15 diciembre 2020 | 09:12 am Por: Edwin Ramos | prensa@agraria.pe

Ideas del foro “Financiamiento del agro peruano”

El camino para resolver el problema del crédito agrario en Perú pasa por la organización de los productores y fondos especializados

El camino para resolver el problema del crédito agrario en Perú pasa por la organización de los productores y fondos especializados
Mario Salazar de Agrícola y Ganadera Chavín de Huantar, el especialista Julio César de la Rocha y Mario Gardella del banco LAAD desenredaron la madeja del dilema de acceso al crédito en una realidad agrícola donde impera la informalidad.

(Agraria.pe) El dilema del financiamiento para los pequeños y medianos agricultores peruanos tiene vías de solución si se allanan los caminos para su organización y se estructuran fondos que otorguen capital desde el que se atiendan las peculiaridades de un negocio sujeto a muchas variables.

Durante el reciente foro “Financiamiento del agro peruano” organizado por Agraria.pe en alianza con la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional Agraria La Molina, con la participación de Mario Salazar, presidente del directorio de Agrícola y Ganadera Chavín de Huantar; Julio César de la Rocha, PhD con experiencia en cargos gerenciales de industria y financiamiento; Mario Gardella, country manager del banco especializado de financiamiento LAAD; Ángel Manero, ex director general agrícola del Ministerio de Agricultura; Andrés Casas, decano de la Facultad de Agronomía de la UNALM  y la moderación de Fernando Cillóniz, ex gobernador regional de Ica, se esbozaron ideas que podrían dar vías de solución a este complejo panorama.

A la banca comercial no le gusta prestar al agro
Mario Salazar definió que la banca comercial se aleja de los esquemas de financiamiento para la agricultura pues es un negocio que requiere de periodos de gracia de años para alcanzar un punto de equilibrio, y luego una rentabilidad. “Se necesita por ello financiamiento especializado y estructurado, con tasas de interés adecuadas; en algunos productos ya estamos llegando a márgenes bajos”, dijo.

Hizo una distinción sin embargo entre dos tipos de empresas en el sector: aquellas que exportan con una mira de corto y largo plazo, y aquellas que acopian de pequeños y medianos agricultores haciendo procesamiento en planta, y que por tanto no requieren tanto capital fijo e inversión estructurada a largo plazo, sino capital de trabajo para compra rápida de la producción, lo que deriva en el desarrollo de cadenas inclusivas.

En este ámbito último, un problema es que la agricultura no suele ser formal, lo que impide que pequeños y medianos agricultores accedan a financiamiento.

Desde la experiencia de Chavín de Huantar, Salazar destacó el salto dado hacia el Mercado Alternativo de Valores (MAV) para obtener financiamiento más allá de los bancos aprovechando que la normativa actual permite a empresas medianas el ingreso a la bolsa, con lo que se convirtió en la primera empresa agrícola que entró a este sector, lo que se condice con una cultura empresarial que exige la profesionalización de todos los niveles de la organización.

“Darle transparencia a una empresa agrícola es raro en el sistema; acceder a una ventana de financiamiento distinta que es el MAV con seis años nos va bien, con inversionistas que compran el papel de Chavín. No solo está el banco comercial, Cofide  que es de segundo piso, promotoras como Agrobanco, sino que para empresas medianas y transparentes que abren sus números con modelos claros están vías alternativas como el MAV”, agregó.

Falta información en el sector
A su turno, Julio César de la Rocha enfatizó que solo el 6% de las MYPE peruanas acceden a financiamiento, y que el gran reto en este sentido del agro peruano es la carencia de información para tomar decisiones. Muestra de ello es el exceso productivo de cultivos de panllevar como la papa, lo que no permite tantear una estrategia de financiamiento y capitalización. “En pleno siglo XXI, con el avance tecnológico, uso de vehículos no tripulados, drones, agricultura de precisión, georreferenciación, inteligencia artificial, no podemos desarrollar corredores económicos para una adecuada planificación agrícola de nuestros productos para consumo interno y de exportación”, criticó.

Este escenario es parte de lo que definió como un desacople entre el sector real y financiero, donde conforme se baja en la cadena de generación de valor van despareciendo las alternativas de progreso. Es un problema que se ha visto con los programas del Gobierno como FAE y Reactiva Perú, que han favorecido empresas formales, frente a un escenario agrícola con altísima informalidad, lo que llama por una solución disruptiva.

Una alternativa, sostuvo, es retomar una idea que años atrás desarrolló Cofide de un fondo de garantía otorgado por el Estado por 100 millones de dólares que se podía apalancar hasta cinco veces, siempre que se cumplieran requisitos como mercado seguro, buena gerencia, tecnología, proveedores y una institución financiera con garantía al 100%, lo que permitió otorgar tasas de interés competitivas. “Había un calce perfecto entre los flujos y el ciclo normal de siembra y cosecha del producto. Funcionó bien entre 2008 y 2009, que se colocaron 160 millones de dólares, pero este esquema fue desactivado hacia el año 2010”.

Hoy sin embargo hay un escenario nuevo con un marco legal que permite el acceso al pequeño agricultor con la participación de garantías en un sistema de fideicomiso con activos mobiliarios, campo y cultivos, además de la producción futura. La norma se promulgó en 2018 y reglamentó en 2019, aunque tuvo que enfrentar una demanda ante el Tribunal Constitucional de parte de los notarios por la dificultad que planteaba el esquema al rastreo del lavado de dinero; sin embargo, el TC ya promulgó la norma.

“Mi fundo con la cosecha futura puede complementar garantías para una labor de palanca que permita capitalizarme en el tiempo. Adicionalmente, en enero de este año salió el Decreto de Urgencia 013 para el ecosistema de ‘fintech’ en nuestro país que financie al pequeño agricultor peruano y lo ayude después de un proceso de capitalización a que toque la puerta del MAV”.

20 años en Perú
En tanto, Mario Gardella del banco LAAD, recordó que esta organización opera hace 20 años en Perú y que está abierta a financiar al sector entendiendo las particularidades del negocio agrícola. El monto mínimo de préstamos está fijado en 200 mil dólares, para lo cual se toman de dos a tres meses de evaluación antes del desembolso que suele oscilar en una tasa de 8 a 10% dependiendo de la garantía. La recomendación para los pequeños agricultores es que se organicen de tal forma que puedan presentarse como una empresa. De esta manera cuenta actualmente con unos 120 clientes y han colocado 180 millones de dólares.

 

 

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