(Agraria.pe) Luego de un 2023 que significó el peor periodo para el sector agropecuario en tres décadas, con una caída de 3%, según datos del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP); en el 2024 se espera un “rebote” de la actividad y los resultados podrían ser mejores ante un fenómeno de El Niño (FEN) débil.
Recientemente Scotiabank revisó al alza la proyección para el sector agropecuario, con un crecimiento de +2.4%, mientras se espera que la anomalía climática finalice en abril del 2024.
Si bien esto resulta más optimista de lo que se veía el año pasado, el director de Videnza Consultores y exministro de Agricultura, Milton Von Hesse, precisa que la mayor parte de la campaña agrícola va a depender de cómo estén las condiciones de la temperatura en estos primeros tres meses del año, pues es en esas fechas que se ve el mayor impacto en la producción de la campaña agraria grande que inició en agosto del 2023.
Teniendo en cuenta que en la segunda mitad del año se inicia una nueva campaña 2024-2025, el exministro señala que desde julio se podría ver un recuperación de la oferta agraria, pues por esas fechas finaliza la campaña anterior y todo lo que se sembró empieza a cosecharse.
Con las actuales condiciones, Von Hesse considera que este año la agricultura podría crecer entre 2.5% y 3%, recuperando su producción previa al 2023 y obteniendo un mejor nivel que el prepandemia. Sin embargo, esto no representa un verdadero avance para el sector.
“No es que estemos creciendo porque es un año maravilloso, con la productividad en alza y el ingreso de más mercados. Estamos creciendo por un efecto rebote consecuencia de que el clima va a estar mejor y porque los factores externos que existieron el año pasado no estarán presentes de manera sustantiva”, comenta.
Entre el 2022 y 2023 la campaña agrícola se vio afectada por la crisis de fertilizantes, las protestas sociales y los fenómenos climáticos que afectaron cultivos tanto para la agroexportación como para la pequeña agricultura familiar.
Para Gabriel Amaro, presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), si bien las proyecciones sobre el impacto de El Niño son más optimistas, los agroexportadores aún tienen reservas respecto a las expectativas de productividad en el campo.
“Estamos aparentemente frente a un fenómeno de El Niño débil, pero eso no quita que la situación del clima que hubo el año pasado ya haya afectado a las plantas, lo que ocasiona una baja de productividad en casi todos los cultivos”, sostiene.
El economista especialista en temas agrarios, Eduardo Zegarra, comenta que la agricultura peruana puede enfrentarse otros problemas aparte del FEN, pues las altas temperaturas que se están registrando en la costa representan un efecto adverso para algunos cultivos frutales y para la papa.
Además, advierte que, teniendo en cuenta la situación de la agricultura familiar, que provee cerca del 60% de los alimentos que se consumen en el país, los problemas que arrastran podrían generar cierta presión sobre la inflación.
“Hay una dinámica de precios que habría que ver, sobre todo en productos específicos. La papa está teniendo precios altos todavía, podríamos ver alzas en algunas hortalizas, el limón podría volver a subir por temas climáticos”, indica.
Agricultura familiar aún en riesgo
A pesar de que en general se vean mejores proyecciones, los problemas que arrastran desde años anteriores mantendrán en riesgo a los pequeños y medianos productores agrarios.
Luego de los constantes choques que han enfrentado y con menor capacidad de respuesta que el sector agroexportador, Zegarra estima que es probable que la agricultura familiar aumente sus niveles de pobreza a más de 40%.
“No creo que haya mucha recuperación porque el sector está empobrecido. Es un sector que se ha descapitalizado, hace menos uso de insumos modernos y eso reduce la capacidad de producción del sector. A eso le sumas la falta de crédito, por más que digan que ya no va a haber El Niño fuerte, igual el sector crediticio ha bajado mucho la atención al sector y Agrobanco sólo cubre a un 2% o 3% de productores”, explica.
Aunque el Gobierno impulsó el Seguro Agropecuario Catastrófico para aquellos agricultores que perdieron sus cultivos por fenómenos climáticos, Zegarra indica que se observa que sólo un 25% de los productores que tienen pérdida total reciben algún apoyo del seguro.
“El Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego está gastando casi S/ 100 millones en ese seguro. Es un escándalo que su cobertura sea tan reducida y no haya una cláusula que obligue a las empresas aseguradoras a dar cobertura total. Es un problema del Midagri porque es la entidad encargada de movilizar el seguro para las agencias agrarias”, comenta.
¿Cómo le irá a la agroexportación?
La situación de las empresas agroexportadoras tampoco es la ideal. El presidente de AGAP afirma que las regulaciones en el sector agroexportador han hecho que se reduzca la inversión.
“Lo que estimamos es que no vamos a crecer este año, vamos a cerrar con el monto del año pasado (como máximo), pero aún no tenemos unas cifras finales. La afectación al sector agrario no sólo ha sido debido a El Niño o al ciclón Yaku, sino también por el deterioro en la regulación para invertir en el sector agrario”, comentó.
Aunque aún no tienen las cifras al cierre del 2023, Amaro recordó que de enero a noviembre la producción del sector agroexportador cayó en 4.3% respecto al 2022, con caídas importantes en productividad en espárragos, banano orgánico, cítricos y arándanos.
Para mejorar esta situación, el representante de AGAP sostiene que se necesita impulsar un plan de reactivación que incluya una simplificación de la regulación que permita eliminar sobrecostos y dar sostenibilidad a las inversiones, así como medidas que permitan preservar empleos en el sector.
“Lo importante es que este año no se pierda. Enero ya lo perdimos. Mientras el Gobierno demora en tomar las medidas para el sector agrario formal ya hemos perdido un mes más”, agrega.
En tanto, Von Hesse señala que lo que se necesita es tener una mirada de largo plazo para el sector agrario, que incluya una estrategia orientada a mejorar la productividad, mejorar la innovación agraria e incrementar la superficie con acceso a riego.
Fuente: Gestión