Por: Mario Viera y Carlos Gómez, Facultad Zootecnia, UNA La Molina
(Agraria.pe) Conforme el Covid-19 continúa propagándose, crece proporcionalmente su impacto negativo afectando también a la ganadería nacional y mundial.
Con respecto a la disponibilidad de alimentos para el ganado a nivel nacional tiene aparente normalidad, pero existen limitaciones para garantizar que los insumos lleguen por tema de su transporte al ganadero afectando su productividad.
Se conoce además que en lo referente a insumos del sector pecuario, según la FAO las reservas mundiales de cereales se encuentran en niveles holgados y las perspectivas para 2020 del trigo y otros cultivos básicos importantes son positivas.
Por otro lado, se proyecta un incremento en el precio de la soya en 6% justificado por la demora en los controles fronterizos e internos y en las medidas sanitarias que se están tomando en toda la cadena productiva.
En relación al forraje, el agricultor vende ahora a precio más bajo para lograr comercializar toda su producción antes que pierda valor, sin embargo, en la siguiente cosecha este se ofertará a mayor precio como respuesta al incremento de costos de los insumos agrícolas.
Además, se estima una limitada disponibilidad de fertilizantes (importados principalmente de China y Rusia) lo que puede ocasionar encarecimiento de los mismos afectando la producción de pastos y forrajes.
No hay duda que la demanda por carne y leche se reducirá a nivel nacional por deterioro en la capacidad de consumo por la población.
Asimismo, la Organización Mundial de Comercio (OMC) proyecta una reducción en general del comercio mundial este año de entre 13% y 32% a causa del coronavirus, a su vez frena la demanda mundial de leche y bajaría su precio en 3%.
En lo referente a los precios de los principales productos pecuarios en el mercado nacional, desde que se inició la cuarentena a la fecha, se puede mencionar que la leche fresca por litro no tuvo variación significativa mientras que la carne de vacuno, tuvo un incremento de precio entre 5% a 10% que solo será temporal y luego se espera baje también.
A ello contribuye la demanda disminuida de productos frescos de origen animal por restaurantes, tiendas de abarrotes, así como municipios para sus programas sociales debido al confinamiento.
La situación de recesión mundial es apremiante a largo plazo, lo que conllevará a un consumo menor de carne (un 20%), comportamiento ya observado en la recesión económica del año 2008
Urge también garantizar un involucramiento importante del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) en la aplicación de normas sanitarias apropiadas para el sector ganadero y que ello no perjudique la cadena de suministro. Con estas medidas se garantizaría la cadena de producción y la calidad e inocuidad del producto hacia el consumidor. Una pequeña omisión de estas medidas puede traer consecuencias negativas en la productividad y demanda por el consumidor, pudiéndose detener parcial o totalmente la actividad pecuaria.
En suma, mayores costos y menor demanda por carne y leche para los ganaderos, lo que requiere apoyo gubernamental estructurado por el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) para mantener condiciones mínimas de producción y bienestar económico para los productores.