Informe favorable se suma a dictámenes emitidos anteriormente por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, así como las agencias reguladoras de Canadá, Japón y Australia.
(Agraria.pe) El herbicida glifosato y su posible efecto cancerígeno en los seres humanos suma un nuevo informe a favor de su uso. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), publicó una reciente clasificación de sustancias cancerígenas, a partir de un estudio realizado por el Comité Evaluador del Cáncer (CARC), en el que incluye al glifosato como “improbable que sea cancerígeno para los humanos”.
Según informa el portal web del diario español ABC, la catalogación de la EPA estadounidense se suma a los dictámenes emitidos anteriormente por cuatro agencias reguladoras mundiales, a raíz de la clasificación hecha pública por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que incluía a este herbicida en el Grupo 2ª como “probablemente cancerígeno” para los seres humanos. En esta clasificación se encuentran la exposición ocupacional de profesiones tales como la peluquería, las relacionadas con el petróleo refinado o el uso de lámparas bronceadoras. Todos ellas se hallan por debajo de la catalogación Grupo 1, en la que incluyen el consumo de tabaco, alcohol, la exposición a la luz del sol o el trabajo de pintor.
Al informe del IARC, de marzo de 2015, se han sucedido otros como el de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que determinó en noviembre del año pasado que el glifosato es “poco probable que suponga riesgo cancerígeno para los humanos”. Conclusión idéntica tuvo la Agencia Reguladora de Manejos de Plagas de Canadá (PMRA), así como los organismos reguladores de Japón y Australia.
Hugh Grant, presidente y CEO de Monsanto, empresa que desarrolló el glifosato, asegura que este herbicida “tiene una historia de 40 años de uso seguro y eficaz”. A su juicio, el informe del IARC, que calificó de “inconsistente”, ha generado “preocupación injustificada y confusión acerca de esta importante herramienta agrícola”.
Estudio más amplio
Desde la compañía de biotecnología agrícola se asegura que las conclusiones de la EPA y otras agencias proporcionan un “contexto importante para el enfoque no convencional e inconsistente” llevado a cabo por la IARC.
La Agencia de Protección Ambiental estadounidense señala que su evaluación incluye todos los estudios (epidemiológicos y en animales) revisados por la IARC, así como un conjunto de estudios en animales, reportados en un artículo de revisión de Greimet al. (2015), pero no revisado por la IARC. Entre los fallos de este organismo, la EPA concluye que “la inclusión de resultados positivos de estudios con limitaciones conocidas, la falta de resultados positivos reproducibles y la omisión de los resultados negativos de estudios fiables puede haber influido significativamente en la conclusión de la IARC sobre el potencial genotóxico del glifosato”.
En el Viejo Continente, recientemente el Parlamento Europeo propuso prorrogar su uso siete años más, en lugar de los 15 propuestos por la Comisión Europea y en contra de la Comisión de Medio Ambiente de la Eurocámara, que reclamaba su prohibición. La votación fue reñida, ya que a los 374 votos favorables, se opusieron 225 y hubo 102 abstenciones.
El Parlamento aceptó algunas enmiendas como su prohibición para usos particulares, cerca de parques públicos, escuelas, así como en ciertos usos agrícolas.
Uso agrícola
El glifosato está muy extendido en la agricultura, ya que acaba con las malas hierbas, lo que permite incrementar los rendimientos de las cosechas. Algunos estudios estiman que de no haber glifosato, los rendimientos de las cosechas para los agricultores podrían disminuir en un 5 a un 40%, dependiendo de la región, con el consiguiente incremento de los precios de esos cultivos. Solo en Estados Unidos, el 87% de la soja es resistente a este herbicida. Su uso es idóneo con variedades transgénicas como la soya, el maíz, la colza, el algodón, el sorgo o la alfalfa. Se emplea asimismo en la desecación de la caña de azúcar, y también en la fruticultura, silvicultura, cuidado de jardines y céspedes. También se ha utilizado en la guerra contra cultivos ilegales como la coca.