y para los miles de acuicultores y maricultores.
Por lo mencionado previamente, la FAO apuesta por un enfoque de transformación de los sistemas productivos y de consumo de productos hidrobiológicos artesanales a partir de la instalación de una visión multisectorial que impulse el consumo humano directo de estos. Para ello, es necesario prestar especial atención a las zonas andinas y altoandinas que presentan los consumos per cápita más bajos a nivel nacional (menos de 15 kg per cápita, en comparación con los altos valores en costa y selva, que superan los 30 y 40 kg respectivamente en las regiones de más consumo). Hay que recordar que en estas zonas la triple carga de malnutrición –inseguridad alimentaria, desnutrición y sobrepeso– se hace patente, con índices altos de anemia y desnutrición crónica infantil, por lo que una mejora en el acceso a productos hidrobiológicos repercutiría positivamente. En este punto, los acuicultores artesanales andinos, principalmente de trucha, juegan un rol clave para mejorar el consumo humano directo en estas regiones con alto potencial para esta actividad.
Asimismo, para gestionar la promoción del consumo se necesita generar una mejor producción. Como se mencionó anteriormente, esta tarea requiere un enfoque sistémico que implique seguimiento y control de la pesca y acuicultura artesanales. Por lo tanto, es necesario impulsar esquemas de gobernanza que incentiven la investigación e innovación en estas cadenas con la finalidad de evaluar los impactos en ecosistemas acuáticos, mejorar los sistemas de trazabilidad en tiempo real, impulsar circuitos cortos de comercialización y fortalecer la gestión de residuos y deshechos de productos hidrobiológicos. Sobre este último punto, se abre, además, la posibilidad de generar una vinculación entre la agricultura familiar y la pesca y acuicultura artesanales a partir de la transformación de la merma de estas actividades en fertilizantes orgánicos, lo cual resulta particularmente atractivo ante las dificultades de acceso a fertilizantes químicos que enfrenta el país actualmente.
Siendo que 2022 es el Año Internacional de la Pesca y Acuicultura Artesanales, es clave que se reconozca el rol que prestan estas actividades en la seguridad alimentaria en el Perú y su contribución en la consecución del Hambre Cero. Para ello es necesario que se sistematicen acciones desde diferentes frentes, articulando instituciones de manera multisectorial y multinivel, y siempre con la participación de los pequeños pescadores.
Fuente: El Peruano