Algunos agroexportadores peruanos indican cómo sus empresas enfrentan la primera semana de la cuarentena establecida por el Gobierno. El desafío requirió de toda su capacidad de gestión para minimizar el impacto en sus colaboradores, operaciones y clientes.
(Agraria.pe) El lunes 16 de marzo, al día siguiente de declarada la cuarentena por la pandemia del COVID-19, el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) indicaba que solo se permitiría el libre tránsito de un número mínimo de trabajadores relacionados con el sector agroexportador para evitar la propagación del coronavirus. Ante ello, la industria, siendo intensiva en mano de obra, tuvo que ajustar sus procesos con rapidez para adecuarse a trabajar con menos personal.
Se mueve el sur
Las agroexportadoras iqueñas, por ejemplo, ante el hecho de contar con menor personal, tuvieron que asignar más hectáreas a cada trabajador disponible. “Normalmente un trabajador atiende una hectárea, pero ahora trabajan hasta seis”, explica Luis Vila, director ejecutivo de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo de Ica.
Dado el menor personal disponible, añade Vila, se están priorizando actividades como el riego de los cultivos y el tratamiento de plagas con el fin de que las plantas continúen con su crecimiento. Por su parte, Fernando Bustamante, gerente general de la agroexportadora de cítricos Coexa, indica que el foco en estas actividades ha motivado menores cosechas y que las exportaciones sean mínimas.
Cada cultivo tuvo una respuesta similar ante el menor personal disponible. Para Carlos Zamorano, director ejecutivo del Instituto Peruano del Espárrago y Hortalizas (IPEH), el manejo del producto fresco y el cumplimiento de los plazos de aprovisionamiento y entrega de mercadería a la cadena logística eran indispensables. En tanto que, en el caso de los exportadores de palta, la estrategia fue tratar de adecuarse rápidamente y reducir sus operaciones al mínimo, señaló la Asociación de Productores de Palta Hass del Perú - ProHass.
Alfredo Lira, gerente general de Agrícola Cerro Prieto, anota que ante la cuarentena decidieron brindar todas las facilidades a su personal para evitar el contagio del coronavirus. Además de reducir al mínimo el número de trabajadores, la jornada de trabajo pasó de ocho a seis horas.
Una medida similar tomó la agroexportadora de granada Pomica. “Trabajamos solo a un turno (6:30 a.m. a 12:30 p.m.) para que los trabajadores puedan ir a sus casas a almorzar y evitar la aglomeración en los comedores”, reveló José Luis Gereda, gerente general de la empresa.
Coordinaciones
En los primeros dos días, sin embargo, las cosas no fueron sencillas. “Aunque la norma era clara para el sector, hubo incongruencia entre lo que decía el Ejecutivo y lo que hacían los militares”, advirtió desde Piura Ángelo Núñez, presidente de la Cooperativa de Productores Orgánicos de Salitral, dedicada a la exportación de banano orgánico. Muchos de sus trabajadores no pudieron llegar a sus instalaciones por las medidas para limitar el desplazamiento de personas.
El tema del transporte de carga y de personal fue, quizá, el más complejo para la industria. Si bien el Gobierno ofreció facilidades para las actividades relacionadas al sector, en la práctica, la falta de transporte particular y público dificultó la llegada de trabajadores al campo y a las plantas. “Con el impedimento de la circulación de autos se dificultó el movimiento de nuestros ingenieros al campo”, mencionaba Lira, a mitad de semana.
Esta situación motivó que los exportadores buscaran un acercamiento al Gobierno para acabar con la incertidumbre. “Nos hemos reunido y coordinado con representantes del Ministerio del Interior y de los gobiernos subnacionales para que permitan a las empresas continuar operando”, afirmó Zamorano, hacia el final de la semana.
Además, Juan Carlos Rivera, gerente general de la Asociación de Productores y Exportadores de Mango Peruano (APEM), destacó el apoyo que se consiguió del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) en estos días, pues designó personal para certificar más rápido los envíos. Una acción oportuna, pues incluso sus inspectores, encargados de verificar la producción, enfrentaron problemas para movilizarse por la falta de transporte en ciudades clave para la agroexportación como Ica, relató Gereda.
Pero los desafíos no terminaron en el campo. “Con la imposición del toque de queda, los tiempos de transporte de las plantas hasta el embarque fueron mayores. Eso nos obligó a anticiparnos para cumplir con nuestros envíos”, añadió Gereda. Además, el número de vuelos de carga se ha reducido por el cierre de fronteras y eso ha limitado los embarques de productos frescos, por ejemplo, los que van a Estados Unidos, el principal mercado de la agroexportación peruana.
Campaña y efectos
El efecto de la cuarentena ha sido diferente en función del momento de la campaña de cada producto. A los exportadores de mango, el Estado de Emergencia los ha tomado al final. La poca cosecha que había se detuvo y la fruta que tenían algunas empresas en el congelador se llegó a exportar, manifestó Rivera. “A mitad de semana, casi todas las empacadoras habían cerrado sus puertas”, comentó. Por ello, estima que el impacto económico será mínimo para este cultivo. Algo similar sucedió con los exportadores de uva y arándanos, cuyas campañas están en su fase final.
Otro es el panorama para los exportadores de granada, que se encuentran en plena campaña. “Ninguna empresa está operando al 100% de capacidad de planta. En nuestro caso, estamos al 60%. Ello se traducirá en un tiempo de cosecha más lento y, probablemente, una parte de la fruta se pierda y no se exporte”, explicó Gereda. Las medidas adoptadas por el Gobierno para enfrentar el coronavirus y el clima podrían generar que la producción del fruto se contraiga 35% este año, estimó. Antes de las medidas sanitarias, ya se esperaba una caída de 25%.
La situación es similar en el caso del banano. En el extremo, al cierre de esta edición, la Cooperativa Agraria de la Asociación de Pequeños Productores de Banano Orgánico de Samán y Anexos (APPBOSA), en Sullana (Piura), había decidido paralizar sus operaciones hasta el 31 de marzo, pues enfrenta dificultades para atender sus procesos. En un comunicado, APPBOSA, que es una de las mayores exportadoras de banano orgánico del Perú, advertía que este plazo podría incluso ampliarse. Lo paradójico es que esta decisión ocurre en un contexto global de demanda insatisfecha.
Más desafíos
De prolongarse la cuarentena y el libre tránsito de personas y mercadería en el Perú, habrá nuevos retos por superar. Por ejemplo, surgirá la imposibilidad de exportar a Europa por la falta del análisis de residuos, requeridos para la exportación, si los laboratorios continúan cerrados. En términos sencillos, los volúmenes exportados por el Perú a Europa y Estados Unidos, los principales mercados, empezarán a decaer.
Todos los entrevistados coinciden en que, a pesar de que las medidas establecidas impacten negativamente a la industria, es necesario aplicarlas para frenar el avance del COVID-19. De allí que todos respalden las decisiones tomadas por el Gobierno.
Fuente: Fresh Fruit