(Agraria.pe) El manejo de la densidad de siembra en sandía, es un punto clave para lograr una mayor productividad y mayores ganancias.
Si nos hacemos la pregunta ¿Cómo podemos aumentar nuestras ganancias en el cultivo de sandía?
Nuestras respuestas girarían en torno a tres pilares. Como número uno, producir más frutos por cosecha, número dos, producir más frutos de primera calidad, para lograr un mejor precio, número tres, reduciendo el costo de producción al ser eficiente las labores agronómicas.
¿Porque es tan importante, el uso de una buena densidad de siembra?
La cantidad de plantas que vamos a tener por hectárea va a definir el número de frutos que el campo va a producir.
Debemos optar por una densidad que nos ofrezca un buen balance entre la cantidad de frutos, calidad de frutos, y eficiencia en el manejo agronómico.
Cuando tenemos pocas plantas por hectárea, nos vemos obligados a sacar más cosechas para ser rentables, y esto incrementa el costo de producción de una manera importante.
Lo ideal es tener suficientes plantas por hectárea, para lograr buenas ganancias en solo 2 o 3 cosechas.
El esquema recomendado en cuanto a densidad de siembra es utilizar entre 4.500 a 5.000 plantas por Ha..
Sin embargo, a nivel nacional, se encuentra más difundido el siguiente esquema:
Si nosotros comparamos el impacto de ambas densidades en el rendimiento potencial, nos vamos a dar cuenta que, si a cosecha llegan 95% de las plantas sembradas por algún tipo de mortandad que se presente en el campo, vamos a tener los siguientes resultados.
Cuando la densidad es baja, hay cerca de 2,000 frutos menos luego de la segunda cosecha. Esto obliga al agricultor a buscar una tercera y hasta una cuarta cosecha, teniendo que invertir y gastar más en tener plantas vivas más tiempo en el campo.
En conclusión, nuestra recomendación es usar densidades de siembra de 4500 a 5000 plantas por hectáreas, esto nos dará mayor cantidad de frutos, en menos cosechas y con un menor tiempo en campo lo que va a generar un menor costo. Hortus te recomienda sembrar un híbrido como Santa Matilde, que le permita lograr un mayor tamaño y calidad de fruto.