(Agraria.pe) El uso de tecnologías productivas básicas, pero muy efectivas para la agricultura familiar, tiene un gran impacto en la seguridad alimentaria, la mejora de la economía y ayudan a superar la pobreza extrema de 334 550 familias usuarias del proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai del Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes).
Con Haku Wiñay (en la sierra) y Noa Jayatai (en la selva), mediante capacitación y asistencia técnica, se desarrollan sistemas de riego presurizado, cultivo de hortalizas en huertos familiares a campo abierto y en fitotoldos, producción de abonos orgánicos (compost y biol), miniparcelas de cultivos de granos y tubérculos con semillas certificadas, crianza tecnificada de animales menores (cuyes y gallinas) y la implementación de emprendimientos rurales inclusivos.
Por ejemplo, el sistema de riego presurizado (por goteo y microaspersión), utilizando tuberías, mangueras y aspersores, optimiza el uso del agua en cultivos, indicó Foncodes, programa social del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).
El fitotoldo es otra tecnología que regula las condiciones técnicas y ambientales (temperatura, humedad relativa, luminosidad) para la producción de hortalizas como zanahoria, lechuga, espinaca, betarraga, plantas aromáticas, frutales y otros, lo que permite garantizar la seguridad alimentaria en zonas con climas extremos.
También, el abono orgánico para la agricultura familiar. El compost, de sencilla preparación y fácil aplicación, se obtiene de la mezcla de restos vegetales y animales que se descomponen de forma natural por la acción de los microorganismos; y el biol, resultado del proceso de fermentación y descomposición de los materiales orgánicos en biodigestor, excelente fertilizante foliar para potenciar cultivos de papa, maíz, trigo, haba, hortalizas y frutales.
La crianza tecnificada de animales menores como cuyes y gallinas permite obtener carne y huevos de alto nivel proteico para el consumo de las familias y al mismo tiempo la mejora de los ingresos económicos por la venta de los excedentes.
Estas y otras tecnologías productivas aplicadas por el proyecto Haku Wiñay /Noa Jayatai son muy flexibles y se adecuan a las condiciones económicas, sociales y culturales de los hogares rurales, teniendo en cuenta el enfoque agroecológico, la interculturalidad; así como el respeto por los usos y costumbres del territorio.
Todavía hay un alto porcentaje de familias de centros poblados, anexos y pequeños caseríos de la sierra y la selva, que conducen sistemas de producción familiar de subsistencia, con bajos niveles de productividad, por falta de asistencia técnica especializada en el uso de tecnologías agropecuarias y con los riesgos que se presentan por las variaciones climáticas.
Esta realidad, poco a poco, va cambiando con la intervención de Haku Wiñay. Ahora, las familias usuarias tienen el acompañamiento de los yachachiq o lideres locales, con conocimientos de agropercuaria, que les brindan asistencia técnica durante la implementación de las tecnologías.
Aprender haciendo
Con la mejora de las capacidades, los hogares rurales logran incrementar su producción y productividad orientada a cubrir sus necesidades de autoconsumo, y el excedente, lo disponen para venta en el mercado local y regional.
Con la capacitación se sensibiliza y motiva a los hogares sobre las buenas prácticas y tecnologías productivas que pueden aplicarse en los sistemas de producción familiar mediante metodologías participativas y la construcción colectiva de los aprendizajes.
Con la asistencia técnica, basada en el ‘aprender haciendo’, se realizan acciones prácticas hogar por hogar para fortalecer la interacción en la incorporación de innovaciones tecnológicas productivas sencillas y de bajo costo, incluyendo la entrega de pequeños activos productivos.
En los hogares Haku Wiñay también se promueve el mejoramiento y distribución física de los ambientes de su vivienda, el uso de cocinas mejoradas, el consumo de agua segura y el manejo de residuos sólidos. Asismismo, se impulsarán concursos entre hogares que hayan implementado las tecnologías productivas en sus predios y que hayan mejorado sus viviendas, premiádolos con nuevos activos para vivir mejor.
Fuente: Andina