(Agraria.pe) Los eventos extremos son cada vez más frecuentes e intensos con el cambio climático y los incendios forestales también. La época de sequía llega con información de grandes y frecuentes incendios y la Amazonía se ha convertido, extrañamente, en noticia nacional de preocupación. Paskay elaboró un informe donde analiza los incendios forestales en la Amazonía peruana, su relación con los datos de deforestación históricos, sus posibles causas, periodos e impactos.
El Sistema de Información sobre Incendios para la Gestión de Recursos (FIRMS) de la NASA ha detectado un total de 817.634 incendios en la Amazonía peruana desde enero de 2020 hasta septiembre de 2024. Estos datos, basados en imágenes satelitales de MODIS y VIIRS, destacan puntos calientes principalmente en regiones como Ucayali, San Martín, Huánuco, Loreto y Madre de Dios.
En el 2024, sólo hasta septiembre, FIRMS ha reportado 215.592 incendios en diversos departamentos amazónicos de nuestro país. Este es un dato alarmante, ya que, al comparar el periodo de enero a septiembre del 2024 con respecto a los años anteriores (2020-2023), el número de incendios en la Amazonía Peruana registrados por esta plataforma ha aumentado en +81%.
Es necesario señalar que, en el Perú, más del 98% de los incendios forestales son ocasionados por quemas agrícolas y pecuarias con la finalidad de renovar los pastizales y eliminar los restos de las cosechas agrícolas (MINAM).
Los incendios forestales no solo devastan los bosques y su biodiversidad, sino que también emiten grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, contribuyendo al cambio climático. La última actualización del Inventario Nacional De Gases De Efecto Invernadero (GEI) (2019) señala que el sector que más contribuye a la emisión de estos gases en nuestro país es el de Uso de la Tierra, Cambio de Uso de la Tierra y Silvicultura(UTCUTS), con el 47.90% del total de GEI generado en Perú.
Comparando los últimos 4 años (2020 – 2024)
En el año 2020, se registraron 167.778 incendios, con picos significativos en agosto (33%) y septiembre (22%). Ese mismo año, Geobosques reportó la mayor pérdida de bosques amazónicos en lo que va del siglo, con 203 272 hectáreas afectadas.
Luego, en 2021, hubo una reducción notable a 131.129 incendios, con agosto (30%) y septiembre (34%) nuevamente como los meses más críticos. En la misma dirección, también se observó una disminución en la deforestación, con 137.976 hectáreas de bosques amazónicos perdidas según Geobosques.
Sin embargo, en 2022, los incendios aumentaron a 152.354, con picos en agosto (23%) y septiembre (41%); en la misma línea, ese año se reportaron 146.575 hectáreas perdidas de bosques amazónicos.
En 2023, se observó una leve disminución a 150 781 incendios, aunque con números altos en agosto 31% y septiembre 31%. La pérdida de bosques reportada fue de 132 216 hectáreas.
De lo expuesto, se puede concluir que, aunque en distinto grado, el número de incendios y la superficie deforestada siguen la misma tendencia en el periodo analizado.
Finalmente, en 2024, solo hasta septiembre, se reportaron 215.592 incendios, con agosto (32%, equivalente a 70.037) y septiembre (52%, equivalente a 112.482), como meses extremadamente críticos.
Esto representa un 80% más que el promedio de los mismos meses (enero-septiembre) para el periodo 2020-2023. Aunque aún no se ha publicado la cifra exacta de la pérdida de bosques, se prevé que esta superará los años anteriores debido al elevado número de incendios forestales reportados este año.
Es importante señalar que los datos de la plataforma FIRMS de la NASA se registran diariamente. Esto significa que un mismo incendio, si permanece activo varios días, se contabiliza como un incendio nuevo cada día. Por lo tanto, no es posible obtener una cifra precisa de las hectáreas perdidas únicamente a partir de estos registros. Además, cabe indicar que cada evento detectado corresponde a 14 hectáreas, por lo que incendios de menor tamaño no son detectados.
Departamentos más afectados
La Amazonía es la región más vulnerable a los incendios forestales, concentrando el 70% de los casos reportados, mientras que el 30% restante se distribuye entre la Costa y la Sierra. Entre las regiones más afectadas se encuentran Ucayali, San Martín, Huánuco, Loreto y Madre de Dios.
Entre enero y septiembre de 2020 a 2024, varias regiones de Perú han registrado altos promedios de incendios forestales. Ucayali lidera en incendios, con un promedio anual de 26.781 incidentes registrados entre enero y septiembre del 2020 al 2023, aunque en el 2024. Los meses más críticos han sido agosto (8.912) y septiembre (13.022).
San Martín sigue con un promedio de 25.309 incendios de enero a septiembre del 2020-2023, destacando nuevamente agosto (10.955) y septiembre (6.293) como los meses más críticos. Loreto presenta un promedio de 15.385 incendios de enero a septiembre, también con picos altos en agosto (5.723) y septiembre (5.716).
