Sembríos en más de 400 mil hectáreas de la costa y selva rinden por debajo de lo esperado. Semillas importadas desde México no lograrían adaptarse por razones agroclimáticas. Dirigente denuncia campaña para desprestigiar al pequeño productor maicero.
(Agraria.pe) Los bajos rendimientos de los cultivos de maíz amarillo duro en la costa y la selva tendrían una explicación mucho más compleja que el incremento del calor, como se ha estado especulando recientemente. De acuerdo a Javier Zamudio, gerente técnico de la Asociación Peruana de Granos y Cereales (Apegrase), hay un factor clave en el proceso productivo que explica las malas temporadas que están padeciendo los agricultores: el maíz importado desde México.
“El Gobierno ha permitido el ingreso de la semilla mexicana a través del INIA (Instituto Nacional de Innovación Agraria) y todas esas semillas han fracasado. No es cierto que sea el calor. La semilla mexicana ha causado pérdidas desde Barranca hasta Olmos”, apunta.
Según los cálculos de Zamudio, en la actualidad existen más de 400 mil hectáreas de maíz en la costa y selva peruana obteniendo rendimientos muy bajos en comparación con otros países que ya son autosuficientes como Ecuador. De hecho, Perú importa más de 2.600 toneladas de este producto en lugar de producirlo localmente para generar empleo y dinamismo en las economías regionales.
En sus viajes por diversas regiones del país, el vocero de Apegrace señala que no ha encontrado ningún productor de maíz desde Barranca hasta Lambayeque que haya superado las 5.00 TM por hectárea usando las semillas mexicanas. Para explicar esta situación los asesores de las empresas comercializadoras de las semillas habrían apuntado al cambio climático, pero Zamudio observa que los híbridos procedentes de Brasil y Bolivia se han adaptado perfectamente a estas mismas condiciones, obteniendo rendimientos de 11.00 y 13.00 TM por hectárea en San Martín y Ucayali.
Estos resultados no serían más que parte de una estrategia para desacreditar a los pequeños productores y luego vender la ‘solución’, según el dirigente. En ese sentido, apuntó a las empresas Monstanto y Farmex como las principales interesadas en este tema e indicó que éstas llevaron a un grupo de dirigentes del Valle de Chicama a México como parte de este plan.
Finalmente, recodó que en marzo del año pasado, Apegrace solicitó al INIA la venta de parentales para producir semillas peruanas sin obtener respuesta hasta el momento, una actitud que fue puesta en conocimiento del viceministro de políticas agrarias del Ministerio de Agricultura, César Sotomayor.
“Multiplicando el Megahíbrido INIA 619, podríamos proporcionar semillas certificadas a los pequeños productores a precios competitivos y dejar de ser dependientes de semillas producidas en México, Brasil, Bolivia, etc.”, finaliza Zamudio.