08 noviembre 2016 | 08:13 am Por: Edwin Ramos | prensa@agraria.pe

Destacó Lorenzo Castillo de la Junta Nacional del Café

Con asociatividad, el café peruano podría tener su propio Juan Valdez

Con asociatividad, el café peruano podría tener su propio Juan Valdez

Gremialista resalta el nivel de posicionamiento y desarrollo de negocios que alcanzó el gremio de productores colombiano y lo puso como ejemplo del horizonte que puede alcanzar el Perú si logra fomentar fórmulas como el cooperativismo entre los agricultores. 

(Agraria.pe) Trabajar en el posicionamiento de una marca es fundamental para ganar nuevos y mejores mercados, especialmente en el rubro agropecuario, donde uno de los mejores ejemplos de lo exitoso que puede ser un emprendimiento de este tipo es Juan Valdez, el nombre comercial que aglutina a los productores cafetaleros de Colombia.

“La marca Juan Valdez tiene más de 40 años de promoción en el mercado con una inversión de 40 millones de dólares anuales. Ya hoy en día es un negocio y no una estrategia de posicionamiento en el mercado, que es como surgió en un principio”, explica Lorenzo Castillo, gerente de la Junta Nacional del Café. 

Para el líder gremial, un desarrollo de este tipo tiene que ver principalmente con voluntades. Resaltó que en el caso colombiano la marca representa exclusivamente a los productores, quienes a través de su federación cafetalera supieron desarrollar una estrategia. “La federación tiene el 98% de acciones de la marca promotora y el 2% son técnicos del programa. Es una marca exitosa que tuvo respaldo del estado. Aquí no funciona esto, pero no perdemos el optimismo de tener un Pedro Quispe compitiendo con Juan Valdez en el futuro”. 

En esa vía, una clave para lograr objetivos similares en Perú es la asociatividad, que es una manera en que los productores disgregados pueden acceder de forma conjunta a créditos y capacitaciones haciendo economía de escala. Un proceso que sin embargo todavía no prende del todo entre los agricultores peruanos en general y que sin embargo es la respuesta a muchos problemas sociales. 

“Si no hubiera cooperativas en los valles de Sandia, allí habría solo narcotráfico. El cooperativismo ha permitido la integración de los pequeños productores. Un pequeño productor por sí solo no puede salir a ser competitivo en el mercado mundial, pero si se juntan 500, 1.000 o más, pueden trabajar por volúmenes mayores y aplicar estándares. Los compradores no tienen problema en negociar con cooperativas”, sostuvo. 

Para incentivar este proceso, Castillo consideró que uno de los factores principales es vencer la estigmatización que se ha hecho del cooperativismo a nivel de las grandes empresas y reconocer que es un modelo tradicional y exitoso en países del primer mundo como Estados Unidos y Japón. Un primer paso para allanar el camino hacia un sector caficultor más próspero. 

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