Expectativas sobre los mercados, condiciones de precios, factores de producción, estabilidad económica y confianza en el Gobierno son las claves que se deben tener en cuenta.
Por: Dr. Carlos Pomareda Benel
El entorno que percibimos y que anticipamos quienes nos dedicamos a la agricultura, es determinante de nuestras decisiones de producción e inversión. En dicho entorno, cuatro aspectos son cruciales: Las expectativas sobre los mercados para lo que producimos; las condiciones de los precios de los factores de producción; la estabilidad económica; y la confianza en el gobierno. Voy a dejar esto último para el final.
En cuanto a los mercados, mientras la población del Perú y del mundo consuma nuestros productos, es incuestionable que seguiremos produciendo. Este consumo tendrá sus ajustes en respuesta a las condiciones económicas en distintos segmentos de consumidores afectados en diferente forma por la pandemia. En el camino a recuperarnos, en el mercado nacional subirá el precio de lo que escasea y no se importa; y los importadores aprovecharán cada oportunidad para actuar con celeridad. Y en el mercado internacional, nuestros productos (frutas especialmente) son más consumidos por segmentos de población de mayores ingresos, cuyos gastos en alimentación son una proporción menor de su gasto total; y son menos afectados por la pandemia. Ergo, produzcamos siendo vigilantes de los mercados.
Respecto a los factores de producción, sin duda tenemos para rato con altos precios de los fertilizantes; sobre lo cual no tenemos más remedio que ser más acuciosos en su uso, aumentando especialmente la eficiencia; por la vía del uso de los nutrientes adecuados, aplicados en el momento correcto y con menos desperdicio. Y, en lo posible, ir avanzando hacia el uso de abonos orgánicos, que por largos años hemos desaprovechado. El uso eficiente del agua será cada vez más, la práctica que más contribuya a la productividad. Otro factor indispensable, que podemos aprovechar mejor es el recurso humano, generando empleo de calidad para personas que, como todos, necesitan trabajar y están dispuestos a hacerlo, especialmente con más responsabilidad. Y concurrente con lo referido, la dedicación de nuestro propio tiempo debe ser cada vez mas efectiva y más orientada a la eficiencia y compromiso social en la administración de los factores antes referidos.
Hasta aquí nuestro esfuerzo y los retornos esperados, pero eso no es suficiente.
Como puede ser suficiente si la inestabilidad política y la percepción de ingobernabilidad se suman a la sensación negativa del miedo creado por la pandemia. No haber logrado un gabinete bien estructurado y funcional con gente capaz; y no demostrar que las equivocaciones son tales por incapacidad y no son acciones de mala fe, deja muchas dudas sobre como anticipar el futuro. Los comentarios de todos los medios y las manifestaciones sociales, son evidencia de que los cambios son impostergables. Por otro lado, hay quienes vaticinan que, de los dos males, un congreso pusilánime y un presidente perdido, cualquiera de los dos puede irse a su casa antes que el otro.
La renovación del cargo del presidente del Banco Central, es una de las muy pocas cosas sensatas, quizás la excepción, entre lo que ha venido haciendo este gobierno. Esto es una garantía de que en lo macroeconómico estamos protegidos. Ojalá no continúen los gastos disparatados para sostener artificialmente la caída de popularidad del presidente. Hoy, más que nunca, no se puede permitir gastos alejados de la sensatez que requiere el gasto público. La estabilidad económica y el gasto público racional son condiciones indispensables para crear confianza entre productores de todas las escalas para seguir invirtiendo sus recursos en la agricultura.
Las reflexiones anteriores nos llevan a la pregunta de fondo: ¿Es acaso tan difícil entender la lógica de porqué necesitamos confianza en el gobierno? O es un tema de incapacidad para entender.
A manera de comentario de cierre en el artículo Enderezando el Rumbo ,publicado en este mismo medio hace un año; escribí: Ojalá los candidatos, y especialmente los miembros de sus equipos, tomen más en serio la agricultura, la alimentación y el agua y sean parte de un debate serio y constructivo. Y lo más importante, que el debate lleve a compromisos reales y un sistema de rendición de cuentas, si no, ¿para qué?
Era claro que cuando escribí ese artículo, expresaba un sentimiento de fe. Los compromisos que se adquirieron (¿?), incluyendo los del actual presidente, eran de campaña electoral; y puede comprenderse el entusiasmo por ganar, pero algunos tenían sentido. Lo que la situación actual refleja es que, el presidente, nunca pensó en como pasar de compromisos a acciones y a visualizar resultados. Si su inoperancia continua, los resultados serán lamentables.
Hoy escribo esta nota pensando en el futuro de todos nosotros en la agricultura y actividades conexas en nuestro sistema agroalimentario y en las economías rurales; y renuevo la fe para que el esfuerzo que hacemos, pueda ser acompañado por mejores condiciones en el entorno político. Sin embargo, esta vez, además, acompaño a todos los ciudadanos peruanos que exigimos responsabilidad política.