Por: José Antonio Rafael Tejada Villón*
(Agraria.pe) Han pasado 144 años de una guerra que duró 4 años, que le costó al Perú cerca de 14 mil vidas, 191 mil Km2 de territorio, por defender recursos como el guano de las islas y el salitre, entre otras discrepancias con Chile.
Por esos años, los recursos para la fertilización de las tierras agrícolas se encontraban en las costas del pacífico, y la economía peruana no pasaba por buen momento, haciéndose necesaria la exportación del guano de las islas, que entre 1840 y 1880, se hicieron ventas equivalentes a US$ 38 millones por 11 millones de toneladas (U$ 3.45/TM), hoy la tonelada de guano de islas tiene un costo de extracción de U$ 389.
Con la primera guerra mundial, se encontraron otras fuentes de nitrógeno, y el Perú reduce sus exportaciones de guano y desarrolla su crecimiento económico con la minería y la pesca.
Nuestras reservas de guano de las islas hoy alcanzan las escasas 250 mil toneladas, las cuales se retiran 25 mil toneladas cada año, debido los planes de manejo ortodoxos del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), y la mala administración de recursos financieros del Programa de Desarrollo Productivo Agrario Rural (Agrorural). Sabiendo todos que la existencia de guano en las islas facilita la proliferación de garrapatas, que dañan a las aves, haciéndolas abandonar sus nidos, y provocando otro mecanismo importante de reducción en la población de las aves guaneras.
Hoy en la isla Guañape Norte, se cuentan con 5 mil toneladas de guano de las islas, que no se pueden retirar ante el capricho de un Sernanp tras señalar que no se considera en el plan de manejo, y que, si se quiere retirar guano, que el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) de un permiso, basados en el incidente de la gripe aviar, sabiendo todo técnico que maneja la producción de abonos, que, por el compostaje natural ocurrido en las islas, el virus de la gripe aviar se destruye en horas. Lo gracioso de este cuento, de ahí el término de caprichoso, es que en esa isla si se están retirando 9 mil toneladas que, si estaban contempladas en plan de manejo, la pregunta para un biólogo que tenga experiencia en virus, estiércol y aves, cómo un estiércol en el mismo ecosistema, puede ser contaminante y el otro no. ¿es que han inventado un método para que los virus se queden quietos en un montículo de excretas y en el otro no?, causa risa e indignación.
Hoy, el reporte de población de aves, gracias al trabajo y financiamiento de Agrorural, pero que lo reporta y lo presenta Sernanp, tenemos un estimado de 650 mil aves guaneras, siendo que hace un poco más de un año, contábamos con 4.5 millones de aves guaneras, pero lo anecdótico es que en Guañape Norte, no hay aves, y no interfiere para nada la extracción de las 5 mil toneladas de guano, material de extrema necesidad para la pequeña agricultura.
Para entender un poco la dimensión de nuestras reservas guaneras, el cafetalero tiene en su memoria de abonamiento y manejo de suelos, el uso de una tonelada por hectárea de café con guano de las islas. En el Perú tenemos 400 mil hectáreas de café y sólo 250 mil toneladas de guano de las islas nitrogenado; quiere decir que, si por arte de magia extrajéramos todo el guano, no se atiende el total de hectáreas cafetaleras peruanas. Se han realizado estudios entre Agrorural e INIA, para reducir la dosis de abono por hectárea, y de manera experimental de reduce la dosis por hectárea a 0.65 toneladas, pero lo cierto es que se sigue vendiendo el guano a empresas que exportan nuestro recurso natural, no debe ser difícil conocer el sentimiento de un militar o de un descendiente de fallecidos en la guerra del Pacífico, indignados e impotentes, por el esfuerzo de una campaña militar que defendía nuestro más preciado recurso natural, hoy vean como por años se sigue entregando el guano de las islas a los mismos países que se aprovecharon de una guerra innecesaria en nuestro continente.
Para nadie es novedad, que, en la mayoría de los espacios técnicos del sector público, no se cuenta con funcionarios que el país necesita para el fortalecimiento institucional, y la oferta de servicios públicos a los sectores con mayor margen de desarrollo. La “seguridad alimentaria”, definida por la FAO, como el acceso físico y económico que tienen las personas a los alimentos inocuos y nutritivos para atender las necesidades alimenticias. Basados en ello, el Perú debe producir sus alimentos y llevarlos a los mercados nacionales, buscando los mecanismos que puedan solventar a las familias más vulnerables.
