Por: María Cecilia Villegas, CEO de Capitalismo Consciente Perú
(Agraria.pe) Este año la economía no crecerá por primera vez en 25 años. Como consecuencia de ello, la pobreza volverá a aumentar, tal como ocurrió en el 2022. Pero esta vez el crecimiento de la pobreza será aun mayor y esto implicará que cientos de miles de peruanos no sean capaces de satisfacer sus necesidades básicas. Hay una relación directa entre crecimiento económico y reducción de pobreza.
¿Cómo logramos volver a crecer a cifras que nos permitan reducir la pobreza y lograr efectivamente mejorar las condiciones de vida de más peruanos? Hoy, uno de cada tres peruanos no tiene acceso a servicios básicos, siete de cada diez es pobre o susceptible de caer en pobreza y, entre junio y setiembre, seis de cada diez se quedaron sin alimentos por falta de dinero o recursos.
La agroindustria es uno de los motores de nuestra economía y un generador de empleos. Sin embargo, las crisis climáticas y el aumento del precio de fertilizantes y agroquímicos han tenido un serio impacto en la agricultura de exportación, que representa alrededor del 40% total, lo que, a su vez, se ha reflejado en la economía. Pero no podemos dejar de lado el impacto que generó la derogación de la ley de promoción agraria a fines del 2020.
El Perú pudo desarrollar la agroindustria gracias a la política de promoción agraria que logró que, a través de una millonaria inversión privada, se convirtiesen 220 mil hectáreas de terrenos eriazos en campos de cultivo. Las exportaciones agropecuarias no tradicionales pasaron de US$437 millones en el 2001 a US$8.500 millones en el 2022 (ADEX). Además, y de acuerdo con el IPE, en los últimos cinco años la agroindustria fue el segundo sector que más empleos formales generó: al crear 35.000 puestos de trabajo por año en promedio hasta el 2022. Este año ha sido el sector que más empleos formales perdió, registrándose 26.000 trabajadores formales menos que hace un año, con las nuevas reglas laborales.
Sin embargo, y pese a las ventajas que el régimen de promoción agraria generó, no incluyó a la pequeña agricultura. El 40% de los peruanos que viven en zonas rurales y se dedican al agro están por debajo de la línea de la pobreza. En el Perú tenemos 2.260 millones de productores agrarios. El 94% es agricultura familiar, con extensiones de tierra de hasta diez hectáreas. De ellos, el 68% son de subsistencia (AGAP). La agricultura familiar se caracteriza por la pobreza y la informalidad, con falta de acceso a tecnología, capacitación y sin insumos de buena calidad, este sector fue el más afectado con la crisis de fertilizantes producida durante el gobierno de Castillo por la falta de previsión del Ministerio de Desarrollo Agrario. La falta de oportunidades en el desarrollo del campo trae consigo un limitado desarrollo social y cultural, un aumento de la migración de la población joven a las grandes ciudades, lo que se traduce en la reducción de la actividad agrícola y la pérdida potencial de ingresos económicos, además del quiebre del tejido social.
El Perú no ha desarrollado una política que permita el desarrollo de los pequeños agricultores y ganaderos, viéndolos más como un problema que como una oportunidad de desarrollo. Sin embargo, existen empresas que están trabajando con pequeños productores agrícolas, contribuyendo a fortalecer sus capacidades e invirtiendo en incrementar su competitividad mediante el acceso a tecnología, asistencia técnica y financiamiento para que puedan mejorar su producción y los insertan en cadenas productivas, permitiéndoles llegar a mercados premium.
Entendiendo el impacto que la agricultura tiene en el crecimiento económico y en el desarrollo del país, el Estado tiene la obligación de promover el sector agrario. Debemos impulsar la reposición de la ley de promoción agraria, esta vez con incentivos a las empresas para la formación de clústeres (grupo de empresas interrelacionadas y concentradas geográficamente) que incluyan a los pequeños agricultores incorporándolos a cadenas productivas. De esta manera, podremos lograr la habilitación de mayores hectáreas para el crecimiento agroexportador, generando incentivos para una mayor inversión privada, favoreciendo al Estado con mayor recaudación de impuestos y mejorando la calidad de vida del trabajador rural. La pelota está en la cancha de Boluarte.
Fuente: El Comercio