COLUMNA DE:
Angel Manero

Angel Manero

Ministro de Desarrollo Agrario y Riego. Ingeniero Agroindustrial con Maestría en Administración de Agronegocios. Consultor senior en Desarrollo Productivo y Negocios Agrarios.
18 octubre 2013 | 03:58 pm Por: Angel Manero

Restringir las importaciones de alimentos transgénicos

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En el mercado solo existen dos eventos transgénicos masificados: los cultivos RR (resistencia al herbicida Roundup) y BT (resistencia a larvas barrenadoras del tallo). Los transgénicos de por sí no tienen ni mayor productividad, ni mayor rentabilidad (excepto en un sistema de cultivo industrial tecnificado a gran escala).

 

Las semillas transgénicas son semillas seleccionadas de primer orden y esto es lo que les da una regularidad en los rendimientos, al igual que cualquier otra semilla hibrida certificada.

 

Utilizar menos herbicida puede disminuir los costos de producción, aunque para que esta reducción sea significativa deberíamos estar hablando de grandes extensiones. 

 

El agro que se orienta a la exportación tiene en la arena y al riego por goteo como el mejor controlador de malezas y por lo general está orientado a productos delicatesen de alto valor en los mercados. El agro orientado al consumo nacional es un agro de minifundio.  El agro industrial de la caña de azúcar para sacarosa o etanol es quizás el único que podría verse beneficiado de eventos transgénicos (aunque para la caña de azúcar no existen en lo comercial).

 

Nuestro agro diversificado y sin muchas extensiones tecnificadas a gran escala es un agro llamado a una propuesta de valor lo más natural posible, que le dé un posicionamiento único al país en la oferta de productos alimenticios y en lo culinario.

 

En ese sentido vale la pena considerar si es pertinente seguir importando alimentos transgénicos (soja, maíz y potencialmente trigo). Estos alimentos cuyas importaciones no superan el 1% del PBI pueden progresivamente ser sustituidos por una oferta nacional.

 

Considero que debemos hacer más integral la moratoria y que a partir del 2021 se prohíba el cultivo y la importación de insumos y alimentos transgénicos (con lo no alimenticio no hay problema).

 

Qué podría pasar si a partir del 2021 prohibimos la importación de maíz transgénico: para esa fecha ya habremos sustituido las importaciones con oferta nacional, probablemente con precios de prima por encima del precio internacional, pero estos sobrecostos se diluyen en el precio final del pollo u otras carnes y por el contrario se generará una externalidad positiva que favorecerá en mayor grado nuestra industria culinaria y por qué no la exportación de carne de pollo, pavo o cerdo.

 

Lo mismo con el aceite y torta de soja. La prohibición de su importación le dará un impulso a la industria nacional del algodón, además se promoverá la siembra de girasol y por qué no soja en Tumbes. También el potencial de hacer soja orgánica para exportación.

 

Las externalidades positivas que gana nuestro país posicionando mejor su oferta alimentaria en el mundo serán mucho mayores que el posible sobrecosto que asumirá el consumidor al prohibirse las importaciones de insumos –comodities transgénicos-.  Se potenciarán las agroexportaciones, el turismo y la imagen país en su conjunto (publicidad gratuita en el mundo).

 

En forma paralela debemos centrar la investigación transgénica para ayudarnos a desarrollar la industria forestal que necesita de árboles de mayor crecimiento y absorción de CO2. Allí tenemos mucho de ganar para la industria de la celulosa y el aprovechamiento de nuestras cuencas andinas y amazónicas.

 

18 de Octubre del 2013