Los márgenes de rentabilidad en ecosistemas donde la tecnología es baja o nula, son mayores a los de zonas con gran desarrollo productivo. Tal es el caso que un productor altoandino, donde no utiliza ningún tipo de abono para sembrar papa, logra alcanzar rendimientos de 8 toneladas por hectárea, a diferencia de un productor de la costa que alcanza las 35 toneladas por hectárea; si en ambos casos utilizamos una tonelada de guano de islas por hectárea el productor altoandino alcanzará las 17 toneladas por hectárea, y el de la costa 38 toneladas.
Esta información que proviene de los ejercicios de campo, nos demuestran que es más rentable invertir en la pequeña agricultura, dado que al mismo costo, duplican su producción, y sus excedentes irán a los mercados locales, teniendo repercusión en la reducción de los precios de la canasta familiar, en contraposición de la papa de costa, cargada de agroquímicos, con menor contenido de solidos solubles, mayor costo por kilo producido y con un destino de las cosechas a mercados donde los precios son elevados por la intermediación, o salen las cosechas fuera del país vía contrabando, creando un regla opuesta a la seguridad alimentaria.
En resumen, ¿qué le corresponde realizar a las autoridades vinculadas a la seguridad alimentaria, desarrollo agrícola y rural, y control de recursos naturales?, primero que se emita la lay que el guano de las islas no puede ser comercializado por Agrorural con empresas dedicadas a la exportación, dada la escasez del recurso, la inexistencia de este recurso en las zonas con mayor potencial productivo y extrema pobreza, y la oportunidad de mejores precios que pagan las megatiendas con rubros de jardinería, como una forma de compensar el precio social para la pequeña agricultura.
En segundo término y no menos importante, retirar a la subdirección de extracción y comercialización de abonos de Agrorural, y convertirla en un plan nacional de abonos y fertilizantes, con facultades para realizar investigaciones y tener el control de los fertilizantes sintéticos importados y nacionales, a fin de garantizar la calidad de los insumos para la agricultura nacional.
Tercero, crear el plan nacional de asistencia técnica, para llevar la tecnología a zonas donde existe mayor potencial productivo, mayor concentración de mano de obra y condiciones para la producción de productos agrícolas sanos.
Cuarto, a través del Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan) y la Oficina de Cumplimiento de Gobierno, realizar el seguimiento del cierre de brechas tecnológicas y productivas, desde el campo hacia los Despachos Ministeriales y del Premier, todo ello en razón de la retroalimentación para la eficiencia en la gestión gubernamental. Quinto, comenzar el retiro del guano fosfatado, de aproximadamente 150 mil toneladas, de la isla Lobos de tierra, con una nueva administración de Agrorural y Sernamp, que faciliten acciones eficaces.
Toda la gestión apuntada al guano de las islas, debe ir en función de su efecto multiplicador en el campo agrícola, diferente a lo sucedido hoy que extraer guano de las islas empobrece al Perú, por la mala praxis burocrática, reticencia de los técnicos por trabajar al lado de los productores haciendo uso de los Tambos del Midis, y deficiente investigación y transferencia tecnológica agraria, por encontrarse usurpados los puestos técnicos por personajes que practican una política de desgobierno y duplicidades funcionales.
El guano de las islas hoy tiene un costo 100 veces mayor que hace 144 años, y su mal uso empobrece al Perú, crea problemas para hacerlo menos accesible a las zonas de alta productividad, y se genera un círculo vicioso por mantener a los mismos funcionarios, que impiden las mejoras y los cambios que desde la Guerra del Pacífico tuvimos que haber aprendido la lección que es muestro mejor recurso productivo, para una seguridad alimentaria sana y nutritiva.
*José Antonio Rafael Tejada Villón es ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM), y con estudios de maestría en la especialidad de producción agrícola. Tiene amplia experiencia en dirección de programas nacionales para la ejecución de proyectos productivos, asistencia técnica de alta performance, así como seguimiento y monitoreo de proyectos.
Fuente: Efectividad Consultores