COLUMNA DE:
Miguel Ordinola

Miguel Ordinola

Secretario Ejecutivo-Alianza de Aprendizaje Perú - Docente de Post Grado de la Pontificia Universidad Católica del Perú
30 julio 2020 | 09:35 am Por: Miguel Ordinola

ENTORNO MACROECONOMICO Y AGRICULTURA FAMILIAR EN EL MARCO DE LA CRISIS

ENTORNO MACROECONOMICO Y AGRICULTURA FAMILIAR EN EL MARCO DE LA CRISIS

En Junio del 2020, el Banco Central de Reserva (BCR) proyectó que este año el PBI caería en 12.5%, afectado por el impacto de la crisis sanitaria. Se indicaba que es la “Es la caída más grande de los últimos cien años, realmente dramático. Pero esperamos que tenga una duración breve”. Según se reportó, solo tres sectores registrarían un crecimiento el 2020: Pesca (9.5%), Agropecuario (1.3%) y Manufactura primaria (2.1%). Unas semanas antes, el Banco Mundial estimó una caída de 12% del PBI de Perú para este año, bastante similar a lo anunciado posteriormente por el BCR.

Para el próximo año el BCR estima un “rebote” del PBI, con un crecimiento de 11.5%. Sin embargo, ello no sería suficiente para recuperar los niveles de producción previos a la cuarentena, que se alcanzarían hacia el primer trimestre del 2022.

La pregunta es como esta caída de los aniveles de actividad económica afectarán a la agricultura en general y a la pequeña agricultura en particular.

La creciente integración de la agricultura a la economía nacional e internacional y el consecuente estrechamiento de los lazos intersectoriales, nos señalan que el marco macroeconómico juega un papel importante en el comportamiento del sector. Esta relación se puede analizar, examinando el lado de la oferta (tasa de cambio, inflación, tasa de interés, políticas comerciales) y el lado de la demanda (salarios reales, precios al consumidor, que a su vez son influenciados por la tasa de cambio y las políticas comerciales). Este marco repercute de manera diferente en los agentes productivos agrícolas.

De manera amplia, las políticas macroeconómicas que más inciden en la agricultura nacional son: los aranceles por las importaciones de alimentos e insumos, las tarifas de los combustibles, la tasa de interés del sistema financiero, el tipo de cambio y la inflación.

Si tomamos a los segmentos de la denominada agricultura familiar hay diversos efectos que se pueden derivar de este entorno: i) la reducción del crédito (en aquellos grupos que puedan acceder a este servicio) y el no acceso para la gran mayoría, en un contexto en que producto de la crisis los pequeños productores se han descapitalizado fuertemente; ii) el descenso de la inversión pública agrícola y rural, dada la prioridad de los temas sanitarios y la potencial escasez de recursos fiscales (por las restricciones macroeconómicas); ii) la declinación (esperemos que coyuntural) de la demanda interna de varios de los productos que manejan, por la caída drástica de los ingresos de los diferentes segmentos de la población; iii) la reducción de salarios y empleo local (por ejemplo, hay actividades como la minería que han bajado su nivel de actividad); iv) variaciones en su estructura de costos y rentabilidad (dependiendo del uso de insumos importados y el comportamiento del tipo de cambio).

Como contrapartida a esta situación macro, en el corto plazo, el objetivo de la política agraria debe orientarse a asegurar y estabilizar los ingresos de los pequeños productores, ello debido a la relativa gran incertidumbre que existe sobre el futuro a partir de la crisis actual, ya que un incremento (disminución) en la producción se traduce en caídas (aumentos) significativas en el nivel de precios agrícolas lo que a su vez genera grandes inestabilidades en el ingreso de los agricultores.

Un reciente reporte del BID, señala algunas políticas para mantener los ciclos agrícolas operativos: (i) aumentar la liquidez de los productores para que mantengan sus actividades productivas y no se generen inestabilidades en la oferta de alimentos, con especial atención a pequeños y medianos productores; (ii) mantener el acceso a diversos servicios (asistencia técnica, transporte, comercio, entre otros) para garantizar que no haya cortes en la distribución de alimentos; y (iii) mantener o incrementar la demanda de alimentos.

Es importante estar alertas sobre el comportamiento de las variables macro para que en base a ellas se pueden generar intervenciones de política agraria que hagan viable, en el contexto actual, la actividad productiva de la agricultura familiar, que ha demostrado que aún en un contexto de profunda crisis ha podido ser eficiente para abastecer de alimentos a los diferentes mercados.