Iniciativa asegura la disponibilidad de agua para uso poblacional y agrario en Huancayo a mediano y largo plazo.
(Agraria.pe) El Programa de Desarrollo Productivo Agrario Rural (Agro Rural), sede en Junín, obtuvo el segundo lugar de la categoría Buenas Prácticas en Gestión de Recursos Hídricos en la cuarta edición del Premio Nacional Cultura del Agua 2019, organizado por la Autoridad Nacional del Agua (ANA), al presentar el proyecto Adaptación al Impacto y Retroceso Acelerado de Glaciares en los Andes Tropicales, en la subcuenca del río Schullcas.
Tal iniciativa asegura la disponibilidad de agua para uso poblacional y agrario en la ciudad de Huancayo a mediano y largo plazo.
Este proyecto, ubicado en la provincia de Huancayo, región Junín, se desarrolló en articulación con diferentes instituciones públicas y privadas y consiste en la instalación de más de 1900 hectáreas de plantaciones forestales, además de 900 hectáreas de manejo de praderas con zanjas de infiltración y 3 obras de infraestructura de riego tecnificado.
En ese sentido, especialistas de la Dirección Zonal Junín de Agro Rural, brindaron asistencia técnica y herramientas a un aproximado de 470 familias para la clausura de 832.6 hectáreas de praderas, a fin de lograr la recuperación de pastos naturales. En esta misma área se construyeron 800 hectáreas de zanjas de infiltración, entre otras actividades.
Del mismo modo, se realizó la instalación de 1.900 hectáreas de plantones forestales en beneficio de alrededor de 548 familias campesinas. También se llevó a cabo la instalación de nuevos sistemas de agua para riego, que consisten en aspersores, hidratantes y reservorios con geo membranas para el riego de 156 hectáreas de cultivos de unas 347 familias beneficiarias.
Asimismo, se mejoraron 1.75 kilómetros de canales de riego de concreto, así como 1.36 kilómetros de canales de riego entubados, entre otras obras; con el propósito de asegurar el agua para riego de 104 hectáreas de cultivo de 107 familias campesinas.
De esta manera, Agro Rural, manifiesta su compromiso de fortalecer las capacidades agropecuarias de la población rural ante la vulnerabilidad al cambio climático, respetando las costumbres y los conocimientos tradicionales de los productores de las comunidades campesinas de las zonas altoandina.
