(Agraria.pe) En nuestro país, más de 1.7 millones de productores tienen menos de cinco hectáreas, y es en ellos donde se revelan los mayores índices de pobreza, educación incompleta, falta de acceso a derechos sociales y laborales, además de no ser sujetos de crédito por ser considerados parte de la economía informal.
Celfia Obregón, directora ejecutiva del CITE Papa y otros cultivos andinos, pone de manifiesto este complejo perfil en medio de la emergencia nacional que vivimos actualmente y remata: “Los agricultores y sus familias están siendo invisibilizados en este momento”. Es un auténtico ejército que está dando la lucha a la pandemia desde su rol como proveedores de alimentos para todo el país.
Entre este sector, un cultivo clave es la papa, la cual, dice, es “el motor de desarrollo en los Andes”. Y apunta que de las 24 regiones del país, en 19 de ellas se siembra el tubérculo desde el nivel del mar hasta por encima de los 4.000 metros, involucrando a más de 711 mil familias (32% de los pequeños y medianos productores del país).
Este maravilloso acervo se clasifica entre las variedades silvestres, nativas y modernas. A pesar de esta rebosante biodiversidad, a los mercados solo llegan unas 20 variedades. Entre estas, el 77% corresponde a papas blancas o modernas.
El total de la producción va para diversos fines: 12.5% para semilla, 07.1% para autoconsumo, 57.3% para venta y 23.1% para procesamiento y restaurantes, entre otros. Se trata, como vemos, de un cultivo muy diverso, lo que explica que hoy en día se siembre en 153 países, con una producción anual de 381 millones de toneladas. De ese gran total, Perú participa con 5.3 millones de toneladas (2019), con lo que se ubica como líder en América Latina.
Sobre su distribución geográfica, se conoce que el 5% del área cultivada se ubica en la costa (donde están las variedades blancas), en tanto que un mayoritario 95% está en la sierra (donde están las nativas, como la deliciosa amarilla Tumbay). Uno de los grandes productores es Huánuco, que produce 716 mil toneladas.
Consumo objetivo y retos
Para Celfia Obregón, si bien el consumo en el país ha mejorado, tiene que aspirar a más. Tras unos años noventa desastrosos, desde que se instauró en 2005 el Día Nacional de la Papa, se ha ido incrementando gracias a las campañas de promoción que impulsaron el sector público y privado.
“Calculo por las cifras oficiales que tenemos, que debemos estar bordeando los 95 kilos per cápita de consumo de papa”, sostiene. El gran reto es llegar a 150 gramos por día, 110 kilos al año en el corto plazo y 120 kilos por persona en cinco años.
Sin embargo, para alcanzar ese objetivo es fundamental apoyar al agricultor, un actor clave que hoy está golpeado por la cuarentena de más de 50 días. “La pequeña agricultura familiar está golpeada para el mercado interno, no tiene recursos suficientes para enfrentar una emergencia de esta naturaleza”, señala.
De hecho, se sabe de las dificultades para contar con jornaleros en el campo y el encarecimiento de la mano de obra, así como para acceder a insumos para aplicaciones agronómicas. “Hay abuso de los intermediarios, ausencia de logística, pérdida de capital”.
La directora del CITE Papa pide que este panorama se enfrente con un impulso sectorizado, involucrando a las familias agricultoras de manera descentralizada de tal forma que desarrollen su potencial productivo gracias a una organización con enfoque empresarial y soporte técnico. Se trata de integrar agricultura, ciencia, tecnología, conocimientos ancestrales, saber empresarial.
Seis pasos claves
Obregón tiene claro que entre los retos del sector papero está la industrialización y el valor agregado, como lo ha demostrado la pavorosa cifra de 4.164 toneladas de papa precocida importadas solo en abril último.
“Al Mercado Mayorista de Santa Anita ingresan al año más de 600 mil toneladas de papa de variedades Yungay, Canchán, Única y Tumbay. La Única se siembra para las papas fritas. Nos falta dinero para invertir e industrializar. Estas cuatro son las que más se comercializan en Lima”, describe.
Acota sin embargo que el valor agregado no significa simplemente “poner una gran planta”, sino ser capaces de desarrollar la selección y clasificación, la distribución en sacos estándares de 25 y 50 kilos, garantizando un producto de calidad.
Así, desde el CITE Papa y otros cultivos andinos, propone estos pasos:
1.Promover el uso de semillas de calidad, ya que actualmente una mínima fracción de las áreas sembradas la usan, lo que ocasiona mucha merma por plagas y enfermedades.
2.Innovar con un fondo de fomento de al menos US$ 10 millones anuales para inversión directa y desarrollo de concursos para proyectos de innovación con la papa y su biodiversidad.
3.Desarrollo de agroindustria con incentivos tributarios. Se requieren créditos blandos y estímulos a la calidad, productividad e innovación para competir en alto nivel con los productos importados e incluso generar una papa peruana de exportación.
4.Incrementar el consumo per cápita a 110 kilos al año en el corto plazo y a 120 kilos al año en un horizonte de cinco años.
5.Llegar al año 2021 con el registro de 350 variedades del tubérculo para sostener una poderosa bioindustria papera en el mundo.
6.Garantizar la calidad e inocuidad, fundamentada en la agroecología, cuidando el suelo y el agua, así como la eliminación de los agroquímicos de banda roja.
Dato
.Celfia Obregón expuso estas ideas durante su participación en una charla virtual organizada por Agromin.