Huánuco alcanzó un promedio de 14.137 incendios entre enero y septiembre y un total de 90.898 incendios, siendo agosto (4.387) y septiembre (7.586) los meses con mayor incidencia. Madre de Dios tiene un promedio de 13.890 incendios en el mismo periodo y un total de 103.838 incendios, con picos en agosto (4.428) y septiembre (8.258).
Finalmente, Junín reporta un promedio de 10.114 incendios de enero a septiembre y un total de 64.461 incendios, alcanzando sus máximos en agosto (4.493) y septiembre (3.507).
En todas las regiones analizadas, la cifra en el 2024 se incrementó respecto al promedio de los 4 años anteriores (2020-2023):
Otras regiones como Cajamarca (376%), Amazonas (284%), entre otras, mostraron crecimientos más acentuados en el 2024.
Incendios forestales y tenencia del bosque
Los incendios se concentran mayormente en Zonas No Categorizadas y Bosques de Producción Permanente no adjudicados (ZNC+BPP), predios agrícolas, territorios de comunidades nativas y concesiones maderables. Estas áreas registraron el 86% de los incendios reportados.
Entre enero de 2020 y septiembre de 2024, se contabilizaron 334 374 incendios en las ZNC+BPP, lo que representa un impactante 41% del total. Por su parte, los predios agrícolas registraron 143 291 incendios, equivalente al 18% del total. Los territorios de comunidades nativas tituladas reportaron 117 217 incendios, un 14% del total, mientras que las concesiones maderables también experimentaron un alto índice de siniestros, con 110 359 casos, representando el 13%. Los otros tipos de tenencia (Concesiones Mineras, Áreas Naturales Protegidas, Concesiones de ecoturismo, de conservación, CUSAF, entre otros), acumulan el 14% de incendios reportados, equivalente a 112 393.
Las ZNC+BPP, que encabezan las cifras con un preocupante 41% de los incendios reportados, son áreas de bosque altamente vulnerables, estas tierras no cuentan con una designación clara por parte del gobierno. Esta falta de regulación podría explicar el elevado porcentaje de incendios.
Patrones mensuales (Promedio 2020 – 2023)
De enero a mayo
Durante este periodo, los incendios se mantienen relativamente bajos, con menos de 5.000 eventos por mes. Enero es el mes con la cifra más alta, registrando un promedio de 3.999 incendios, mientras que marzo es el mes con la menor actividad, con un promedio de 735 incendios reportados.
De junio a julio
A partir de junio, comienza a observarse un aumento en los incendios. En este mes, el promedio asciende a 5.158 incendios, mientras que julio muestra un incremento considerable, alcanzando un promedio de 10.572 incendios.
De agosto a octubre
Este es el periodo más crítico en cuanto a incendios. Las cifras se disparan, superando por mucho los meses anteriores. Agosto y septiembre son los más alarmantes, con promedios de 44.157 y 49.160 incendios, respectivamente, lo que significa que el número de incendios se multiplica exponencialmente en comparación con los meses anteriores.
De noviembre a diciembre
En estos últimos meses del año, se observa una notable disminución de incendios. Noviembre registra un promedio de 7.423 eventos, mientras que diciembre desciende aún más con un promedio de 2.941 incendios.
Causas de los incendios forestales
Las principales causas de los incendios en estas zonas incluyen varios factores que se interrelacionan y que agravan la situación. En primer lugar, está la práctica tradicional del rozo y quema, comúnmente utilizada durante la temporada seca para despejar terrenos para la agricultura. Este método, aunque efectivo en su propósito inmediato, es altamente riesgoso, ya que la falta de control en estas quemas puede derivar en incendios descontrolados que se expanden con rapidez, especialmente cuando las condiciones ambientales son desfavorables.
Otro factor crucial es la expansión de la frontera agropecuaria. Esta expansión se debe en gran medida a la falta de acceso a recursos financieros y tecnológicos por parte de los pequeños agricultores, quienes recurren a la quema de vegetación como una solución económica y rápida para preparar tierras de cultivo. Sin embargo, esta técnica es una medida a corto plazo que no solo contribuye a la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad, sino que también aumenta el riesgo de incendios forestales.
Además, los efectos del cambio climático juegan un papel cada vez más significativo. El aumento de las temperaturas y la prolongación de las temporadas secas han incrementado la vulnerabilidad de los ecosistemas, lo que facilita que los incendios se propaguen rápidamente y se vuelvan incontrolables. Estas condiciones extremas hacen que incluso incendios menores o “controlados” se conviertan en grandes catástrofes. El cambio climático no solo incrementa la frecuencia de estos eventos, sino que también disminuye la capacidad de recuperación de los ecosistemas afectados, perpetuando un ciclo de deterioro ambiental.
Impacto ambiental de los incendios
El aumento de incendios ha intensificado la contaminación del aire por humo y la emisión de gases de efecto invernadero. En Perú, la deforestación y la degradación forestal son las principales fuentes de emisiones de GEI a la atmósfera.
Los incendios forestales, además de destruir la vegetación, provocan impactos ambientales graves, como la muerte de flora y fauna silvestre, lo que puede llevar a la pérdida irreparable de especies y ecosistemas esenciales que proporcionan bienes y servicios fundamentales para la población.
