COLUMNA DE:
Carlos Pomareda Benel

Carlos Pomareda Benel

Ingeniero Agricola Doctor en Economia Agricola y es el Gerente de Servicios Internacionales para el Desarrollo Empresarial y Presidente del Consorcio para el Desarrollo Andino.
26 septiembre 2022 | 10:31 am Por: Carlos Pomareda Benel

Exportar y atender el mercado interno: Dilema o falta de entendimiento

Exportar y atender el mercado interno: Dilema o falta de entendimiento
 

Sin excepción, cada día, leo en Agraria.Pe con interés y satisfacción, los éxitos de los agroexportadores de diferentes productos a muchos mercados. Aprendo mucho sobre las particularidades de cada producto, en lo tecnológico y comercial. Y anticipo que sensatamente se continuara impulsando la agroexportación. No dejo, desde luego, de traer a la mente mis inquietudes sobre lo poco que se investiga y documenta sobre los efectos multiplicadores en las sociedades rurales contiguas a las zonas de producción agroexportadora. No dudo que los beneficios son muchos, pero hace falta que se documenten con rigor.

Producir productos de alta rentabilidad, y exportarlos, porque son bien pagados por consumidores con alto ingreso per cápita, es afortunado. Bélgica y Holanda tienen Ingresos per cápita promedió de US$ 58,292 y 51,575; y la UE en promedio 38,254. Pero que hacemos para acceder a un mercado como el nuestro, en el que la capacidad adquisitiva es limitada por un ingreso promedio de US$ 6,594 y en el Quintil más pobre, 20 % de la población, es de US$ 1,847.

Las cifras en el cuadro que sigue, revelan que la población más pobre en el Perú depende de alimentos básicos. Algunos, como papa, gran parte del arroz, maíz amiláceo, menestras y granos andinos son genuinamente nacionales. Otros, se elaboran con insumos importados, caso de la harina y los fideos, a base de trigo; y el pollo y los huevos, a base de soya y maíz amarillo.  Estos productos han crecido en las dietas de la población más pobre. Los datos evidencian que en la población más pobre es muy limitado el consumo de carne bovina, leche y pescado, importantes fuentes de proteína y hierro. El 77.3 por ciento de dicha población muestra déficits de hierro y 39.9 por ciento muestra déficits de proteínas.

 

La población más pobre (Quintil 1) dedica 69 por ciento de su ingreso a alimentos; en contraste con la población de mayores ingresos, que dedica el 27 por ciento. La población en el Quintil 1 tiene los mayores déficits de proteína y elevados índices de desnutrición infantil. Es evidente que los factores determinantes son el Ingreso per cápita y la educación alimentaria-nutricional. Sobre esto último, un trabajo reportado por CONCORTV en el 2011 reveló que el 66 por ciento de los spots publicitarios para alimentos en programas para niños menores de 11 años, era calificado como No saludable; y el 7 por ciento poco saludable. Para adolescentes, las cifras eran de 57 y 10 por ciento respectivamente.

En conclusión, considerando los quintiles 1 y 2, el cuarenta por ciento de la población en nuestro mercado nacional tiene poca capacidad adquisitiva. La gente tiene mucho en que gastar (o gastar mal). Por lo tanto, es poco lo que le queda para comprar alimentos de mayor calidad y más nutritivos, que podrían producir los productores nacionales, porque les sería más rentable. Cuando ello ocurra gran parte de los productores dejarán de ser parte de los pobres rurales, quienes actualmente engrosan el mayor porcentaje de la población bajo la línea de pobreza.

Las soluciones no son fáciles, nunca han sido. Las que se han dado son poco efectivas, en gran medida porque se han tratado desde una visión parcial, en manos de una dependencia sectorial como es el MIDAGRI; y no como parte de un esfuerzo integral del Estado, a través de sus varias dependencias. Mientras esto último no cambie, el problema se profundizará. Por ello, iniciativas como la Segunda Reforma Agraria, que con buenas intenciones (aunque con herramientas obsoletas) focaliza en la producción, el problema dista de resolverse.

Entonces, entre otras, pensando en ampliar el mercado nacional, las medidas urgentes deben ser:

  • Comprometer a la empresa privada en todos los sectores, con carácter de urgencia, para crear empleo de calidad; y por lo tanto, mayores ingresos para la población más pobre. Esperar por mejores condiciones económicas, no puede usarse mas como excusa.
  • Educación, motivación y apoyo a la población más necesitada, especialmente jóvenes, varones y mujeres, para adquirir más capacidad para aspirar a trabajos mejor remunerados. Hay muchos ejemplos a seguir.
  • Educación de los consumidores para participar en el mercado con sensatez; es decir reflexionar ante la publicidad que influye negativamente en las dietas alimentarias saludables. Paralelamente, no permitir que, con el argumento de la libertad de expresión, se expanda en forma lesiva la publicidad engañosa.
  • Estímulo al funcionamiento de los mercados en que participan muchos actores, para que operen en forma efectiva. Esto implica eliminar las estructuras de nefasto y egoísta control; y que se reduzcan los costos de transacción y se eliminen los desperdicios en la cadena agroalimentaria
  • Influir en la población de mayores ingresos y turistas, para adquirir más productos genuinamente nacionales y menos de los fabricados con insumos agroalimenticios importados. Esto no es violación a las reglas en compromisos comerciales internacionales, es actuar en el marco de una responsabilidad nacional

Las reflexiones previas pueden sonar a que, ello ya lo sabemos. Reconozco que, en este limitado espacio, no se puede entrar en detalles; y con gusto lo haría si hubiese el espacio para ello. Estas breves reflexiones llevan un mensaje del que no es posible hacerse el tonto, el no aludido o el ignorante: Los problemas en el agro no se van a resolver sólo con medidas de política agraria. Demandan entendimiento de cómo funciona el sistema agroalimentario y exigen carácter, energía y capacidad para comprometer a los responsables de otras medidas de política para que nos ayuden a expandir en forma equitativa nuestro mercado interno. Lo anterior implica que deben comprometerse y participar muchos ministerios, incluyendo Educación, Trabajo, Salud, PRODUCE, MINCETUR, MIDIS y otros; y las empresas importadoras de alimentos e ingredientes para la industria alimentaria.

Esto es un tema que requiere entendimiento y visión política constructiva, algo que falta tanto en el momento actual. Lograr el compromiso de las instituciones antes referidas, no es una tarea imposible; pero demanda un compromiso con el presente y el futuro, para superar el bajo consumo de alimentos nacionales saludables entre la población más pobre y evitar que la persistencia de las condiciones actuales, terminen por asfixiar la agricultura que produce para el mercado nacional. ©