Por: Raúl Benítez, Representante Regional de la FAO
(Agraria.pe) América Latina y el Caribe ha decidido enfrentar sus pérdidas y desperdicios de alimentos. Cada año, los alimentos que la región desperdicia suponen el 6% de las pérdidas a nivel mundial, suficiente comida para alimentar a más de diez veces el número total de personas que sufren hambre en todos los países que la componen. México, por ejemplo, pierde en promedio el 37% de los alimentos del país, con lo que se podría alimentar a más de 7 millones de personas. En República Dominicana más de un millón de kilogramos de alimentos se pierden o desperdician cada semana, mientras que en Chile un caso de estudio indicó que se pierden suficientes lechugas al año como para complementar la dieta de más de dos millones de personas.
Reducir las pérdidas y desperdicios es clave para la erradicación del hambre en la región, un objetivo que ha sido asumido por su principal órgano de integración, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), como un punto importante de su Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre. El Plan, adoptado en enero de 2015, incluye medidas como la creación de campañas de información para sensibilizar a todos los actores de la cadena alimentaria. La claridad del etiquetado en cuanto a la fecha de expiración y las condiciones de almacenamiento son aspectos claves para los consumidores, mientras que las buenas prácticas agrícolas y veterinarias son importantes en la fase primaria de producción.
CELAC también fomenta procesos y estrategias de conservación de los productos de la agricultura familiar, y las mejoras necesarias de las infraestructuras de transporte y las instalaciones del mercado. El Plan de Seguridad Alimentaria de la CELAC llama a promover el acceso a equipamiento y nuevas tecnologías que contribuyan a reducir las pérdidas de alimentos en todas las etapas de la cadena, a través de la cooperación Sur-Sur entre los países.
Los países no se han quedado atrás en sus intentos por evitar que los alimentos acaben en la basura y están desarrollando –con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO– una Alianza Regional para la Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos. Argentina, por su parte, ha comenzado a trabajar en un Programa Nacional para la Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos. Brasil trabaja a través de Embrapa-Agroindustria para reducir las pérdidas en el manejo y poscosecha de alimentos, empaques inteligentes y el desarrollo de productos a partir de la recuperación de desperdicios. En Colombia, la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia rescató 18 mil toneladas de alimentos en 2014, suficientes para atender a 400 mil personas. Costa Rica conformó la Red Costarricense para la Disminución de Pérdidas y Desperdicios Alimenticios, la cual incluye trece instituciones públicas y trabaja en un plan de acción nacional, mientras que Guyana, Santa Lucía y Trinidad y Tobago realizaron estudios para medir la magnitud de las pérdidas en la poscosecha de yuca, mango y tomate.
Los anteriores son sólo algunos de las múltiples experiencias que se están llevando a cabo en los países de la región para alcanzar cero pérdidas y desperdicios de alimentos, un factor clave si América Latina y el Caribe quieren cumplir su sueño de erradicar el hambre. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, nuestra región es la única del mundo que ya cumplió el Objetivo de Desarrollo del Milenio relativo al hambre, disminuyendo su porcentaje de personas subalimentadas desde 15.3% en 1990 a 6.1% en la actualidad. La otra gran meta internacional con que se miden los avances fue establecida durante la Cumbre Mundial de la Alimentación y busca reducir a la mitad el número total de personas que viven sin comida suficiente. Nuestra región aún está a tiempo de lograrla, si 2.75 millones de personas superan el hambre en 2015.
Evitar el desperdicio y las pérdidas de alimentos es una tarea en la que todos podemos ayudar. Según el Boletín de Pérdidas y Desperdicios de la FAO, cerca del 30% de todos los desperdicios ocurren a nivel del consumidor. Esto significa que si cada uno de nosotros realiza un esfuerzo personal, podemos evitar que miles de toneladas de alimentos acaben en la basura, y cada alimento recuperado nos acercará un paso más a vivir en un mundo en el que ningún hombre, mujer, niña o niño viva tenga que vivir con hambre.