Para Jorge Torres, especialista en cambio climático y director ejecutivo de Paskay, empresa especializada en carbono forestal en el Perú, los incendios no solo están cobrando vidas, sino que tienen un impacto devastador en el medio ambiente. "Además de los riesgos sobre la salud y la vida, ya se han registrado víctimas mortales a causa de los incendios. En términos ambientales, el nivel de contaminación por humo y las emisiones de gases de efecto invernadero se han disparado. Según estos datos de FIRMS, el número de incendios registrados entre enero y septiembre ha aumentado en más de 80% respecto al promedio de los últimos cuatro años (2020-2023) sólo en la Amazonía peruana. Esto podría traducirse en un nivel de deforestación que sería casi el doble del registrado en ese mismo periodo", señaló Torres.
“Cuando se publiquen las cifras oficiales de pérdida de bosques en 2024, temo que podríamos superar nuestro peor año, que fue 2020, cuando se reportó la pérdida de más de 200 mil hectáreas de la Amazonía. Es un panorama gravísimo, especialmente para las poblaciones, los ecosistemas y la biodiversidad que dependen de estos ecosistemas para su supervivencia", agregó Torres.
Según el Informe de Supervisión en el Marco de los Incendios Forestales 2024 de INDECI, este año ya se ha registrado la pérdida de al menos 27.118 hectáreas de ecosistemas, principalmente bosques y pastizales, en varias regiones del país. Además, se estima que al menos 3.876 especímenes de diversas especies de fauna silvestre han muerto en regiones como Lambayeque y Junín, un golpe devastador para la biodiversidad de estas áreas.
Algunas medidas para revertir los daños
A pesar de la complejidad del problema de la deforestación por incendios, dos caminos a trabajar son la prevención y la remediación.
Para prevenir los incendios, es importante generar actividades de capacitación y educación, ligados a sistemas de monitoreo y alarmas de los incendios. Es decir, anteponerse a lo que todos los años ocurre, capacitando previamente, monitoreando en tiempo real y sancionando para evitar que se convierta en prácticas impunes en el tiempo.
A posteriori y con áreas perdidas por incendios u otras causas de la deforestación, se pueden realizar acciones de remediación y reforestación con plantas nativas, maderables y/o no maderables, frutales, entre otras. Esto no ocurre de un día para otro, pero existe evidencia de la recuperación de áreas perdidas de bosque con iniciativas privadas o públicas. La reforestación en Perú, sin embargo, ha enfrentado diversas limitaciones, a diferencia de otros países, que cuentan con políticas de promoción a la reforestación y restauración que incluyen líneas de financiamiento de largo plazo. En su ausencia, los ingresos por carbono pueden ayudar a suplir parcialmente esta brecha, brindando garantías necesarias de repago al financiamiento privado.
Lo importante es contar con acciones que trabajen en ambos aspectos, la prevención y la restauración.
Los proyectos de carbono forestal pueden convertirse en una solución efectiva para ambos aspectos, tanto la prevención como la restauración de ecosistemas y la reforestación en áreas degradadas por incendios, ya que solventarlas con financiamiento climático internacional.
Esta estrategia se presenta como una solución efectiva para enfrentar tanto los desafíos ambientales como los económicos. Este tipo de iniciativa no solo contribuyen a la conservación de los ecosistemas, sino que también pueden generar empleo e incrementar los ingresos de las comunidades, a través de técnicas sostenibles y la reforestación con especies frutales y maderables.
La valorización de los ecosistemas a través de la generación y certificación de bonos de carbono ofrece, a su vez, una fuente complementaria de ingresos para las comunidades locales. Es esencial brindar apoyo tanto a las instituciones públicas como privadas para facilitar el acceso a fondos relacionados con estos bonos, garantizando que puedan aprovechar esta oportunidad y maximizar los beneficios ambientales y económicos.
Conclusiones
Cada año, en nuestro país, la práctica de tumba, roza y quema de bosques durante la temporada seca provoca la pérdida de inmensas áreas de bosques, junto con su invaluable biodiversidad y recursos naturales. Las regiones amazónicas de Ucayali, Loreto, San Martín, Madre de Dios y Amazonas, ricas en diversidad biológica, son las más vulnerables.
Agosto y septiembre son los meses críticos, debido a la combinación de condiciones climáticas adversas y prácticas humanas irresponsables. Por ello, es esencial reforzar las medidas preventivas y las respuestas durante este periodo crítico para reducir los impactos negativos en el medio ambiente y las comunidades locales.
El año 2024 ha demostrado ser especialmente alarmante, con un aumento sin precedentes en el número de incendios forestales. Estos incendios no solo generan graves daños ambientales, como la pérdida de hábitats y la liberación masiva de carbono, sino que también traen consecuencias económicas y sociales. Las comunidades nativas y campesinas, que dependen de la agricultura y la ganadería para su sustento, están entre las más afectadas.
Los proyectos de carbono forestal representan una herramienta clave, no solo para canalizar financiamiento climático, sino también para ofrecer soluciones sostenibles que ayuden a mitigar los efectos de la deforestación y del cambio climático.