19 octubre 2021 | 09:30 am Por: Edwin Ramos | prensa@agraria.pe

Sostuvo Ezio Varese, gerente de programa en Solidaridad

La caficultura tradicional no es sostenible, hay que ir hacia una producción inteligente

La caficultura tradicional no es sostenible, hay que ir hacia una producción inteligente
La caficultura climáticamente inteligente es una propuesta a mediano y largo plazo para la mejora de la producción y calidad del café, con un compromiso ambiental marcado que redunda en un incremento de la calidad de vida de los productores.

(Agraria.pe) Con muchos años de trabajo en el Perú, el programa de café y cacao que desarrolla la ONG holandesa Solidaridad tiene varios frutos que mostrar. Ezio Varese, gerente del programa enfocado en dichos productos, apunta que la etapa más reciente, iniciada en 2018, cumplió la segunda fase del proyecto Café del Futuro que ha cubierto con asistencia en cultivo climáticamente inteligente a un promedio de 3000 familias cafetaleras, principalmente de la región San Martín, pero también de parte de Cajamarca y Amazonas.  “En total hemos cubierto unas 5,800 hectáreas de café”, precisa.

¿En qué consiste la práctica de una caficultura climáticamente inteligente? Varese señala que es un concepto generado por la FAO que implica ser más eficientes y productivos en el manejo de los cultivos, buscando en el camino reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e incluso generar capturas de carbono en favor del ambiente y mejora de las comunidades comprendidas en el trabajo.

“La caficultura tradicional no es sostenible, hay que hacer muchas prácticas que no favorecen el mantenimiento del suelo, la conservación de los bosques o generan mayores emisiones, están en un círculo vicioso que en vez de generar riqueza para las familias mantiene la pobreza en el largo plazo”, explica. Por ello, se enfocaron en las prácticas dominantes en el nororiente peruano con una propuesta de cuatro ámbitos: plan de manejo de fertilidad con análisis adecuado de suelo y formulación con técnicos calificados (que incluyen fertilizantes orgánicos o convencionales con huella ambiental reducida y capacitación para su uso eficiente); incremento del manejo de meristemos de café para contar con plantaciones jóvenes que puedan durar hasta 20 años incrementando la captura de carbono con el uso de malezas nobles; manejo bajo sombra de la producción reemplazando el pacae por especies maderables que duren hasta 25 años y puedan ofrecer ingresos de hasta 60 mil soles para renovar la plantación sin acudir a créditos (el stock de carbono es vendido por Solidaridad en el exterior); y mejora del beneficio en cosecha y poscosecha con el reúso de las aguas (agua miel producto del lavado) para que no se viertan en ríos o quebradas y se reintroduzca en el cultivo como fertilizante.

Una mejor producción y futuro
El vocero de Solidaridad asegura que con esta propuesta la producción en el cultivo de café se ha incrementado de 7.3 quintales en promedio por hectárea a 17.9 quintales. Si bien la llegada del covid significó una complicación de las labores, ahora se abocan a la transferencia tecnológica con parcelas pilotos donde se capacita a los productores para que sean ellos quienes retransmitan ese conocimiento en sus cooperativas. Este esfuerzo se acompaña con microprogramas radiales, videos, plataformas informativas en redes sociales, entre otros.

Ezio Varese apunta que a futuro el proyecto busca consolidarse con prácticas como la venta de carbono, por la cual ya se compensó a 17 agricultores y en la que ahora se está inscribiendo a otros 1000 en una plataforma europea. El trabajo implica coordinaciones con tostadores y supermercados en los mercados de Europa y Norteamérica para embarcarlos en la compra de café climáticamente inteligente. De hecho, desde el Viejo Continente ya están comprando cuatro contenedores de este producto, con lo que se va generando un nicho de mercado en un destino donde el consumidor final está muy concientizado sobre este tema.

De esta manera, el manejo de caficultura climáticamente inteligente aporta al desarrollo directo de los productores a la vez que se puede cuantificar en su aporte ambiental como parte de los compromisos que el Perú firmó en el marco del Acuerdo de París en pos de reducir sus emisiones.

 

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