Docente del departamento Académico de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional Agraria la Molina. Decana de la Facultad de Agronomía
12 mayo 2016 |
10:32 am
Por: Ing Liliana Aragón Caballero
LO ESTRATÉGICO VS LO URGENTE
Cuando inicié la gestión como Decana de la Facultad de Agronomía de la UNALM, aprendí sobre la dualidad entre lo estratégico y lo urgente. En los primeros meses de hecho me frustré un poco al notar que buena parte del tiempo se iba en reuniones de comisión o de Consejo Universitario para cumplir con reglamentos y fechas límite de entregar de documentos. Sí, todo eso es urgente y necesario, pero muchas veces posponemos lo prioritario y lo estratégico por andar abocados solo a lo urgente.
¿Cómo podemos lograr un equilibrio? ¿Cómo evitamos ser absorbidos por lo urgente? Esto es difícil al inicio de una gestión pues uno recién está familiarizándose con la mecánica de los procesos y sigue el patrón que ha encontrado para sus gestiones.
Con el tiempo uno se familiariza con los procedimientos, pero aquí lo crucial es no olvidar que debemos establecer diferencias claras para que nuestra gestión se proyecte a construir basada en la visión y las políticas. Para este fin, una buena alternativa es formar grupos de consejeros con experiencia que compartan nuestra visión, así como asistentes proactivos, quienes en conjunto formarán un equipo que nos permitirá recordar siempre qué es lo importante, lo estratégico.
En el sector agrícola también estamos con la misma dualidad: hay muchas regiones que requieren urgentemente asistencia técnica, construcción de vías de comunicación, acceso a mercados, inversión financiera, fomento de asociatividad, etc. Y a veces lo que ocurre es que se toman ciertas medida asistencialistas sin considerar que se puede establecer una política de desarrollo en esas regiones. Se apela a un enfoque cortoplacista y demagógico.
El pequeño agricultor ha quedado abandonado por mucho tiempo y expuesto a merced de algunos “inescrupulosos” que suelen engañarlos con tal de conseguir sus fines. Es urgente por ello que el siguiente gobierno realmente establezca las bases del crecimiento del sector en las regiones, tal como se hizo con la agricultura de exportación a partir de los 90 y que ha permitido alcanzar muy buenas posiciones al Perú en calidad y cantidad de productos como espárrago, palto, uva, y las expectativas que se vienen para el arándano.
Ese crecimiento que se ve en lugares como Ica y La Libertad debería irradiarse a las otras regiones de nuestro país. El reto para el siguiente gobernante es justamente el de establecer estas bases; no es algo que se alcanzará en 5 años pero se debe tener la visión de que los pequeños agricultores agrupados en asociaciones puedan en un futuro, entre 15 o 25 años, reducir el nivel de pobreza que aún se observa en varias zonas del país.