(Agraria.pe) En el Perú existe una extraordinaria sabiduría ancestral que conoce muy bien la variabilidad climática en cada lugar del territorio, lo que permitiría enfrentarla con éxito. Pero esta sabiduría ha quedado reducida a pequeños agricultores generalmente olvidados por las autoridades científicas que deberían tomarlos en cuenta para prevenir daños en la agricultura, cuando suceden eventos climáticos como El Niño Global que ahora padece no solo el Perú, sino el mundo.
“Los científicos modernos se han alejado de la naturaleza pretendiendo dominarla e incluso destruirla”, dice Ulises Osorio, consultor agroclimático de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM), que asesora, en Perú, a empresas grandes, medianas y pequeñas, a asociaciones de agricultores, así como a pequeños agricultores de manera individual, a nivel nacional.
“El avance científico de la fisiología vegetal nos ha permitido comprobar que el clima –entendido como la media de los valores diarios durante largo periodo de tiempo que abarque toda la campaña– es el regulador fisiológico del balance hormonal, de la absorción y del transporte de nutrientes, así como de la ganancia neta de fotosintatos y la dinámica sanitaria”, comenta.
A pesar de ello, sostiene Osorio, la agricultura moderna prefiere la información de corto plazo, a través de la agrometeorología, que es muy buena para actividades o labores, pero en el corto plazo. “Para una correcta toma de decisiones en campo solo es válida la predicción climática, que brinda una certeza estadísticamente confiable, objetivo que la ciencia moderna está aún lejos de alcanzarla en el Perú manteniéndose a niveles de pronósticos y probabilidades de ocurrencia”, agrega.
Para su trabajo, Ulises Osorio utiliza un modelo integrado de predicción agroclimática, muy útil para enfrentar nuestro cambiante clima. “Este modelo integra los conocimientos científicos con la información recogida de instituciones vinculadas al clima, con la información meteorológica y fisiológica de cada fundo, y con información obtenida de los hombres y mujeres del campo, traducida en sabiduría ancestral. Esto nos lleva a poder predecir las respuestas de las plantas, la dinámica de las plagas y enfermedades”, dice el experto agroclimático.
¿Por qué cultivos se le ha requerido últimamente, tomando en cuenta el ciclón Yaku, el Niño Costero de verano y el Niño global que hoy experimentamos?
Primero habría que decir que este nuevo evento climático nos traerá una anómala presencia de pulgas, garrapatas, piojos y ácaros, afectando tanto a humanos como a animales. En relación a las plantas, ya ha provocado y provocará alteraciones hormonales y nutricionales, cierre estomático y poco desarrollo radicular. Esto lo vengo anunciando desde inicios del 2022. Se me ha requerido con urgencia para analizar y resolver problemas relacionados al palto, mango, esparrago, a los arándanos, al maracuyá, a la papa, fresa, al maíz amarillo duro, a los ajíes, a la cebolla y a las hortalizas… Todos estos cultivos están presentando problemas bastante similares: poco o deficiente desarrollo radicular, baja acumulación de reservas y desbalance hormonal, lo que está perjudicando el inicio de la floración, o la floración misma, con efecto directo en la calidad y peso del fruto cosechado.
¿Cómo definiría el daño que vienen causando estos eventos climatológicos en la agroindustria nacional?
Las campañas adelantadas cuya cosecha se ha iniciado en mayo, ya empezaron a mostrar disminución de rendimientos, y aquí podemos mencionar a la cebolla y al esparrago, así como al maíz, maracuyá y a los ajíes. En el caso del mango hubo un atraso del inicio de floración en todo el norte, y aún se mantiene latente el peligro si no se le enfrenta; en palto hemos tenido un excelente año, pero las plantas están agotadas y deben trabajarse para recuperarlas y no tener el bajón el siguiente año; los arándanos no tuvieron problemas con El Niño, gracias a las variedades tolerantes, pero este año sí los han habido, no solamente en el aspecto fisiológico y el atraso de la floración, sino también respecto a una menor carga, pero se va a recuperar el arándano, los asesores de campo están haciendo un estupendo trabajo. Las empresas cuentan con extraordinarios equipos técnicos y lo han enfrentado bastante bien, pero lo habrían hecho mejor si hubieran entendido que este evento no solo es térmico. ¿Cuál es la mejor manera de prepararse? Desarrollando una planta eficiente en la toma de agua y nutrientes, corrigiendo los efectos del clima, aplicando conocimientos en fisiología vegetal y sanidad agrícola.
Ha mencionado el fenómeno Años de San Andrés, ¿de qué se trata? ¿Va de la mano con El Niño? ¿Cuáles son sus consecuencias? Dijo que “afecta de manera directa a la planta alterando su metabolismo y funcionamiento, así como haciendo caótica la sanidad y complicando el control de plagas”.
El presente evento San Andrés –así lo llaman los agricultores– es uno de los dos eventos que la sabiduría ancestral teme, ya que, en este caso, los indicadores biológicos no son tan evidentes, como sí lo son en el evento Degollador, Decapitador o el Ai Apaec del 2017 que se remonta a la cultura Moche. Los indicadores anunciaban una extensión de los eventos climáticos en el 2017, así como en el 2023, y eso se cumplió. Hoy, anuncian un caos; el chilalo (Furnarius leucopus), por ejemplo, está haciendo su nido en un espacio intermedio, sin poder decidirse por un año lluvioso o seco; lo mismo pasa con los insectos. El evento presente altera algunos elementos meteorológicos como la sensación térmica, la humedad relativa, la radiación solar y ocasiona vientos muy anómalos que provocan remolinos constantes, siendo estos una de las razones de la alta infestación de enfermedades. Es obvio que por ahora predomina la presencia de un El Niño 1+2, con una temperatura superficial del mar encima de lo normal, que impacta directamente en las temperaturas, especialmente en la mínima, pero el San Andrés provoca alteraciones diarias constituyéndose como un factor distorsionador, expresado en noches frías seguido de cálidas; estas alteraciones crean un caos fisiológico que, sumado a los otros elementos mencionados, están provocando daños internos en las plantas.
¿Qué dice de las plagas?
La aparición de nuevas plagas agresivas es parte de estos eventos cálidos; llegan para quedarse, como la nueva especie de trips. Otras reaparecen, como las moscas minadoras, la mosca blanca, las queresas, los ácaros, entre otras plagas. Su agresividad requiere un manejo integrado. Por supuesto, no podían faltar los grillos y langostas, asociadas a este El Niño; donde resurjan, cabe la posibilidad de eventos lluviosos, son imposibles de detener porque los vientos se encargan de su dispersión y diseminación. En conclusión, este evento hay que tomarlo con mucho cuidado porque no tiene duración definida y, de acuerdo a los indicadores, puede ser lluvioso en la costa norte –de Lambayeque a Tumbes–, o traernos un fuerte déficit hídrico, o ambas situaciones: un ciclo de lluvias en febrero y marzo, seguido de un extenso déficit hídrico. La incertidumbre durará unos meses más, pero es evidente que ya nos está afectando y nos seguirá afectando, sin lugar a dudas, a unos cultivos más que a otros, pero ninguno se salva.
Fuente: Portal Frutícola