COLUMNA DE:
Miguel Ordinola

Miguel Ordinola

Secretario Ejecutivo-Alianza de Aprendizaje Perú - Docente de Post Grado de la Pontificia Universidad Católica del Perú
26 julio 2021 | 10:13 am Por: Miguel Ordinola

EN MEDIO DE LA ACTUAL PANDEMIA, EL HAMBRE VUELVE A SUBIR

EN MEDIO DE LA ACTUAL PANDEMIA, EL HAMBRE VUELVE A SUBIR

Recientemente se ha publicado El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021 (FAO, FIDA, PMA, OMS, UNICEF). En el informe se indica que el 2020 padecieron hambre en todo el mundo entre 720 y 811 millones de personas, es decir, entre 118 y 161 millones de personas más que en 2019. Aunque no se tienen cifras finales sobre el impacto específico del COVID, se supone que estas cifras pueden ser mayores en el contexto de la actual pandemia, aunque se debe señalar que ya  mucho antes de la situación actual, no se estaba en camino de cumplir el compromiso de poner fin al hambre y la malnutrición mundiales en todas sus formas para el 2030. En el extremo el hambre podría ser más mortal que el coronavirus en los países más pobres.

Casi en paralelo un artículo en el Washington Post (Pandemic-driven hunger is making the world more unequal) presenta una situación dramática para el caso peruano (principalmente la zona urbana). Precisa que pocos países experimentaron un aumento mayor en la pobreza que Perú: “si antes fue una historia de éxito mundial, que aprovechó el auge de las materias primas para reducir a la mitad la pobreza y la desnutrición en las últimas dos décadas, la nación sudamericana plagada de coronavirus es ahora un caso de estudio sobre la profundización de la desigualdad. Los nuevos datos nacionales muestran un aumento en la pobreza del 20 al 30 por ciento en solo un año, ya que los pobres perdieron mucho más de su riqueza que los ricos” (traducción libre). Se debe indicar que los programas de lucha contra la pobreza en Perú, como en gran parte de América Latina, se han orientado tradicionalmente en gran medida hacia las zonas rurales, lo que hace que el aumento repentino de la pobreza urbana en la pandemia sea ahora particularmente difícil de abordar. La situación actual se gráfica en el sentido que la clase media cae en la pobreza y los pobres caen en una grave inseguridad alimentaria

Según otro estudio realizado por la Red Alliance2015, difundido a fines del 2020, en la sierra la incidencia del hambre se encuentra muy cerca de convertirse en un problema “serio”, según la escala de gravedad del Índice Global del Hambre (IGH). Precisa que es en la sierra y selva donde el escaso desarrollo se refleja en una mayor incidencia del hambre. Huancavelica se encuentra en una escala de hambre “serio”, y los departamentos de Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Huánuco, Loreto y Pasco, que se encuentran en los valores extremos de la escala de hambre “moderado”, frente al impacto de una crisis como la pandemia podrían retornar a una situación de hambre “serio”.

Esta evidencia indica que el combate contra el hambre debe ser una prioridad en las políticas a implementar. Intervenciones como la Estrategia Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional y la Ley de Promoción y Desarrollo de la Agricultura Familiar, son avances importantes orientados al segmento menos favorecido de los agricultores en nuestro país, pero no llegan a ser sufi­cientes. Sus alcances se ven limitados debido a la falta de articulación real de los diferentes sectores involucrados para resolver los problemas identificados. Los programas sociales, tanto alimentarios como no alimentarios, en el Perú han sido medidas políticas que han conseguido importantes mejoras en las condiciones de vida de muchas poblaciones desfavorecidas, pero sus diseños no han logrado cubrir los múltiples problemas sociales de la población.

Una experiencia reciente es Hambre Cero, que es una intervención temporal territorialmente articulada en respuesta a los retos de la inseguridad alimentaria, con énfasis en la población que experimenta mayores privaciones en el contexto de la pandemia, a partir de la reasignación estratégica de recursos orientada a resultados. Dado el poco tiempo de implementación no se puede precisar su potencial de impacto, pero sería interesante darle continuidad ya que lo avanzado a la fecha indica que su enfoque territorial puede ser muy efectivo.

De lo que se trata es de escapar de un enfoque exclusivamente sectorial, que resulta incompleto para atacar la complejidad de los problemas de pobreza, desnutrición y desarrollo. Las intervenciones para mejorar los sistemas de producción con base en innovaciones (Mi Riego, Agrorural, PSI-Sierra, Foncodes, entre otros) se deben articular con intervenciones relacionadas con la nutrición y la salud (Cuna Más, Qali Warma, Hambre Cero, educación nutricional), y con los fondos de investigación que también tengan el objetivo de aumentar la seguridad alimentaria y nutricional. En el entorno macro se debe seguir con políticas que promuevan el desarrollo y crecimiento económico ya que esto se refleja en una menor incidencia del hambre (al generar empleo y oportunidades de generación de ingresos para los más vulnerables).