(Agraria.pe) A través de la Ley N° 31389, se estableció al distrito de Oropesa, de la provincia de Quispicanchi (Región Cusco) como la Capital Nacional del Pan.
Esta designación se da en reconocimiento al valor cultural de la industria tradicional panadera en esa localidad ubicada a 22 kilómetros al sureste de la ciudad de Cusco y a una altitud de 3 320 metros sobre el nivel del mar.
La norma aprobada en el Congreso de la República y promulgada por el Ejecutivo, dispone que el Ministerio de Cultura, conforme a sus competencias, en coordinación con el Ministerio de Educación, el Gobierno Regional de Cusco y los gobiernos locales, promuevan acciones para la difusión del aporte cultural de la actividad panadera en el distrito de Oropesa, en el marco del bicentenario de nuestra independencia.
Pan de Oropesa
La ley publicada oficializa un reconocimiento que ya se había ganado con justo merecimiento el distrito de Oropesa, dado que los panes que allí se producen son desde hace mucho tiempo el emblema gastronómico y turístico que identifica a su población y al Cusco en su conjunto.
El pan de Oropesa es, sin duda, una delicia cuya fama ha trascendido las fronteras de Cusco y constituye una razón poderosa para visitar la región y probar los recién horneados panes elaborados con maestría por panaderos y panaderas herederos de una tradición panificadora que cautiva paladares de los turistas nacionales y extranjeros que los compran también como souvenirs para obsequiarlos a sus seres queridos.
Se estima que alrededor del 85% de la población de Oropesa, que supera los 3.000 habitantes, se dedica a la producción de panes. Entre los ejemplares más conocidos destaca el pan chuta y los conocidos como rejillas, molletes y hurones, entre otros de irresistible sabor.
Según cuentan algunos maestros panaderos de Oropesa, uno de los secretos del suculento sabor de este pan radica en que está hecho con el agua proveniente del Apu Pachatusan, una de las montañas más altas del valle de Cusco.
Asimismo, cada pan que sale del horno es bendecido por la Virgen del Carmen y el Niño Panadero. Y, según la tradición, solo se puede elaborar el pan en los días que no fallece ninguna persona en el distrito, porque según la creencia popular el espíritu del difunto no deja que la masa fermente.