Tengo la suerte de recordar las conversaciones con mi abuelo en años posteriores al niño de 1983; yo era un niño a esa fecha. Mi abuelo había dedicado su vida al trabajo en haciendas de la costa central; ingresó a una de ellas a trabajar de guardían y al cabo de unas décadas fue administrador con responsabilidad del campo.
Las haciendas tenían más de 200 años de historia (antes de la reforma agraria) y todo el conocimiento era trasladado verbalmente de generación en generación. Los responsables de los sectores, en lo agrícola, por lo general eran peones ascendidos de modo que había que explicar todo en términos simples; tal como se lo explicó mi abuelo a su nieto de pocos años de edad.
Hace 70 años no había internet, ni reportes de la NOAA, ni meteorólogos en los medios. Simplemente, había que ir al mar todos los fines de semana a bañarse muy temprano (el mar de Cañete siempre está frío) si el agua está caliente es porque llegó el niño (tan sencillo como eso). Una vez que llegó el agua caliente, usted cuenta nueve meses. Por lo general, al mes nueve el niño se retira.
Nótese, que antes no se diferenciaba un niño costero del niño global. Simplemente, se asumía como niño al que calentaba nuestro mar, calentaba el invierno y nos traía inundaciones en verano. El calentamiento del oceano en los sectores 3 y 4, que se desarrolla a varios miles de kilómetros de la costa peruana, nunca fue de importancia dado que en términos prácticos no era percibido y solo suele retrasar las lluvias de la sierra de octubre a diciembre (rara vez hasta enero).
Entonces, usted se baña en el mar y detecta el niño; de allí no debe arriesgar en los nueve meses siguientes (es decir, no se sembraba algodón con esa alerta). Se sembraban cultivos cortos como camote, menestras o maíz; siempre maíz al último porque en el peor de los casos (el río con poca agua) me quedo con la chala. Estos cultivos ni se inmutan si la temperatura del ambiente se mueve unos grados sobre lo normal. Para el mes nueve no hay amenaza alguna porque nunca en la historia de la hacienda hubieron dos niños consecutivos.
Si aplicamos este conocimiento empírico al 2023; la costa central tuvo agua caliente en febrero; de modo que a noviembre el niño ya debe haberse retirado completamente. Probablemente, habrá un niño global que impacte con menos lluvias a la sierra; en el peor de los casos las lluvias en la sierra empezarán en diciembre. Lloverá sobre la costa norte, como siempre, inicia cerca a navidad hasta abril pero nada intenso.
Lo que hay que temer es cuando la cuenta de los nueve meses empieza en julio o en agosto; porque el pico de ese niño será en el verano siguiente (agua caliente y atmósfera caliente) en este caso las lluvias veraniegas se intensifican tremendamente.
La costa norte difícilmente hará una segunda campaña de arroz y deberá esperar al verano; la siembra de papa otra vez estará atrasada; el mango con floración tardía concentrará cosecha en enero y febrero; el limón abundará en diciembre; la cebolla baja de precio en octubre y los bancos deberán estar más tranquilos que lluvias torrenciales no tendremos.