Golpeada por sospechas sobre su incidencia en el desarrollo de diversas enfermedades, la industria cárnica suma el reto de adaptarse al perfil de nuevos consumidores más exigentes.
(Agraria.pe) En octubre del año pasado, la industria cárnica mundial recibió un duro golpe mediático: la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la carne procesada es cancerígena y que las carnes rojas “probablemente” también lo son.
Si bien el impacto económico de esta información no se ha medido aún, se puede prever que sea millonario en cuanto a pérdidas. Como referencia, se sabe que la crisis de gripe porcina del año 2009 produjo a México, foco de la epidemia, una pérdida de US$ 2.300 millones, equivalente al 0.3% de su Producto Bruto Interno (PBI).
Para Julio Chávez, ingeniero agrónomo zootecnista de la Universidad de Costa Rica, quien dictó una charla en Lima la semana pasada, los reportes sobre la supuesta incidencia del consumo de carne en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, no son nuevos y aparecen en los medios de comunicación cada cierto tiempo, dando oportunidad a los detractores de la industria cárnica para reiniciar su campaña.
Si bien el tema médico sigue en debate, el impacto en el consumo es real y se constituye en uno de los factores que deben tener en cuenta los productores pues el campo para el crecimiento de esta industria en el Perú es muy amplio aún. Chávez recuerda que en nuestro país el consumo per cápita de carne al año de 5.5 kilos, en tanto que en Europa hay países donde se alcanza los 49 kilos por persona.
“Hoy existe demanda por carnes saludables, con menos grasa, libres de antibióticos, lo que es complicado para la producción. Se pide además que la carne fresca sea inocua y que respete normativas ambientales…en Europa, si la gente ve que no está garantizado un buen manejo ambiental en los productos cárnicos, no compran los productos. Es un sello más que afecta a la carne fresca”, comentó el vocero.
Sin embargo, Chávez apuntó que cuando se realizaron ‘pruebas ciegas’ en Europa meses atrás, la gente probó y consideró más sabrosa la carne que tenía grasa, pero al ser confrontada con diversas presentaciones del producto, dijo preferir la que visualmente contenía menos grasa. “Vean que a pesar de que la gente quiere comer algo con buena palatabilidad, se orienta hacia algo diferente. Los cambios de actitud que tengamos afectan a quienes estamos en el mundo de producción de carne de cerdo”.
Esta contradicción es el nudo que hay que desatar para abrir el consumo de carne hacia las nuevas generaciones, tan afectas al cuidado de su estética y su salud.
Claves generacionales
Julio Chávez explicó que una de las principales carnes que está en problemas a nivel mundial es la res, un producto del que la generación de los Baby Boomers (aquellos nacidos entre 1945 y 1964) eran consumidores por excelencia. Un camino que puede ser el de la carne de cerdo si no se toman medidas para promocionarla adecuadamente entre las nuevas generaciones, especialmente los Millennials (quienes tienen hoy entre 21 y 41 años).
La clave estaría en orientar adecuadamente las campañas de promoción e información, pues, por ejemplo, un Baby Boomer consume carne de cerdo en gran cantidad sin necesidad de que se la vendan. En esa vía, de acuerdo al especialista, es clave trabajar en aspectos como calidad del producto y precios. “No puedo subir mis precios, debo bajarlos y trabajar con economía de escala”, recomendó.
¿Y cómo son los Millennials? Julio Chávez los define como tolerantes, seguros, narcisistas, hedonistas, muy preocupados por el dinero, altamente competitivos. Son personas dispuestas a sacrificar sus horarios y hacer doble turno con tal de cumplir con sus aspiraciones materiales. Además, son menos leales a las marcas y los sitios clásicos de compra, una característica clave para los estudiosos del mercado.
La fórmula ganadora con ellos estaría en una excelente presentación visual y un producto de gran calidad. El ponente recordó que en los supermercados de Estados Unidos ya no existen zonas de carnicería donde uno podía pedir un corte específico que se hiciera al momento. Hoy, lo que se encuentra en los anaqueles es carne ya cortada y en presentaciones especiales, lista para su preparación. De hecho, dos terceras partes de la carne fresca en ese país se venden al detalle en envases de este tipo.
“Todo esto tengo que estudiarlo como una realidad de mi mercado. Estoy hablando de una realidad de Estados Unidos, y desde luego no podemos trasladarla directamente al Perú, tenemos que desarrollar nuestros propios estudios demográficos, de impacto y de consumo”, observó.
En definitiva, las nuevas generaciones quieren buenos precios, conveniencia y una buena apariencia de los productos pues las caracteriza el hedonismo. A esto, en un mundo globalizado como el actual, hay que agregarle que grandes cantidades de latinoamericanos cruzan constantemente las fronteras en ida y vuelta a los países del primer mundo y vuelven impregnados de nuevos conocimientos y actitudes aprendidas del consumidor exigente de esos mercados.
Dato
.Julio Chávez participó como expositor durante el XVIII Seminario Internacional de Porcicultura, realizado en la Universidad Nacional Agraria La Molina.