COLUMNA DE:
Carlos Pomareda Benel

Carlos Pomareda Benel

Ingeniero Agricola Doctor en Economia Agricola y es el Gerente de Servicios Internacionales para el Desarrollo Empresarial y Presidente del Consorcio para el Desarrollo Andino.
21 septiembre 2021 | 09:48 am Por: Carlos Pomareda Benel

Lo que nos revela el Atlas de la Superficie Agrícola del Perú: Expansión de áreas, destrucción del bosque y dicotomía en productividad.

Lo que nos revela el Atlas de la Superficie Agrícola del Perú: Expansión de áreas, destrucción del bosque y dicotomía en productividad.

El recientemente publicado Atlas de nuestra agricultura es sin duda, una contribución muy valiosa que nos aporta mucha información de alta relevancia sobre la evolución de la agricultura.

El título que anuncia la publicación es suficientemente motivador para analizar que hay detrás de tal anuncio, a primera impresión poco creíble: Superficie agrícola nacional creció 63.5% en 10 años, al pasar de 7.125.007 hectáreas en el 2012 a 11.649.716 hectáreas en el 2021. En realidad, se comparan 2011 y 2018.

La primera observación al respecto es la cautela necesaria para comparar datos obtenidos por métodos muy diferentes; siendo el segundo más confiable, dado que los datos del Censo de 2012 son los reportados por los productores. Ellos podrían haber cometido errores en sus cálculos; omisiones voluntarias e involuntarias; o creer que tienen o no tienen las áreas que dicen tener. En todo caso, disculpada esta falta, se comentan varios indicadores.

Hay datos difíciles de creer, hasta que se tenga información sobre el porqué. Este es el caso de los reportes de áreas agrícolas en dos departamentos costeros, Lima e Ica, con áreas que disminuyeron de 499,860 a 262,930 hectáreas y 253,820 a 167,690 hectáreas respectivamente, en los últimos diez años. Caso parecido es del Cuzco, donde el área agrícola disminuyó de 407.920 a 351,390 hectáreas. Las explicaciones sobre la disminución de áreas, o correcciones, comparando datos del Censo y la georreferenciación del 2018, son necesarias.

La incorporación de tierras del desierto explica el aumento de áreas en otros departamentos de la costa, como Lambayeque y La Libertad, de 23 por ciento. En esta categoría, por las mismas razones, llama la atención el aumento de 87 por ciento del área en Piura. Este cambio lleva a la pregunta obvia sobre las perspectivas de este crecimiento y el abastecimiento de agua, la tecnificación del riego y/o el cambio de cultivos para poder hacer un mejor uso del recurso hídrico.

Estarse comiendo el bosque y practicar la siembra itinerante de coca, son una inquietud revelada por la extraordinaria expansión de áreas en los departamentos de selva como Amazonas, Loreto Ucayali y Madre de Dios y zonas de selva en departamentos como Cajamarca, Junín, Ayacucho, Huánuco y Puno. En total, en dichos departamentos, el área agrícola ha pasado de 2,718 a 6,112 miles de hectáreas, lo cual representa el 120 por ciento de aumento en diez años. Esto si es una gran preocupación y exige medidas inmediatas para evitar que el proceso destructivo continúe.

Los datos de productividad aportados por el Censo 2011 no han sido comparados con la situación en el 2018, porque no se tiene estos últimos datos. Hace ocho años, las diferencias en productividad de la tierra eran evidentes si se compara por ejemplo los elevados niveles en los departamentos de la costa y los de la sierra con acceso al riego; con los de la sierra que se mantienen con los mismos cultivos de secano y la ganadería. Mas serio aun, es en los departamentos de la selva donde la productidad es aún menor. Podemos deducir que, gracias a la agroexportación en la costa y algunos lugares con riego en la sierra, la brecha se ha agrandado entre estas y las otras regiones. Estas condiciones son las que deben motivar nuestra atención inmediata, tanto como la destrucción del bosque. Entre las medidas deseables, sin darles mucha vuelta, se tiene: Mejorar la capacidad de gestión y asociación efectiva de los productores; acelerar el uso de riego tecnificado; y en algunas zonas, mejorar la conectividad vial y electrónica.

Que grato es contar con nueva información para análisis, debate y decisiones; y ojalá que la tarea de tenernos informados continúe. Y ojalá también que las decisiones de política se sustenten en la información que revela problemas estructurales que están detrás de la coyuntura©