(Agraria.pe) Como responsable del 70% de los alimentos que consumimos en el país, la agricultura familiar es un actor clave en el sistema productivo peruano. Además, no solo beneficia al agricultor, sino que genera muchos puestos de trabajo.
Así lo estimó Roberto Ugás Carro, profesor principal de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM), quien describió a este propósito que más del 80% de las unidades agropecuarias en el país cuentan con menos de 10 hectáreas y son trabajadas por las familias y parientes miembros de las comunidades que viven en las ciudades y ayudan en las conexiones comerciales. Como si fuera poco, esta actividad brinda un gran marco de preservación para la agrobiodiversidad (recursos genéticos y animales).
“Esta pequeña agricultura diversificada principalmente, ayuda a mantener la vitalidad de los espacios rurales fundamentales, para actividades económicas como son el turismo y la gastronomía. Sin los espacios rurales, sin las costumbres, sin las culturas locales, sin tradiciones vinculadas a los territorios y sus alimentos, el Perú no tendría interés mayor desde el punto de vista turístico y gastronómico. Por eso es importante entender su importancia y desarrollar programas y proyectos específicos desde un Ministerio de Agricultura mejor capacitado, mejor estructurado, para atender las necesidades de las personas que practican esta actividad”, sostuvo.
Aproximación desde la academia
En este propósito, la UNALM desarrolla diversas acciones como el trabajo de conservación de germoplasma y mejoramiento genético que realizan distintos programas de investigación en las facultades de Agronomía y Zootecnia. Además, recientemente se creó el departamento de Sociología Rural para entender mejor las dinámicas socioeconómicas en el campo y cómo la universidad se puede vincular más efectivamente (programas de voluntariado de estudiantes y conexiones entre distintos grupos de investigación de las facultades que interactúan con comunidades rurales).
“La UNALM, en particular, estudia el funcionamiento de la pequeña agricultura para entender los efectos de las migraciones hacia las ciudades, a otros países, y cómo esas familias rurales más grandes se conectan con cadenas de valor regionales, nacionales e internacionales”, explica Ugás.
Este camino comprende, agrega, la mejora de la capacidad para transferir tecnología, asistencia técnica, compartir resultados científicos de utilidad en campo y, especialmente, reducir problemas claves como el uso excesivo de insumos químicos, tanto plaguicidas como fertilizantes, los cuales contaminan suelos, aguas y alimentos que llegan a los hogares y causan enfermedades.
Valoración de la diversidad
El trabajo de valoración de la biodiversidad a través de mejores productos procesados es fundamental para el desarrollo de mercados, y su análisis es una herramienta vital para una mayor demanda en los mercados nacionales e internacionales. Esto va a darle incentivos a los pequeños agricultores para que sigan conservando esa diversidad y animando a los jóvenes rurales a que hagan mejores negocios aprovechando la biodiversidad.
Algunos de los problemas que afectan todavía a la agricultura familiar pasan por la necesidad de realizar más investigación, que esté realmente adaptada a las necesidades de los pequeños agricultores y que a su vez puedan desarrollar tecnología a través de metodologías participativas, que contribuyan a los resultados de esos estudios, de modo que sean más útiles para los usuarios finales.
“Siendo el Perú un país megadiverso, es importante mantener investigaciones a través de colecciones de germoplasma, de plantas y animales, para facilitar la investigación y la conservación a largo plazo, también es imperante que esta diversidad se mantenga en las propias chacras de los agricultores y continúen evolucionando, adaptándose a nuevas realidades, como por ejemplo el cambio climático”, concluyó Roberto Ugás.